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El Fabuloso Baker Boy

NIZA -- Hay dos rankings importantes, el ATP y el WTA; un listado de ganancias oficiales en dólares, un ranking relativamente nuevo de países en Copa Davis y Copa Fed, estadísticas de los jugadores con más aces, break points convertidos y demás cuestiones del juego. Hay también interesantísimas (¿?) listas de jugadores y jugadoras más sexys en las revistas de actualidad y demás rankings inútiles...

Brian Baker sería top ten en uno que todavía no ha sido inventado: jugadores con mayor cantidad de operaciones por lesiones de importancia elevada o media. El estadounidense, nacido hace 27 años en Nashville, acredita cinco.

Si las recuperaciones de Lleyton Hewitt, David Nalbandian o Tommy Haas tras sus intervenciones de cadera son para destacar con fibrón amarillo fosforescente, ¿qué decir de Brian? En apenas tres años, fue operado en el lado izquierdo de la cadera; más tarde por una hernia deportiva; una nueva intervención en la misma zona de la cadera, luego en su parte derecha y más tarde la operación Tommy John (así se le conoce a la reconstrucción de un ligamento) en el codo derecho.

La posición de "privilegio" en el ranking de lesiones obliga a una voluntad de acero, y en ese ranking imaginario también se destaca Brian, en el de la pertinacia. Ahora son las 23.05 del jueves en Niza, momento de cenar solo tras su victoria sobre el kazajo Mikhail Kukushkin y el acceso a semifinales en el primer torneo ATP sobre polvo de ladrillo... ¡de su carrera! Baker, el mozo, el cocinero, la encargada de Comunicaciones de la ATP, el responsable de la página de Internet del torneo y quien esto escribe somos los que quedamos en pie antes de cerrar el restaurante del Nice Lawn Tennis Club.

"Recuerdo el último torneo que jugué sobre polvo de ladrillo. Fue... en la clasificación de Roland Garros 2005", dice con los ojos casi cerrados, mirando al techo para hacer memoria. "Perdí contra... Robin Vik, 11-9 en el tercero, fue parejo". Exacto: 6-4, 4-6 y 11-9 para el checo, hoy retirado. Cuatro meses después, invitado especial al US Open, Baker vencería al argentino Gastón Gaudio (9º) y, a partir de allí, el derrotero de lesiones y visitas a especialistas médicos, el regreso a la universidad de Belmont para estudiar finanzas y un trabajo extra como asistente de entrenador en el equipo de la universidad.

"El tenis me había sido quitado y yo internamente sabría que tendría otra chance. Por un lado, las esperanzas sufren golpes, pero siempre tenía el deseo de volver. El cuerpo se sintió mejor y acá estoy", afirma y vuelve a acomodarse las bolsas que lo cubren. En este momento, Baker parece un loco que espera a dos guardias forzudos para ser llevado al manicomio: una bolsa de plástico gigante sostiene los hielos que le calman el dolor en el hombro derecho; otra bolsa algo más pequeña sujeta el hielo en la muñeca izquierda.

"Cuando juegas esta seguidilla de partidos, siempre estarás dolorido. Los pequeños detalles harán que esté bien, como tomarme el tiempo para aplicarme hielo en zonas inflamadas, ver al trainer, pedir un masaje, hacer rehabilitación...", enumera Baker. "Todavía soy un proyecto en construcción. Con el correr de las semanas la cosa irá mejor".

Su regreso al circuito no es comparable con ningún otro. Greg Sharko, sabelotodo de las estadísticas de la ATP, no recuerda un retorno así. Thomas Muster lo intentó y no pasó la etapa de los challengers; Björn Borg también probó, en 1991, y perdió sus 12 partidos. En mujeres es más común un retorno con éxito: Jennifer Capriati y Martina Hingis son dos ejemplos de ello. En el caso de Baker, fueron seis años alejado del tour (no se toman en cuenta dos torneos en 2007), una situación verdaderamente particular, ya que en su primer ATP en seis años, llegó a semifinales. El estadounidense disfrutará de su mejor ranking el lunes, alrededor del puesto 160.

"Esto se va poniendo más importante cada día. Todavía no caigo que estoy en semifinales, creo que me daré cuenta cuando vuelva al hotel y lea los mensajes y correos, que ya me están llegando al teléfono. Aún tengo hambre (no se refiere a la cena, sino al hambre deportivo), no estoy solamente feliz por las semifinales, quiero pensar en la final y, si es posible, en ganar el torneo", afirma, decidido.

El camino del retorno se inició en julio de 2011: primer torneo future, en Pittsburgh, primer título. Sin embargo, su cuerpo no resistió la exigencia, y debió parar dos meses. Un nuevo retorno y a seguir sumando desde el escalón más bajo del tenis profesional, hasta llegar a los challengers y la posibilidad de regresar a París, allí donde había perdido la final junior ante Stanislas Wawrinka. El suizo, Marcos Baghdatis y Jo-Wilfried Tsonga son algunos de sus compañeros de generación.

La Asociación estadounidense (USTA) determinó que una invitación para el cuadro principal de Roland Garros sería para el jugador de ese país que lograra más puntos en los challengers de Sarasota y Savannah, disputados en abril sobre arcilla verde. Baker terminó primero, con octavos de final en el primero y título en el segundo. En ambos torneos debió incluir tres triunfos en la qualy.

En ese momento, hace un mes apenas, la historia de su regreso tomó estado público y Brian regresó a los medios masivos de deportes en su país. "Estoy disfrutando el camino. No leo lo que la gente dice o escribe. Es un poco loco y lo bueno es que están hablando de ti porque haces algo bueno, así que está bien", dice y sonríe.

El final de la historia del retorno improbable debía escribirse en París, pero Baker quiso abrir un extenso capítulo intermedio en Niza: perdió 13 games en tres partidos de la clasificación y, ya en el cuadro principal, logró victorias ante Sergiy Stakhovsky, Gael Monfils y Kukushkin. Baker juega tenis de cancha rápida en el polvo de ladrillo: ataca la devolución especialmente con el drive, intenta subir si puede, pero le agrega paciencia cuando se la necesita y maneja los puntos con su revés a dos manos.

"Siento que soy mejor jugador ahora que antes, por ser mayor. Se nota en los golpes y en la calma en ciertos momentos. No necesariamente tengo más experiencia, porque no jugué en este tiempo, pero la madurez de la edad te va dando la capacidad de manejar los altos y bajos en un partido. Hubo momentos esta semana en los que me podría haber bajoneado fuerte y rápidamente me recompuse", comenta. Por ejemplo, en el match point levantado ante Kukushkin, o la tranquilidad para esperar y definir el quinto match point a favor ante Stakhovsky.

"Lo que está haciendo Brian es sorprendente, para quitarse el sombrero", dice John Isner, quien esta vez, extrañamente, no se puso su gorrita típica para quitársela. En marzo, Baker jugaba torneos de 15.000 dólares en premios; en Niza ya sumó un cheque de 25.710 por acceder a cuartos.

"Por suerte, estoy haciendo más dinero en este torneo del que gasto, pero cuando era más joven pude firmar buenos contratos, así que no debo preocuparme de si puedo ir a ciertos torneos, hacer esto o aquello. Tengo dinero para pagarlo, pero no tengo agente desde que regresé, no cerré contratos, recibo indumentaria y raquetas de regalo. Seguramente en París me sentaré a hablar". Tampoco cuenta con entrenador, aunque su padre Steve, abogado, ya lo ha entrenado otras veces.

Cuando venció a Monfils en Niza, los más chicos le pedían muñequeras de regalo y él se disculpaba, no tenía más que las necesarias. Desde este sábado, Brian ya no está solo: su novia llegó para acompañarlo en la aventura francesa, que continúa la semana próxima en París.

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