El peleador mexicano, multimedallista panamericano y mundial en sambo, recorre una ruta inusual para llegar al UFC con Diego Lopes en su esquina en Fury FC.
El invicto mexicano Imanol Rodríguez (4-0) enfrenta este domingo a Alberto Trujillo en Fury FC en Houston, Texas.
Nacido en Ensenada, Baja California hace 24 años, más allá de ser un sólido prospecto en las 125 libras, tiene un camino inusual para un peleador latinoamericano.
Rodríguez Pillado es tres veces campeón panamericano, tres veces campeón mundial juvenil y medallista de bronce mundial en una disciplina que poco se conoce en su país, el sambo.
Hoy es una de las bases del MMA de alto nivel en las mayores promociones del mundo. Hace más de 100 años se practicaba en la extinta Unión Soviética y hoy es el deporte de combate por excelencia en muchos países. Pero hace apenas unas dos décadas se oficializaron las competencias en el continente americano.
Con experiencia en judo, kickboxing y boxeo, el ensenadense encontró en el combate sambo un futuro.
“Yo empecé a entrenar desde muy niño en judo, con José Salgado, de ahí incursioné al sambo después de un torneo en Acapulco, hice mucho recorrido en el sambo, la mayoría de mis peleas son ahí. Viajé por muchas partes del mundo: Rusia, Colombia, República Dominicana, Corea, mucho recorrido para poder adaptarme a las MMA”, explicó en entrevista con ESPN Deportes.
El poco conocimiento del deporte y la distancia con los países donde la estructura es más sólida han complicado que los peleadores latinoamericanos brillen en el máximo nivel.
“No es fácil para un latino, la mayoría de nosotros no tenemos un sustento o una inversión más allá de las comidas y la escuela. Salir de Ensenada fue muy difícil. Para practicar al sambo es un deporte muy poco conocido en México, para buscar patrocinadores no lo entendían. Hasta que Khabib (Nurmagomedov) fue campeón, pero antes de eso era muy difícil”, explicó.
Imanol siempre tuvo desventaja física y ahora ganar masa muscular es una de sus metas para ser más cercano a sus rivales en el peso mosca del MMA después del rebote: “competía en 57 kilos y peleaba en 52, de hecho, el segundo mundial lo gané pesando 54 kilos”.
El sambo lo llevó a vivir durante largos periodos en Rusia, Uzbekistán, Mongolia, Colombia y República Dominicana, donde tuvo que ganarse el respeto de sus compañeros y rivales.
“Fue difícil la convivencia, porque hay mucho racismo entre países. Es una competencia, si entre estados te hacen menos, ahora un ruso con un mexicano chaparrito, pues siempre me hacían menos, no entendía lo que me decían, me escondían las cosas, no tenía equipo porque me lo robaban. Me hacían maldades, pero poco a poco hice mi trabajo para caerles bien. Empecé a demostrarles que también tenía mis armas, tenía que proponerme para llegar lejos y no por ser mexicano no iba a lograrlo”.
Fue la pandemia del 2020 la que limitó sus viajes y lo acercó tanto al boxeo como al MMA, donde llegó al equipo Blackicans del coach Arafath Irra, que más tarde la daría la oportunidad de debutar en Combate Global.
La mano de Diego Lopes como coach
Rodríguez entrena desde principios del 2024 con el actual clasificado número 3 del peso pluma del UFC, Diego Lopes, en el equipo Brazilian Warriors de Puebla y contará por segunda vez con él en la esquina. De hecho, ha sido parte de sus últimos campamentos en Las Vegas.
“En mi debut conocí a Diego Lopes, enfrenté a uno de sus alumnos y de ahí me invitó a su academia a seguir preparándome en Puebla”, compartió.
Después de probar en el boxeo, donde hizo 12 peleas amateur y compitió en el torneo ‘Guerra de Fronteras’ y luego dos peleas profesionales hasta que le llegó la oportunidad en la promoción de la ciudad de México Budo Sento. Ahí conoció a Lopes, pues a pesar de estar oxidado en su pateo y lucha, ajustó para vencer a su compañero Dante Díaz por nocaut.
Lopes, además de su destacada carrera en apenas año y medio dentro del UFC, ha estado en la esquina de sus compañeros en Lobo Gym Alexa Grasso, Irene Aldana, Lupita Godínez y Alessandro Costa. La relación con Lopes y su equipo llegó en el momento correcto, pues después de haber trabajado como chofer y tener otros empleos temporales estaba pensando dejar el deporte.
“Ya solo quería tener una vida, una familia, pero cuando llegó la segunda pelea en Budo, en Veracruz, me ofrecieron la pelea de título ante Canek Granados. Ya tenía comunicación con Diego y le dije que iba a hacer campamento, era cuando Brandon Moreno iba a pelear en México una noche después. Pero al final por razones de Budo me dejaron fuera de la cartelera, más que de la cartelera no me dejaron pelear por el campeonato. Ya no tengo resentimiento, pero en ese momento tuvimos que hacer una inversión importante”, compartió el peleador.
Ahora, bajo contrato en Fury FC, una de las promociones que está llevando más peleadores al UFC en los últimos años, está convencido que va por el camino correcto al sueño de pisar el octágono en el próximo año.