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La situación está que arde

BERLÍN (EFE) -- La actuación del español Luis Medina Cantalejo en el Italia-Australia de octavos de final echó leña al fuego de la crítica hacia el estamento arbitral, a la que se suma el propio presidente del Comité Organizador del Mundial, Franz Beckenbauer.

"No tienen todo al cien por ciento bajo control", señaló Beckenbauer en alusión a la actuación del ruso Valentin Ivanov en el partido Portugal-Holanda y a la de Medina Cantalejo en el Italia-Australia.

La prensa alemana arremete contra Cantalejo, al que atribuyen un buen trabajo en los partidos precedentes pero le recriminan dos errores graves en el último: el de expulsar a Marco Materazzi tras una falta leve, y el de señalar un dudoso penal a favor de Italia en el último minuto del tiempo adicional.

"El escándalo de árbitros en Italia llegó hasta este hombre de Sevilla", dice el diario "Die Welt".

El seleccionador de Australia, el holandés Guus Hiddink, se mostró categórico: "no fue penal. Las imágenes de televisión son muy claras. Fue muy feo concederlo en el último minuto".

Una regla no escrita del fútbol dice que el mejor árbitro es aquél que pasa inadvertido. Así ocurrió en el primer tercio del mundial: no hubo grandes polémicas y, en todo caso, los eventuales perjuicios eran todavía subsanables en partidos posteriores.

Con el comienzo de la etapa del K.O., en los octavos de final, los árbitros, en cumplimiento de una antigua ley del fútbol, adquirieron un súbito protagonismo.

Una de las críticas más crudas hacia los arbitrajes, tanto por los términos empleados como por la relevancia de quien las formuló, fue la del propio presidente de la FIFA, el suizo Joseph Blatter, que puso a los pies de los caballos primero al inglés Graham Poll (por el Croacia-Australia) y luego al ruso Valentín Ivanov (por el Holanda-Portugal).

Graham Poll marcó un hito histórico al señalar tres tarjetas amarillas a un jugador, el croata Josip Simunic, en un solo partido (el 22 de junio contra Australia).

Blatter expresó su estupefacción por el hecho de que, estando cuatro de los cinco miembros del equipo arbitral interconectados por audio, "ninguno de ellos interviniera para subsanar el error". Para el presidente fue algo "incomprensible, una especie de bloqueo mental".

El presidente de la FIFA tampoco se mordió la lengua cuando el árbitro ruso batió todos los récords de amonestaciones (16 amarillas y 4 rojas) en el partido de octavos Portugal-Holanda.

"El árbitro no estuvo a la altura del partido porque impidió lo que hubiera sido un excelente espectáculo de fútbol. Con sus intervenciones injustificadas no estuvo a la altura de los jugadores, que estaban dando un espectáculo de juego ofensivo", explicó Blatter, que terminó sacando "tarjeta amarilla al arbitraje".

La Unión de Fútbol de Rusia (UFR) salió inmediatamente en defensa de Valentín Ivanov, alegando que "la propia FIFA exige que los árbitros luchen con mano dura contra las violaciones de las reglas del juego" y que "todas las tarjetas que enseñó fueron merecidas".

"Los futbolistas de Portugal y Holanda empezaron a jugar sucio desde el mismo comienzo del partido y a medida que avanzaba el encuentro la situación en el campo se fue agravando", señaló el portavoz de la federación rusa, Andrey Malosólov.

El español Medina Cantalejo, que curiosamente estuvo presente, en octubre de 2005, en el partido que clasificó a Australia para el Mundial (eliminando a Uruguay por penales) y en el de su despedida (eliminada de penal contra Italia), echó leña al fuego de la polémica arbitral, que llegó al Mundial para quedarse.

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