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Nené Russo, una Leona de toda la vida

Nené Russo festejando un gol de Las Leonas, en Atenas 2004, con Cecilia Rognoni y Magui Aicega. Getty

Nené Russo es una de las cuatro bicampeonas del mundo del hockey argentino, un récord que ostenta junto a Luciana Aymar, Soledad García y Claudia Burkart, pero esa es una sola parte de lo que refiere a Mariné. Madre, amiga, compañera y una Leona de toda la vida que inculca -día tras días- los valores y enseñanzas que le dejó una década de representar a la Argentina.

La clave en Las Leonas es ir pasándoles las más grandes a las más chicas la esencia que se sigue manteniendo desde el principio. Si bien todo cambia, el estilo es distinto y las generaciones vienen diferentes… el pertenecer a ese lugar privilegiado se continúa preservando y trasladando el legado a las nuevas que se van sumando”.

Mariné es una de las denominadas “Leonas Vintage, jugadoras que han pasado con éxito con la celeste y blanca y que la dictaminación de “ex-Leona” no define lo que realmente son para la historia del hockey nacional. Hoy se brinda al deporte que tanto ama, desde otro lado, pero con ese fuego sagrado de hacer crecer al deporte en el lugar que sea.

Tengo mi escuelita de hockey, con nenas desde cuatro hasta siete años, con la idea de iniciarlas para que después vayan a los clubes con herramientas básicas y que no arranquen desde cero. Les da la opción a los padres de que puedan ingresar más tarde a las instituciones sin haber perdido tiempo. Son nenas que seguramente no hubiesen ido a un club y empezaron como miles de nenes a hacer fútbol. Yo ofrecí esto en hockey. Tiene cupos limitados, por supuesto, porque es súper personalizado, que es lo que me gusta”, mencionó Russo.

Y eso no es todo, en la escuelita pone el cuerpo, pero además es la mente de un torneo en su Berazategui natal: “También trabajo en una liga municipal de hockey, que es como un minitorneo de la Asociación de Buenos Aires, para sociedades de fomento, polideportivos, clubes barriales y algunos barrios cerrados. En la liga es 100% organización, soy la que diagrama el armado del campeonato y hace que funcione. Se juega los domingos, desde décima división hasta Primera, como si fuese el torneo de la AHBA”.

Antes de introducirse en el armado de torneos, Nené los disputaba y le contó a este medio cómo fue la recta final de su carrera como jugadora de hockey: “A nivel clubes dejé el año siguiente de la pandemia, en 2021 con Hacoaj. Después hice casi un añito en la segunda de Quilmes, con mis amigas, pero no me hallé en el horario, ir a las seis de la tarde, cuando ya todos terminaban de jugar, recién vos arrancás, volvía a las diez y pico de la noche, en invierno, te la regalo… Así que dije, ‘bueno, ya está’. No más hockey”, confesó Mariné.

Y la verdad que después no extrañé. Sí la adrenalina de competencia, pero no todo lo que lleva a estar apto para poder jugar. Así que me entretengo con el gimnasio, que me encanta, Salir a correr. Cosas más tranquilas”.

Russo ingresó a Las Leonas poco antes del 2000, el año del quiebre para siempre, el nacimiento de la insignia que impulsó al deporte, pero a ella no le importaba tanto el nombre sino el ser parte de algo mucho más grande que se lo inculcaron desde que empezó a entrenar con la selección: “Me tocó entrar a un equipo que venía en su pico más alto. Si bien yo entrené para Sidney, quedé fuera en la última lista, no entendía nada, absolutamente nada, venía de un club que estábamos muy abajo en las categorías, entonces para mí era disfrutar el simple hecho de entrenar en un sintético y con ellas. Ya tenía todo ganado. Después cuando llegó la oportunidad del Mundial de Perth, tomé la decisión de cambiarme de club, en el 2002 Luis Ciancia me dijo que sí quería meterme, tenía que hacer un cambio y para mí era tremendo tener que cambiarme de club, pero a la vez también quería soñar con jugar un Mundial. Entonces fue un año de muchos movimientos”.

A Mariné le tocó entrar a un plantel que ya estaba armado, pero dentro de esa situación logró hacerse su lugar y consiguió, sin tapujos, poder ser ella: “Tal vez en los torneos donde tenía más presión por ser titular, o ya tenía un lugar, trataba de volver a la base, en eso me ayudó mucho Nelly Giscafré, que siempre me decía: ‘cuando sos vos y te estás divirtiendo, sonreís, jugás bien, cuando no sonreís, chau’. Y entonces trataba siempre de volver a ese lugar y en el 2002 era pura risa y la verdad es que las más grandes siempre nos dieron un espacio a las más chicas de la época”.

Nené también se animó a realizar un paralelismo con las cosas que visualiza en el plantel 2025 de la selección, teniendo en cuenta sus diversos momentos con la celeste y blanca: “Estuve en distintas camadas, grupos y yo misma en diferentes roles y es abismal el cambio cuando todo está en armonía y cada una conoce su rol… te va bien, más allá de ser campeón o no yo considero que te va bien cuando en un torneo podés hacer lo que se entrenó. Eso hoy lo noto al ver a las chicas por la tele, lo veo en las caras, hay ciertos gestos, complicidad… este equipo va bien porque se ve en las miradas, en las sonrisas, en el abrazo de los goles que parece una pavada pero se nota cuando un abrazo es genuino de que no importa quien lo haya hecho”, afirmó la múltiple medallista olímpica.

Respecto al sentir que tiene hoy de afuera con Las Leonas actuales, Russo sabe bien de lo que habla, es un sentimiento inquebrantable que excede el límite del tiempo y ella lo revalida cada vez que se juntan con sus compañeras vintage: “Ese grupo tratamos de, por lo menos, una vez al mes juntarnos. Nuestras reuniones son maravillosas, todas coincidimos en que en esas juntadas encontramos a las que fuimos, o las que somos, en la esencia pura, con los hijos, con el tiempo, con las pérdidas, con todo lo que te lleva a la vida pero en esas reuniones volvemos a ser esas y hoy entendemos que fuimos unas privilegiadas en poder haber hecho lo que nos apasionaba y nos gustaba”.

Y añadió, “nuestro 80% del tiempo era el seleccionado y pensar viajes, objetivos, torneos, entonces amamos juntarnos y somos felices cuando nos vemos y después somos incondicionales hoy en todo lo que nos pasa, es la amistad pura la que tenemos y es una camada que quedó muy unida”, aseveró la bicampeona del mundo.

Para finalizar, Mariné se animó a relatar lo que significó esa parte del camino en su vida y como lo extrapoló a los distintos ámbitos que integra: “Es un estilo de vida, lo que aprendí lo llevé a mi cotidianidad, de la misma manera que lo hacía yo se entrenaba todas y tomábamos cada desafío como una oportunidad. Tampoco vamos a romantizar levantarse a las seis de la mañana e ir a correr bajo la lluvia, pero cuando estás haciendo un deporte con todos los valores, porque no es que éramos un grupo de amigas que íbamos como una banda descontrolada, estábamos representando al país, que lleva una responsabilidad, y soy así en el trabajo, como amiga, como hija… todo, trato de ser igual entonces no puedo estar más agradecida de haber tenido la fortuna y la suerte de haber estado tanto tiempo en la selección. Para mí, sin dudas, fue un privilegio haber sido Leona“, finiquitó la mamá de Gaspar y Simón.