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Las microestrellas de la lucha libre son protagonistas

CIUDAD DE MÉXICO - El hombre cuyo rostro cubre una máscara roja con una M plateada a un lado de su cabeza, se atribuye ser el luchador más pequeño de México. El joven de 19 años tiene un metro de estatura (poco más de 3 pies). Sin embargo, no se avergüenza de su tamaño. De hecho, su nombre escénico fue escogido en honor a ello: Microman.

Microman creció en el mundo de la colorida lucha libre mexicana. Su padre, KeMonito, es una de las mayores estrellas de este deporte, aunque no es considerado luchador. KeMonito viste un traje de mono azul que recuerda a un Ewok y ha trabajado desde los años 80 como mascota de los luchadores.

Microman, de cierta manera, sigue los pasos de su padre.

Es una de ocho microestrellas que forman parte de un novedoso programa de la organización más prominente de la lucha libre en México, el Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL). Bajo el programa de microestrellas, estos luchadores entrenan para competir al nivel más alto, haciendo maniobras y técnicas aéreas características de los luchadores de mayor tamaño y no de las mascotas, las cuales frecuentemente son arrojadas por el ring.

"Hay gente que nos apoya, hay gente que gusta de nuestros combates", expresó Microman mientras se preparaba para la batalla de tres contra tres de esa noche, presentada en un programa de lucha libre. "Hay gente a la cual no le gusta, gente que simplemente nos insulta, a quienes les desagrada este concepto. Dicen que no deberíamos estar aquí".

Microman indicó sentirse orgulloso de ser uno de los primeros en traer de vuelta a la organización de lucha libre la práctica de microluchas.

"La importancia (del programa), yo creo que es, más que nada porque hace muchos años que se perdió este concepto," indicó Microman, horas antes de su pelea. "Vamos a seguir echándole ganas para que tomen más en cuenta y sea más apoyado este concepto de microestrellas."

Horas después, la multitud rugió en señal de aprobación en la cavernosa Arena Coliseo de Ciudad de México, a poca distancia a pie del rudo barrio de Tepito, en el cual Microman creció al lado de su padre. Microman tumbó el cuerpo de El Perico Zacarías con su segundo torniquete y lo suspendió en el aire mientras los asistentes coreaban: "¡Microman! ¡Microman!". Súbitamente, impactó con su trasero al rival con máscara de loro para sentarse en él y dejarlo sin movimientos.

Entonces, Microman comenzó a pavonearse por el cuadrilátero y movió su mano de forma circular. Lo haría nuevamente.

Moviéndose hacia el lado opuesto, comenzó a tomar impulso y corrió hacia su aturdido oponente. Rápidamente, el réferi Átomo, con corte de pelo al estilo mohawk, reveló su lado malvado y tomó a Microman por su cabeza, le dio vueltas y lo disparó como salido de un cañón.

El árbitro traidor ayudó a El Perico Zacarías y su equipo, no solo a ganar la competencia de tres contra tres esa noche. Además, le humilló. El hombre, con un pico en su frente, arrancó la máscara de Microman, quien cubrió su cabeza rápidamente con un paño blanco para así cubrir su cara. A pesar de la derrota, los presentes siguieron coreando: "¡Microman!"

En el mundo de la lucha libre, la máscara es algo primordial y si se arranca de la cabeza de alguien constituye la peor seña de irrespeto y un gran fracaso. Afortunadamente, Microman escapó del ring con su identidad secreta intacta. Podrá vestir su máscara roja con la M plateada una vez más.

"Darles un estelar"

La lucha libre es un tema controversial en la comunidad de personas de baja estatura, tanto por la terminología como por el rol que los luchadores desempeñan en el ring. Se ha denominado como "lucha libre de enanos", palabra considerada como la peor ofensa posible. El sitio web de la organización Little People of America explica que "este término no goza de aprobación y es considerado ofensivo por la mayoría de las personas de baja estatura. Esta denominación se origina en 1865, en la cúspide de la era del "espectáculo de fenómenos humanos" y generalmente se aplicaba únicamente a personas de baja estatura que eran mostradas como espectáculo público, por lo cual es considerado tan inaceptable hoy en día".

En México, una palabra castellana es igualmente ofensiva dentro de la comunidad.

"Enano", dice Chamuel, disfrazado con una máscara de payaso semi-malvado, al preguntársele cuál es la palabra que más le ofende. "Esa es la única". Chamuel estaba bañado en sudor tras haber ganado el combate en el cual unió fuerzas con El Perico Zacarías. Había pasado los últimos 20 minutos intercambiando golpes y efectuando complejas rutinas acrobáticas con otros miembros del programa de microestrellas.

Catalina Gaspar, presidenta de la Fundación Gran Gente Pequeña de México, A.C., organización no gubernamental que lucha por reivindicar los derechos de las personas de baja estatura, explicó que la palabra era utilizada para describir a "una persona de mente corta en la Edad Media. No eran personas chaparritas. Era una persona tamaño estándar, pero de mente corta".

Sin embargo, esta palabra fue utilizada para referirse a las personas afectadas por "un trastorno del crecimiento, caracterizado por una talla muy inferior a la media de los individuos de la misma edad y raza", condición cuyo término científico aceptado por la Real Academia Española es precisamente la palabra "enanismo", lo cual complica aún más el panorama.

"Ya las nuevas generaciones hablan de pequeños ¿no? Pero es un poco pesado cambiar un estereotipo que durante más de dos siglos se le dio a la gente de talla baja", prosigue Gaspar.

Igualmente, explicó que conseguir un empleo siempre ha sido difícil para las personas de baja estatura, y uno de los pocos sitios en los cuales siempre había trabajo disponible eran las numerosas ligas de lucha libre esparcidas por todo el país. El programa de microestrellas de la CMLL aporta un ejemplo en los progresos hechos en cuanto a comprensión y aceptación de las personas de talla baja en México.

"Los prejuicios es mucho. Desde un prejuicio desde que naces, tienes que luchar contra medio mundo," dijo Gaspar. "A ser aceptado a veces por tus propios padres, ser aceptada por tu familia; salir a la calle, buscar un trabajo".

Los primeros combates con personas de baja estatura en México se remontan a 1950, aproximadamente. Sin embargo, Julio César Rivera, veterano comentarista de la CMLL expresó que "había pocos combates, eran una atracción de circo". Reconoció que la lucha libre tiene una conexión histórica con la utilización del término ofensivo debido al hecho que, durante varias décadas, se denominó a los luchadores de baja estatura como "enanitos" hasta que "cambió la ideología dentro de la sociedad".

La popularidad de la lucha con combatientes de baja estaturá creció de forma sustancial en la década de los 70, cuando se escenificaron gran cantidad de peleas por todo el país. A pesar de ello, en los años 80 su estatus como favoritos de la afición decayó y la organización de lucha libre decidió no seguir incluyéndolos en sus programas. Se implementó una nueva modalidad en 1988 en la CMLL cuando un luchador de estatura estándar llamado Tinieblas presentó a la primera mascota, apodado Alushe, quien cambiaría su nombre luego a KeMonito.

A principios de la década de los 90, la CMLL implementó la división de miniestrellas, conformada por luchadores con estatura máxima de 1.50 metros. Sin embargo, para la década del 2000 no se estaba vigilando celosamente dicha restricción: un campeón reciente en esta división medía 5 pies, 6 pulgadas y tres cuartos. Aquellos afectados por formas más severas de enanismo y otras condiciones de baja estatura que no podían cumplir con los requerimientos de velocidad de la división trabajaron principalmente como mascotas, sin poder competir en sus propias peleas. Si bien otras ligas prominentes continuaron presentando combates entre "micros", se vieron relegados a un segundo plano como meras mascotas al principal nivel de la lucha libre en México.

Gaspar lamentó lo que considera como tratamiento mediocre de los luchadores de baja estatura durante la historia de este deporte, indicando que muchos han sufrido lesiones a través de los años fungiendo como mascotas y al recibir golpes por parte de luchadores de estatura estándar. El día típico de trabajo de una mascota incluye tener que soportar golpes de piernas y martinetes hasta ser lanzado desde una esquina del cuadrilátero hacia un oponente.

Gaspar se preguntó en voz alta: "¿por qué siempre darles el papel de mascotas en México? ¿Por qué? ¿Por qué no darles un estelar?"

"Siento mucha adrenalina"

Chamuel, el hombre con la máscara de payaso semi malvado, decidió utilizar su nombre de luchador por un arcángel bíblico. Chamuel afirma siempre haber querido ser luchador. Comenzó a combatir a los 13 años y ahora, casi una década después, ha cumplido su meta: "transmitir felicidad a los aficionados" desde el cuadrilátero del mayor escenario del país.

Chamuel entrena casi todos los días de la semana; cónsono con su nombre, tiene el esculpido físico de una estatua de arcángel. A pesar de ello, admite la existencia de prejuicios contra la gente de baja estatura en México, especialmente la idea de tener menor inteligencia por su estatura debido a las implicaciones históricas de la palabra ofensiva.

Sin embargo, Chamuel dice que "depende" de la persona y sugiere que "hay ocasiones en las cuales ellos no están educados al respecto".

Gallito también admitió haber sentido discriminación en México. Recordó muchas ocasiones en las cuales la gente le ha señalado y dicho la etiqueta que le ofende. Pero no permite que eso le haga sentirse disminuido. Cuando le pregunto con respecto a sus sensaciones al ingresar al cuadrilátero, el hombre oculto tras la máscara de gallo hace gestos de gran felicidad.

"Uyy, la verdad yo siento mucha adrenalina," afirmó Gallito, al prepararse para la pelea de tres contra tres. "Me siento muy emocionado al estar arriba del ring. Disfrutar, disfrutar mi trabajo. Yo lo disfruto, la verdad."

Gallito recibió este nombre al haber comenzado su carrera acompañando al luchador llamado Gallo como su mascota. Con 26 años, Gallito no estaba vivo cuando no existía la cultura de la mascota en la CMLL. Creció en un mundo en el cual, al ver lucha libre en televisión, veía personas de baja estatura siendo pateadas o arrojadas por el ring como armamento.

Si bien eran rutinas obviamente ensayadas y planificadas, seguían siendo dolorosas. Ahora, como parte del programa microestrellas, ya no tiene que soportar golpes por parte de luchadores de mayor tamaño. Ahora se concentra en ejecutar maniobras acrobáticas difíciles para personas de cualquier estatura.

"La cultura mexicana es la lucha libre"

La cultura de las mascotas sigue presente en la CMLL y otras organizaciones de lucha libre. Probablemente, la mascota más conocida y emblemática de la CMLL es KeMonito, padre de Microman. KeMonito afirma haber sido la primera mascota en la CMLL tras un periodo en el cual no había presencia alguna de personas de baja estatura en la organización de lucha libre en cualquier aspecto. Si bien otras federaciones de lucha de menor nivel prosiguieron escenificando micro combates, con peores condiciones y menor salario, la CMLL comenzó su división de miniestrellas.

Desde entonces, KeMonito ha servido como mascota de algunos de los luchadores más populares durante los últimos 38 años y al día de hoy, sigue acompañando a las estrellas de mayor talla, como Místico y El Valiente, aunque sigue siendo lanzado y golpeado durante las competencias.

"Sí, por eso le decía hace rato que para una mascota es casi igual que un luchador, porque tiene que aguantar lo de los luchadores normales," dijo KeMonito, siendo sus ojos, rodeados por patas de gallo, la única parte visible de su cuerpo, mientras que el resto se mantiene cubierto bajo el disfraz lleno de plumas. "Y los micros, pues todos son casi del mismo tamaño. Es muy diferente que con los grandes."

"Bueno, a raíz del tiempo, han pasado varios golpes fuertes, pero nada así que digamos muy serio. Aunque sí, hay lastimaduras y todo eso, pero no tan seriamente", prosigue KeMonito.

Muchos de los golpes más fuertes sufridos por KeMonito fueron propinados por el fundador y entrenador del programa de microestrellas. Durante muchos años, hubo un relato en la lucha libre bajo el cual KeMonito batallaba con el establo de luchadores de Los Guerreros del Infierno, especialmente contra su líder, El Último Guerrero. Un GIF tristemente célebre del Último Guerrero pateando a KeMonito fuera del ring es utilizado muy frecuentemente en mensajes de texto y redes sociales por los mexicanos. Sin embargo, fuera del cuadrilátero, KeMonito y Último Guerrero eran buenos amigos.

El Último Guerreo explicó que fundó este programa porque su viejo amigo KeMonito se le acercó con una pregunta relativa a su hijo.

"(Kemonito) me dijo que (a su hijo) le gustaba la lucha y (preguntó) que si lo podía ayudar, si lo podía entrenar, Y, este, le dije 'pues sí, mándamelo'," expresó El Último Guerrero en una sesión vespertina de entrenamiento con varias microestrellas. "Y comencé a ver que tenía muchas aptitudes, empecé a ver que le gustaba esto de la lucha, pero él no quería ser mascota, él quería ser luchador. Entonces dije 'no, pues se me hace un poco difícil, porque nada más estás tú'."

El hijo de KeMonito comenzó a entrenar bajo las órdenes de El Último Guerrero y ocurrió que muchas otras jóvenes mascotas, como Gallito y Chamuel, tenían sueños similares. El Último Guerrero dijo sentirse muy satisfecho al ver a los aficionados corear los nombres de las microestrellas y aplaudirles durante las peleas, especialmente el nombre del hijo de KeMonito: Microman, Microman, Microman.

"Pueden ser ídolos, pueden ser estrellas de la lucha libre y convertirse en parte de la cultura mexicana, porque la cultura mexicana es la lucha libre", dijo el Último Guerrero.

El 30 de abril, la noche siguiente a la pelea en la cual se arrancó la máscara del rostro de Microman sin miramientos, éste acudió a la Arena México, principal estadio de la lucha libre, listo para la venganza. Compitió en un Torneo Cibernético, un complejo enfrentamiento de ocho personas en las cuales se van eliminando progresivamente, contra otras microestrellas.

Era el primer aniversario del programa microestrellas. Al final del duelo, solo quedó un vencedor: Microman. La multitud coreó su nombre.

Microman explicó que a su padre no le importaba ver que su ídolo luchador era La Mascarita Sagrada, la miniestrella más popular en los años 90 y 2000 quien llegó a combatir no sólo en la CMLL, incursionando además en la WWE de Estados Unidos.

"También admiro a mi padre por haber soportado esto durante tantos años, por haber recibido golpes de luchadores de talla regular. Eso es algo que no tenemos que soportar nosotros, porque sólo nos enfrentamos a luchadores de nuestra estatura", indica Microman. "Él me apoya, me da consejos y los tomo mucho en cuenta. Le agradezco por todo ello".

Microman tomó una pausa al pensar si existía una palabra que le ofendiese.

"Mmmm.... No lo creo. Pienso que desde que fui niño, mi padre me ayudó mucho a no prestar atención a lo que la gente nos pudiera decir y no afectarnos por ello. Al final del día, nadie puede hacer feliz a todo el mundo", indicó.

Microman, finalmente, puede luchar en la misma liga en la cual veía a su padre en televisión. No le importa si la gente le juzga a él o a su trabajo. Está haciendo realidad sus sueños.

"Siempre habrá alguien a quien no le guste nuestro trabajo y eso hay que respetarlo, porque también hay gente que no le gusta lo que hacemos y, perfecto, no hay problema con eso".