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Jorge Masvidal, ícono en Miami y pionero para los latinos en la UFC

Nadie le regaló nada: “Los latinos tenemos que trabajar el triple para ganar lo mismo que el resto”, era una frase recurrente en el discurso de Jorge Masvidal, un icono de Miami, el mejor representante de la cultura latina en el sur de la Florida, con raíces cubanas y peruanas.

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La inmensa cantidad de migrantes provenientes de la isla en el código 305, lo adoptó como un hijo pródigo, llamado “jornalero” de forma despectiva por sus oponentes, pero el término resultaba apropiado. Jorge Masvidal tuvo que trabajar durante dos décadas como profesional para ganarse un lugar entre las máximas estrellas del UFC, el más vendedor entre los de origen latino.

Masvidal tenía 17 años cuando UFC 42 llegó a su ciudad en el 2003, estar entre el público esa noche lo convenció de lo que vendría, debutar como profesional un mes después y comenzar un recorrido que lo convertiría en super estrella el 2019, el mejor año de su carrera.

Pero para llegar a ese lugar, Masvidal tuvo que pasar por muchas promociones, alternaba con peleas callejeras que fueron parte de un fenómeno viral en los comienzos de la plataforma YouTube.

Desde pelear en Japón, pasando por la primera cartelera de la historia de Bellator hasta disputar el título de Strikeforce en el peso ligero, siempre fue fiel a su estilo bravucón y violento. Estaba dentro de la jaula para dar un espectáculo.

Con la fusión de Strikeforce y UFC, Masvidal llegó al octágono en abril de 2013, el peso ligero fue su casa hasta que su cuerpo dejó de responder al severo corte y llegó al peso welter, ahí cambiaría la historia.

Tres años después de su debut en las 170 libras llegó el gran salto de su carrera, el UFC lo mandó a Londres para enfrentar a Darren Till, que había peleado por el título de la categoría ante Tyron Woodley y necesitaba una pelea de “rebote” para volver a tener una oportunidad.

Jorge tenía otros planes y en la misma noche noqueó a Till para silenciar al público local y protagonizó un altercado con Leon Edwards, donde el actual campeón de la división salió con el orgullo herido.

Esa noche en la O2 sembró la semilla de una de las rachas más lucrativas de la historia del UFC.

EL DÍA QUE CAMBIÓ LA HISTORIA

El 6 de julio de 2019 Jorge Masvidal enfrentó a Ben Askren, un laureado luchador que había sido campeón de Bellator y One Championship y llevaba años buscando probar su talento en el UFC.

La cartelera estelar de UFC 239 vivió el nocaut más rápido y electrizante a los cinco segundos del combate con la rodilla a la cabeza que mandó a Askren a dormir. Masvidal incluso nombró una edición especial de su marca de mezcal “5 segundos”.

Le robó el brillo al estelar de Jon Jones y dio el saltó a la fama.

Durante décadas, el Madison Square Garden fue el objeto del deseo del UFC, pues la regulación del estado de Nueva York no permitía peleas de MMA, cuando finalmente se abrió la puerta, fueron Conor McGregor, Georges St, Pierre y Daniel Cormier los que cargaron con la responsabilidad de vender los boletos.

Eso cambió cuando Jorge enfrentó a Nate Diaz por el cinturón BMF, la primera vez que la promoción ha creado un cinturón simbólico en respuesta a la atención que la pelea generaba.

La victoria fue clara para Jorge y no quedaba otro camino, enfrentar a Kamaru Usman por el campeonato.

LA ESTRELLA DEL PESO WELTER

La negociación para la pelea por el cinturón no fue fácil, se atravesó la suspensión de los eventos por la pandemia y cuando la Fight Island emergió como salvadora para hacer eventos, Jorge no era el candidato en UFC 251.

Leon Edwards tenía la racha y clasificación, pero no podía salir del Reino Unido, Gilber Burns dio positivo a Covid y una semana antes tuvo que salir del combate. El “Gamebred” hizo el viaje de última hora para una pelea de cinco rounds donde Usman impuso su lucha.

Tuvo su revancha en UFC 261 en Jacksonville, pero el entonces mejor libra por libra del mundo lo sorprendió con una brutal mano derecha.

Luego de tres eventos estelares de pago por evento que se colocan entre los mejores de la historia regresó en UFC 272 para enfrentar a su amigo y compañero Colby Covington.

Ahora fue la arena T-Mobile la que abarrotó para un combate donde tuco un par de momentos, en los rounds 2 y 4 donde pudo lastimar a Covington, pero de nuevo la lucha pesó en su intentó y perdió por decisión.

La tercera derrota en fila, la que lo puso a pensar sobre el futuro.

EL CAPÍTULO FINAL

El destino traería de vuelta al UFC a Miami el 8 de abril de 2023, 20 años después de la última visita a la ciudad y de su debut profesional.

Jorge apareció en el pesaje con sus hijos por primera vez, tuvo a su padre, del que estuvo separado por problemas legales y el traslado a Colima, México, donde vivió durante seis años, además de decenas de familiares y amigos que lo acompañaron para la pelea de Gilbert Burns.

Sabía que era la última llamada, una victoria abriría las puertas para una pelea de campeonato contra Edwards, que quería saldar la cuenta del incidente tras bambalinas dentro de la jaula, pero la derrota lo sacaría de la clasificación de la categoría.

Fue una pelea competitiva, pero claramente del lado de Burns.

Se quitó los guantes tras la decisión y volvió a cruzar la barrera del lenguaje, él solo hablaba español hasta los 13 años a pesar de haber nacido y crecido en los Estados Unidos, hasta el último momento estuvo orgulloso de ser latino.

El UFC tuvo grandes campeones con ese origen, desde Tito Ortiz, Dominick Cruz o Caín Velásquez hasta Henry Cejudo, pero Jorge pudo conectar de manera real, no era un prodigio de la lucha ni un excampeón olímpico, fue un peleador callejero que se tuvo que trabajar el triple, casi 50 peleas profesionales para disputar un cinturón de la promoción, pero se fue como un multimillonario que abrió una puerta.

Hoy deja la estafeta para los estelares latinos tres mexicanos, Brandon Moreno, Alexa Grasso y Yair Rodríguez portando cinturones. El futuro en buenas manos.