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La historia de Ibargüen

BUENOS AIRES -- Es un caso especial el de la atleta colombiana Caterine Ibargüen. Nació en Apartadó, una ciudad de la subregión de Urabá en el departamento de Antioquia, a unos 400 kilómetros de Medellín, el 12 de febrero de 1984.

Sufrió en su infancia. Formaba parte de una familia humilde. Sus padres William y Francisca lucharon muy duro para sobrevivir. La violencia separó el matrimonio: él se fue para Venezuela y ella tomó rumbo a Turbo, donde le tocó trabajar en oficios varios. Catherine y su hermano Luis Alberto se quedaron en la casa de la abuela, doña Ayola, quien se encargó de criarlos. Algunas veces faltaba la comida y el colegio era un lujo. Sin embargo, la abuela se las ingenió para que ellos no faltaran a las aulas de clase.

Caterine tenía 14 años cuando Wilder Zapata, profesor de educación física del colegio San Francisco de Asís de Apartadó, notó sus condiciones y la invitó a ir seguido a la destartalada pista de atletismo. Allí brotó este diamante. Pronto comenzó a destacarse como atleta, entre saltos y colchonetas fue creciendo deportivamente y su pequeño cuarto se llenó de medallas.

Sus éxitos atrajeron ofrecimientos. Aceptó irse a vivir a Medellín, en la Villa Antonio Roldán, a donde también le daban la comida y la ponían bajo las órdenes de un entrenador. Advirtió en la capital antioqueña la posibilidad de vivir del deporte y no dudo de entregarse por completo a él.

Hace cuatro años, conoció a Ubaldo Duany, su actual entrenador, quien la convenció de dedicarse al salto triple solamente. Comenzó un trabajo arduo, que hoy da sus frutos. Pero el sacrificio de la atleta colombiana de 71 kilos de peso y 1m80 de estatura fue mucho más grande. Se vio obligada a irse del país en busca de mejorar sus condiciones deportivas y personales.

Está radicada en Puerto Rico, donde alterna los estudios de enfermería con el atletismo. Otro atleta, Alexander Ramos, es su novio y un gran apoyo para ella. El 2011 fue el año de la aparición del diamante brillando por su pulido: logró la medalla de bronce en el Campeonato Mundial de Daegu (Corea) y la de oro en los Juegos Panamericanos de Guadalajara (México). Y lo refirmo antes de viajar al Reino Unido. Fue primera en la reunión atlética de Reims, primera en la Liga de Diamante de Londres y Mónaco, y tercera en la Liga de Diamante de Roma.

Ahora desea encontrarse con su familia y mostrarles su mayor conquista: la medalla de plata olímpica conseguida en Londres y proclamar orgullosa el valor de su entrega al deporte convertido en un trabajo.

La hoja de vida continuará en Puerto Rico, donde seguirá su entrenamiento y el estudio. Una vez graduada, desea casarse, tener hijos y ayudar a la gente necesitada.

Catherine Ibargüen soñaba con el oro, la plata la hace inmensamente feliz como si fuese oro, porque la diferencia de tipo de metal, en este caso, no le quita valor a su hazaña


Nota importante: Mi agradecimiento al periodista Lisandro Renjifo del diario El Tiempo de Bogotá, al suministrarme datos de esta nota

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