Melanie Oudin, la recordarán, es aquella rubiecita que a los 17 años causó impacto en el US Open 2009. En su calzado se leía la palabra "Believe (Cree)", y con esa convicción de que podía con las más grandes, Melanie tumbó a Dementieva, Sharapova y Petrova, para alcanzar los cuartos de final del Grand Slam de su país.
Tras un bajón pronunciado en el ránking, Oudin posaba este domingo con el título logrado en el clay verde de Charlottesville, Virginia, siete horas en auto al sudoeste de Nueva York. Del otro lado, Irina Falconi, la finalista en este campeonato de 50.000 dólares con puntos para el circuito WTA. En el medio, una cabeza arriba de las finalistas, sonreía para la foto Boyd Tinsley.
El torneo se llama, efectivamente, "Boyd Tinsley Women's Clay Court Classic". Así como Bucarest tuvo su "Nastase Tiriac Trophy", Boyd tiene el suyo. Cumplir el sueño del torneo propio no es sencillo: se necesitan varios fajos de dólares.
¿Quién es Boyd? Pieza clave en la construcción de Dave Matthews Band, uno de los grupos musicales más importantes de los Estados Unidos; violinista con dreadlocks que al tocar se contorsiona como si tuviera cosquillas en todo el cuerpo. No hay objetividad aquí: el autor de estas líneas ha presenciado varios recitales de la banda y recomienda religiosamente la experiencia multiinstrumental de DMB en vivo, aunque previamente no se haya escuchado ni una estrofa de su música en la radio.
Tynsley nació en Charlottesville, estudió en la Universidad de Virginia y suele jugar al tenis en el Board Head Sports Club, donde se realizó el torneo. Hace una década, Ron Manilla, director del campeonato, acudió a él para pedirle patrocinio. El músico lo pensó y finalmente aceptó. Su aporte es en el prize money, la bolsa de dinero que se reparte a las jugadoras; otros sponsors se encargan del resto.
"Mi relación con el tenis comienza antes. Andy Roddick es fanático de la banda y siempre venía a nuestros shows. Lo conocí en 2002", cuenta Tinsley vía telefónica desde su ciudad. La relación entre deportistas y artistas no es extraña: hay ámbitos en común, fiestas, exhibiciones, presentaciones, marcas que los juntan, interés por compartir experiencias... En el caso de Roddick, se trató del sueño del fan, una amistad que acercó al violinista al tenis más de lo que ya estaba.
"Yo seguía a jugadores de los 80, como McEnroe, Connors, Boris Becker... La amistad con Andy hizo que interiorizara un poco más. Estuve allí cuando él ganó el US Open, su máxima alegría", recuerda Tinsley. "Poco a poco, comencé a participar más en las decisiones del club y cuando me vinieron con la propuesta, acepté. Me gusta ayudar a las chicas, son grandes atletas".
Anna Kournikova jugó, en Charlottesville hace nueve años, su último torneo profesional de singles: la brasileña Bruna Colosio la retiró en su partido debut. "También vino Samantha Stosur cuando se recuperó de una enfermedad (meningitis bacteriana asociada con la enfermedad de Lyme) y tres años más tarde ganaba el US Open. Es genial poder tener un torneo que sirva de trampolín para las grandes campeonas", comenta Tinsley.
"A Boyd le encanta dar vueltas por el club, entregar la copa, es un amante del tenis y colabora a los demás: en otro orden, contribuye con programas de educación y en centros de ayuda a gente con capacidades diferentes", afirma Manilla, el director del certamen. En la semana del torneo, Tinsley participó de un peloteo con chicos, no se perdió la fiesta del lunes y allí estuvo para la premiación del domingo.
¿Su relación con el deporte lo llevó a mejorar su nivel? Manilla busca una salida política: "Digamos que es un apasionado, entusiasta por mejorar. Siempre encuentra un lugar para jugar y a veces lo hace con su asistente cuando está de gira". Boyd cree tener "algo de talento, pero el problema es que pienso demasiado. Me iría mejor si solamente siguiera la pelota e hiciera lo que debería hacer. Llegué a practicar cinco días a la semana en una época pero ahora corté porque estoy produciendo una película y grabando un disco. Tengo que volver".
Como artista, Tinsley puede relacionar el deporte con su actividad: "En el tenis hay un ritmo que respetar, como en la música. Debes estar danzando con la pelota, seguir el ritmo, si no quieres errarla: es un deporte de gran precisión a alta velocidad. Lo que me gusta del tenis es que estás ahí solo por tus propios medios. Es una batalla, debes hacer lo mejor posible con tu instrumento, como el artista que sale a escena. En ese sentido también lo relaciono con el boxeo, que me encanta, el uno contra uno, el desafío de prevalecer".
Aun si colgara la raqueta por siempre, Tinsley ya cumplió el sueño de jugar con profesionales. "Me uní a Andy para un dobles en un torneo benéfico, ganamos casi todos los 'partidos'. También con los hermanos Bryan, había otros famosos también. En un momento me tocó recibir un saque de Roddick. Realmente no querrás estar allí, la pelota viene como una bala, te puede lastimar", bromea.
Sus favoritos son Mardy Fish ("Uno de los mejores tipos que encontré, tiene una gran variedad en su juego") y Andy Murray ("Siempre quiero que gane, me gustó su estilo y la actitud con la que irrumpió en el circuito, estilo skater que no le importaba nada. Ojalá pueda ganar su primer Grand Slam"). Todavía recuerda haber estado en Miami cuando Guillermo Cañas venció a Roger Federer. "No lo podíamos creer: Roger llegaba al torneo ganando todo y Cañas, que venía de una suspensión, fue una pared y lo venció por segundo torneo seguido".
Dave Matthews no lo acompaña en esto del tenis. "Le gusta, pero dudo que siga el circuito", sintetiza Boyd. Antes de cortar, recomienda su película "Faces in the mirror (Caras en el espejo)", que se estrena en pocos meses, y también el nuevo disco de la banda, que acabaron de grabar y verá la luz este otoño.
Luego, promete, el grupo volverá a girar por Sudamérica. Si quiere jugar al tenis, seguramente deba cambiar de clay verde a polvo de ladrillo.