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viernes, 14 de julio de 2017
El torneo anual del 'Calcio Storico' en Italia, combinación de futbol y MMA, es un espectáculo brutal que entretiene

Paolo Bandini

FLORENCIA, Italia -- Un joven está tendido con sus piernas y brazos abiertos en el centro de un estadio cubierto de arena, mientras le sale sangre de un corte sobre su ojo. El tipo que le hizo esta herida está montado sobre su pecho, inmovilizándolo. Alrededor de ellos, más hombres están peleando en un terrorífico remolino de puños y rodillas, cargas de hombro y codazos.

Lo que le otorga un matiz surrealista a esta escena es la indumentaria de los combatientes. Mientras que algunos están con el torso desnudo y otros tienen camisetas, todos ellos visten un par de pantalones de piernas infladas, con rayas brillantes, réplica de los que se usaban en el siglo XVI.

Están jugando al calcio storico fiorentino -- fútbol histórico florentino -- o, como muchos lugareños lo denominan, calcio in costume -- fútbol con disfraces. Un antecedente lejano de los deportes modernos como el fútbol y el fútbol americano, es lo más parecido a una mezcla entre artes marciales mixtas y rugby.

Dos equipos de 27 jugadores, o calcianti, luchan por introducir una pelota dentro de la meta del oponente, en ambos extremos de un campo de juego que mide aproximadamente 88 x 44 yardas (80 x 40 metros). Más allá de ese objetivo básico, incluso algunos participantes son muy detallistas, con más de uno que describe el deporte como que se rige por “unas tres o cuatro reglas".

Las restricciones básicas son las siguientes:

Los partidos se juegan ininterrumpidamente durante 50 minutos, sin descansos ni reemplazos. Si un jugador deja el campo de juego, no puede ser reemplazado. Perder incluso un jugador, en tales condiciones, puede ser devastador, especialmente en el pico de uno de los veranos italianos más cálidos que se han registrado.

Y por eso, el joven con el corte arriba de su ojo espera pacientemente y deja que su sangre impregne la arena. Un equipo médico arribará en uno o dos minutos para detener la hemorragia mientras sigue debajo de su oponente. Su día recién está comenzando.


NADIE COBRA DINERO por jugar al 'calcio storico'. Es una actividad estrictamente amateur y muchos de los que lo practican ni siquiera lo consideran un deporte. “Porque no lo es”, afirma en italiano Fabio Selvaggio, un jugador de los actuales campeones, los Bianchi di Santo Spirito. “Es una recreación histórica”.

Sea cual fuere la definición, el 'calcio storico' es sin duda un pasatiempo demandante. Hay solo cuatro equipos en Florencia, y compiten en solo un torneo oficial durante un año típico. Es un sistema de eliminación directa, con dos semifinales y luego un partido por el campeonato, así que incluso en una temporada exitosa, dos partidos es lo máximo que puede aspirar a jugar un equipo.

Y a pesar de ello, los equipos practican tres veces por semana durante tres meses previos al torneo de junio. Cada uno puede incluir hasta 60 o 70 jugadores en su lista, a pesar de que solo 27 pueden jugar en un partido. Ni siquiera la eliminación de la tradicional recompensa para los ganadores -- una vaca de raza Chianina premiada -- ha disminuido la participación.

¿Qué es lo que impulsa a los 'calcianti' a participar? Nadie podría ignorar los riesgos que ello implica. Todos los jugadores entrevistados para este artículo, sin excepciones, dijeron sentir miedo al entrar al campo de juego. En una cena ofrecida por los Bianchi en la noche antes de la final, no era difícil advertir las cicatrices y narices fracturadas que este juego ha producido en sus veteranos.

Selvaggio fue sincero al admitir su inicial sensación de horror. “Asistí a mi primer partido cuando tenía 8 o 9 años”, dijo. “Tenía un entrenador de fútbol que jugaba para los Rossi. Me llevó con él para mirar, pero yo desconocía lo que iría a presenciar. Me dejó una impresión realmente desagradable.

“No tenía idea de que iba a ver a los jugadores recibiendo puñetazos y patadas antes de caer al suelo. Cuando vi a mi entrenador forcejear, comencé a llorar. Le gritaba a mi papá, ‘¡Llévame a casa!’”.

Debieron pasar años para que Selvaggio perdiera esa sensación de pánico y viera al juego desde un punto de vista diferente. Como muchos otros jóvenes de Florencia, terminaría por jugar una versión atenuada del 'calcio storico' con sus amigos de la adolescencia. Se permitían los tackles pero no los puñetazos -- aunque a veces se generaban peleas.

A los 20 años, había aprendido a amar este juego y se incorporó a una sesión de entrenamiento con los Bianchi. Dieciocho años más tarde, aunque tiene una familia y un trabajo como pintor/decorador, todavía sigue participando. “Es por la adrenalina”, explicó. “Sin duda hay un elemento que a uno lo impulsa a competir con otras personas, para demostrar que, ‘Eh, soy más fuerte que tú'”.

Si bien este último punto es un tema común, no hay una razón única por la que las personas juegan. Para algunos es una prolongación natural de su pasión por otros deportes de contacto, que se practica junto al boxeo o al rugby. Para otros, la tradición y la comunidad juegan un rol fundamental.

Para poder comprender totalmente este juego, se requiere entender el concepto italiano de campanilismo. A lo largo de todo el país, persiste una intensa veta de localismo -- por la que muchas personas poseen un sentido de pertenencia con las calles vecinas a la torre de la iglesia local (campanile) mayor que el que sienten por la nación o incluso por su ciudad en su totalidad.

Esta cultura está incrustada en el 'calcio storico'. El nombre de cada uno de los cuatro equipos corresponde a una iglesia que, a su vez, representa a un vecindario histórico de Florencia. Los Bianchi (Blancos) están afiliados a la Basilica di Santo Spirito, los Rossi (Rojos) con Santa Maria Novella, los Verdi (Verdes) con San Giovanni y los Azzurri (Azules) con Santa Croce.

Sacerdotes de cada iglesia bendicen a las banderas de sus equipos en ceremonias especiales que se llevan a cabo antes de cada torneo anual. El padre Giuseppe Pagano, cura párroco de Santo Spirito, ha celebrado ceremonias de matrimonio para los jugadores y bautizado a sus hijos.

Se refirió con optimismo al rol de los Bianchi como punto de congregación para la comunidad. Incluso fuera de los tres meses del año en que el equipo está entrenando, busca ejercer su influencia para fines positivos -- movilizando a sus 800 miembros para colectas de beneficencia y campañas para donación de sangre.

El padre Pagano reconoció que a él le disgusta la violencia del 'calcio storico', pero alienta a los espectadores a mirar más allá. “He presenciado algunos hermosos momentos en los que siguen correctamente las reglas”, dijo. “Algunas escenas maravillosas, como la de un futbolista arriba de su oponente, a quien tenía inmovilizado por un rato para que no pudiera moverse, ofreciéndole una botella de agua. He visto eso muchas veces”.

Para los jugadores que crecieron localmente, la oportunidad de defender sus colores es un poderoso factor de motivación. Emiliano Venturi, en su primer año como jefe de entrenadores de los Bianchi, siempre ha vivido cerca de Santo Spirito. Su padre jugó para el equipo y luego fue entrenador, y ahora él sigue el ejemplo paterno.

“Para un niño nacido en el vecindario, el sueño es llegar a usar ese uniforme”, dijo. “Desde luego, de 10 niños, solo dos tendrán éxito -- porque no es un juego para cualquiera”.

Para jugar al 'calcio storico', uno debe haber nacido en Florencia o haber vivido allí durante un mínimo de 10 años consecutivos. Incluso en ese contexto, Venturi cree que mantener un núcleo de jugadores de la comunidad de Santo Spirito es fundamental para el éxito de su equipo.

“Nosotros, los Bianchi, somos diferentes”, dijo. “Tenemos jugadores que no son de este vecindario, desde luego, pero cualquiera puede detectar a los locales rápidamente. Uno lo puede apreciar porque juegan con un espíritu diferente, una mentalidad diferente. Cuando llega el momento del partido, ellos explotan”.


ALGUNOS HISTORIADORES creen que el 'calcio storico' tiene sus raíces en el 'harpastum', un juego de pelota que se usaba como ejercicio de entrenamiento por los legionarios y los gladiadores en el apogeo del Imperio Romano. Sin embargo, la versión moderna tomó inspiración en una tradición militar diferente -- la de la República de Florencia, de corta vida.

Hoy en día, los partidos son precedidos por una procesión a través de la ciudad, que incluye caballería, arqueros y soldados de infantería que desfilan con un colorido conjunto de armas medievales. Estos rituales son un homenaje al partido de 'calcio storico' más famoso, jugado en 1530.

El pueblo de Florencia había derrocado a la familia gobernante, los Medici, y se había declarado una república independiente, pero se encontraron sitiados por un ejército combinado del Sacro Imperio Romano y España. Para demostrar fortaleza, se organizó un partido de 'calcio storico' en la Piazza Santa Croce, precedido por un ostentoso desfile a través de la ciudad.

El sitio de 10 meses terminaría con la derrota de los florentinos, pero ese partido sigue siendo un símbolo del orgullo y rebeldía locales. “Puedo entender que, desde afuera”, dijo riéndose Fabrizio Valleri, otro veterano de los Bianchi, “ustedes pueden pensar que estamos todos locos”.

Eso es posible, pero tal vez lo sea menos por esta celebración del pasado que por las furiosas pasiones del presente. Los cuatro equipos participan de la procesión, incluyendo los semifinalistas derrotados. El partido por el campeonato de este año amenazaba salirse de control incluso antes de comenzar, ya que los fanáticos de los Bianchi les arrojaban botellas de agua a los jugadores de los Rossi.

Estos respondieron arrojándolas de nuevo a los espectadores y una de las botellas pasó a pocos centímetros de la cabeza de una joven espectadora. Los Bianchi habían llegado a esta final en circunstancias controvertidas, ya que se les otorgó una victoria en semifinales después de que un oponente Azzurri se rehusó a dejar el campo de juego cuando fue expulsado por el réferi -- una escena que culminó con el ingreso de la policía en el campo.

Al principio, como siempre, se desató el caos. Un partido de 'calcio storico' comienza con el réferi arrojando la pelota al aire entre dos jugadores, uno de cada equipo. Cabe imaginar que con 54 jugadores apretados en un lugar estrecho, sin mencionar a los réferis más un capitán que no juega y un portaestandarte para cada equipo, la congestión es abrumadora.

Sin embargo, gradualmente comienzan a emerger patrones de juego. La prohibición de golpear a un oponente caído conduce a un inevitable proceso de eliminación, en el que los jugadores se enfrentan en combate mano a mano -- y usan cualquier método de pelea que funcione, incluyendo puñetazos, patadas e impactos corporales -- hasta que uno inmoviliza al otro en el suelo. Típicamente, el equipo que obtiene la posesión después del salto inicial, pasa la pelota hacia atrás a un jugador que pueda protegerla mientras se desarrolla la lucha descripta.

Finalmente, cuando la cantidad de jugadores de pie se ha reducido, alguno hará un movimiento. El equipo con la pelota puede lanzar un ataque -- a veces desarrollando jugadas preparadas, con bloqueadores que abren camino para avanzar o en una dirección engañosa y un intento de pasar la posesión a un compañero de equipo. O un defensor puede buscar forzar la acción abalanzándose sobre el portador de la pelota.

En cualquiera de las dos situaciones, tomar la iniciativa representa un riesgo. Avanzar a través de un campo lleno de cuerpos no es una tarea directa. Los luchadores que han ganado sus batallas individuales esperan como cocodrilos en un río barroso, listos para abandonar al hombre que han inmovilizado y atrapar las piernas del oponente que pasa.

Los derribos pueden ser brutales. Incluso para alguien acostumbrado a presenciar deportes de contacto, ver al portador de la pelota derribado por un rodillazo en la columna vertebral es impresionante. En un momento, un jugador de los Bianchi demolió a un oponente con una toma directamente sacada de la lucha profesional -- un "suplex" alemán para hacer caer a su víctima de cabeza sobre la arena y la piedra. Hasta el atacante se horrorizó luego, al darse cuenta de lo que había hecho.

Fueron los Rossi, sin embargo, los que obtuvieron una ventaja temprana. Una peculiaridad del 'calcio storico' es que los intentos de anotar pueden otorgar puntos al contrincante. A los atacantes se les otorga un punto, o caccia (literalmente, una "caza"), por lanzar o colocar la pelota sobre una pared que llega al pecho de los jugadores, y dentro de una red que se extiende unos 3 pies (90 cm) arriba de la pared y a todo el ancho del campo de juego, pero si un tiro es muy alto y golpea la cerca que está sobre la red, los oponentes reciben medio punto.

Por eso los Rossi obtuvieron una ventaja de 1½ 'cacce' a cero. Habían pasado más de 20 minutos antes de que los Bianchi lograran finalmente anotar, con un lanzamiento desde la mitad del campo del jugador Lorenzo Ardito, en su segundo año de participación. Luego de esa anotación, avanzaron rápidamente en las anotaciones y se pusieron en ventaja. Cuando faltaban nueve minutos para el fin del partido, los Bianchi tenían una ventaja de 2 1/2 cacce.

Debería haber sido suficiente. En cambio, la fatiga y el temor se impusieron. Los intentos por proteger la pelota y dejar pasar el tiempo se multiplicaron ante una contraofensiva sostenida. Los Rossi recuperaron la ventaja, 5 1/2-5, cuando faltaban dos minutos después de un arrollador avance hasta el corazón de la oposición.

La cancha nunca se había asemejado más a un campo de batalla. Los equipos deben cambiar de lado después de cada gol, pero en esta etapa los jugadores de ambos equipos -- cubiertos por una mezcla de sudor, sangre y arena -- se esforzaban por caminar. Los cuerpos yacían castigados y fracturados, los vendajes sucios ofrecían escasa protección a las narices aplastadas y a las heridas abiertas.

Los Bianchi volvieron a obtener la pelota, pero no tenían ningún plan. Su capitán seguía gritando instrucciones al estilo de un general de campo desafiante, pero sus hombres estaban demasiados castigados para responder.

“Así que tomé la pelota y avancé 5 metros, pero había dos hombres frente a mi, uno a la izquierda y uno a la derecha. No había forma de que pudiera pasar. Así que me dije a mi mismo, ‘Solo patea’. Para ser sincero, creí que había errado, porque no vi dónde iba la pelota. Pero luego escuché el rugido de la multitud”.

Era su segunda patada desde la mitad de la cancha de ese día. Mientras que la primera había ido directamente a la meta, esta cayó antes y un oportuno rebote la llevó perfectamente a pasar por arriba de la pared. Los fanáticos de los Bianchi ubicados en el extremo oeste del estadio explotaron. Ardito comenzó a llorar.


APROXIMADAMENTE UNA HORA después del final del partido, un joven con un corte sobre su ojo se arrodilla en el medio de la Piazza Santo Spirito. Todo el equipo de los Bianchi vino aquí caminando directamente después del partido, recorriendo poco menos que una milla (1,4 km), sin detenerse siquiera para cambiarse de ropa. Los ganadores fueron recibidos como héroes, por un público que incluía desde jóvenes veinteañeros que bebían cerveza hasta abuelas que se asomaban por las ventanas y agitaban tiras rasgadas de tela de manteles.

Pero todavía había que cumplir con otra tarea. El hombre arrodillado le está proponiendo matrimonio a su novia. Delante de todos, ella le da el sí.

Su nombre es Nicola Mattarese y comenzó a jugar por los Bianchi en 2014. Esa mañana, más temprano, al finalizar la última sesión de entrenamiento del equipo, él nos había explicado -- hablando en inglés -- lo que él ama del 'calcio storico'. “En la vida común, yo no soy de esas personas que están buscando golpear a alguien en la nariz” dijo. “Pero cuando era más joven, si me metía en peleas -- incluso contra mi voluntad -- yo sentía una parte mía que nunca había sentido.

“El tiempo parece detenerse. Uno deja de sentir dolor, porque la adrenalina no se lo permite. Y luego, cuando todo sale bien, uno se siente realmente orgulloso, lleno de energía. Uno se siente más seguro de sí mismo. Yo siempre he sido una persona a la que le costó sentirse seguro de sí mismo. No soy alguien audaz. Así que busqué en el 'calcio storico' esas mismas sensaciones”.

En este día, al menos, parece haberlas encontrado.




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