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Renato Ibarra: la indiferencia y la ignorancia

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¿Renato Ibarra merece la segunda oportunidad que pide? (2:00)

Mauricio Pedroza: "Pide disculpas y luego dice que no hizo nada malo, entonces porqué pide disculpas" (2:00)

- ¡Pero si no la tocó!

- ¡El Juez lo declaró inocente!

- ¡Su esposa se vendió, para qué lo perdona!

- ¡Lo que pasó es su vida privada, muy su problema!

No sé cuál de todas esas líneas, repetidas con frecuencia en la última semana, exhibe con mayor claridad la profundidad del problema que es el caso de Renato Ibarra y su regreso al futbol mexicano.

Lo que es indudable, es que todas demuestran la decepcionante ignorancia que rige nuestro medio.

Renato Ibarra violentó y agredió a su esposa, Lucely Chalá. El video en el que tiene que ser detenido por otros dos sujetos, mientras la amenaza con lo que aparenta ser el soporte de una lámpara y el parte médico que da fe de las heridas sufridas por Chalá, son pruebas contundentes del acto.

Pero no, para un grueso sector de nuestro querido fútbol mexicano, Renato es casi casi una víctima. No de sus propios gritos y puños, sino de “nuestra hipocresía”.

La violencia de género en México es tan grande como la indiferencia de unos y la ignorancia de otros.

La indiferencia como la de aquellos que creen que “es un problema de su casa”. Que “no porque le pase a su esposa le pasa a otras mujeres” y de “mientras meta goles para mi equipo, porque me importa como sea en privado”.

O la indignante ignorancia de quienes piensan que un agresor es solo el que cumple su objetivo: lastimar, herir y ultimadamente matar. Vamos, aquellos que aducen a que si no hay sangre y moretones no hubo agresión.

Por un momento, cuestionar la permanencia de Renato Ibarra en la liga mexicana se volvió un asunto de camisetas. Exigir el respeto a los valores esenciales de la mujer se convirtió para algunos ingratos en una afrenta al americanismo.

Ni hablar de los que se volvieron partícipes de la maquinaria publicitaria para limpiar la imagen de Renato. Un burdo intento de colocarlo en el ojo público para ver qué tajada le podía sacar el América.

Tan echada andar esa máquina que el Atlas le hizo la parada para subirse al descarrilado tren que representa la presencia de un tipo que podrá sumar en la cancha, pero que substrae en la sociedad.

Las segundas oportunidades no se dan, se merecen con acciones y hasta ahora, Renato Ibarra no ha demostrado merecerla.

Y si las ignorantes acciones del América y del Atlas son condenables, la indiferencia de la Liga MX y la Federación Mexicana de Futbol lo es por igual.

Porque teniendo la enorme plataforma de enviar un mensaje lleno de valor y compromiso con un sector vulnerable y desprotegido como las mujeres, vetando a Renato Ibarra de cualquier participación en sus torneos, prefirió voltear a otro lado, como si nada hubiera pasado.

Me imagino que era mucho pedir.