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Mecha parte rumbo a Francia. Un sueño. Getty Images

BUENOS AIRES -- La trama de esta historia nada tiene que ver con la película que protagonizaron Tom Hanks y Meg Ryan allá por 1998, pero sí se puede entablar un cierto paralelismo de acuerdo al foco de la misma: el correo electrónico.

El apertura tucumano Ignacio Rodríguez Muedra, jugador de Tucumán Rugby Club, tiene 20 años (los cumplió en junio) y el último domingo, luego de regresar de jugar al golf con su papá, decidió revisar su casilla de mails. Y ahí estaba el correo, sellado a fuego en su bandeja de entrada. Claro, fue el primero que abrió. La curiosidad por enterarse qué decía el mensaje, que había volado por el ciberespacio unas horas antes, se diluyó apenas terminó de leer, por enésima vez, el último renglón. ¿Sería una broma? ¿Se habrían confundido de destinatario? No, el mail era para él. "No entendía nada. El correo me decía que del Clermont necesitaban mi teléfono para proponerme no sé qué. Lo respondí con mis datos y, al toque, me llamaron. No podía creer lo que me estaba pasando", le cuenta el Pumita, que salió sexto en el último Mundial de Rosario y anotó 26 puntos, a Scrum.com.

Lo que el club francés quería detallarle era que había sido uno de los elegidos para realizar una prueba de un mes y, si cumplía con las expectativas, tenía chances de firmar su primer contrato. "Justo en mi casa también estaban mi abuelos. No sabés lo que fue. Se pusieron a llorar en el living, je.", continúa relatando Mecha, que este año estuvo nominado a mejor jugador junior 2010 por la International Rugby Board.

-¿Cuándo viajás?
-Ya; el lunes que viene a las ocho de la mañana. La prueba es hasta el 23 de diciembre.

-Sin dudas, tu performance en el Mundial fue clave...
-Sí, la verdad es que me ayudó un montón; aprendí mucho. Conocí lo que es el roce a nivel internacional y, claro, también me dio una mano para mostrar mi juego.

Si bien Rodríguez Muedra demuestra que está a la altura de los acontecimientos, todavía es como que le cuesta digerir semejante noticia. "El lunes salí a cenar con mis amigos y ellos estaban más contentos que yo. Creo que voy a terminar de caer cuando me esté subiendo al avión o cuando llegue al club. Ahí voy a estar seguro de que todo esto no es un sueño".

Seguramente, cuando arribe a Clermont, el 10 va a empezar a cruzarse con caras conocidas, que le darán una mano importante en la adaptación. Claro, Mario Ledesma, Martín Scelzo y Agustín Creevy son hombres del team amarillo y, como ocurre cada vez que un argie se suma a algún equipo del exterior, la cordialidad y la predisposición están siempre a la orden del día. "Personalmente no conozco a ninguno de los tres, pero ya es sabido que son unos tremendos jugadores, a los que hasta ahora sólo podía mirar por televisión. Y lo más importante es que, sacando lo que son como rugbiers, tengo referencias de que también son grandes tipos, grandes personas".

-¿La familia cómo lo tomó?
-Mis viejos me bancaron desde un primer momento. Obviamente es no les fue fácil asimilarlo porque se les está yendo un hijo, pero saben que éste era mi sueño, mi gran deseo, y me están acompañando con toda la buena onda del mundo.

-La prueba termina el 23 de diciembre, ¿es muy obvio si te pregunto qué le pediste a Papá Noel?
-(Risas) Espero que llegue en el trineo con un contrato bajo el brazo que diga: "para Nachito". Eso es lo único que quiero.

La Noche Buena es tiempo de amor, paz y renovación de ilusiones. Y todo eso, que no es poco, es a lo que le apunta este juvenil. Nacho tiene al alcance de la mano la oportunidad de agregarle un condimento extra a su brindis navideño. Ojalá se le dé.