(Getty Images)
Hace hoy diez años, me bajé de un vuelo nocturno desde Los Ángeles, me encontré en el aeropuerto O'Hare con el periodista de The Washington Post Michael Wilbon y me tomé el tren hacia el centro de la ciudad, y luego tuve que pelear con un viento de Chicago tan fuerte que tuvimos que caminar hacia atrás hasta encontrar un taxi para nuestro viaje hasta el United Center, donde veríamos el adiós oficial a la era de Michael Jordan.
No llegó a ser el final de la carrera de Jordan, finalmente. Hubo otro regreso de dos años con los Washington Wizards. Pero el 13 de enero de 1999 fue el momento final del jugador de básquet hecho ícono, un negocio perfeccionado por Jordan de un modo que ya no veremos repetirse nuevamente.
Habían más de 800 reporteros en el United Center ese día. Yo era parte de un equipo de dos personas del periódico Los Angeles Times. ¿Pueden imaginarse a más de 800 reporteros de todo el mundo congregados para cubrir una conferencia de prensa de retiro hoy en día, con 25 cámaras enfocadas en un solo individuo y una flotilla de camionetas con conexión satelital estacionadas afuera para transmitir sus palabras al mundo?
No sucederá en el béisbol, aunque es difícil de juzgar porque tanto el mayor bateador como el mejor lanzador de esta era (Barry Bonds y Roger Clemens) todavía no han anunciado oficialmente sus retiros. Quizás tengan miedo de que si arman una conferencia de prensa alguien aprovechará para presentarse a entregarles una citación judicial.
La NFL es nuestro deporte más popular, pero ¿atraería Peyton Manning a 800? ¿Hay acaso todavía 800 reporteros deportivos empleados en los Estados Unidos?
No es que los atletas hayan cambiado tanto como el mundo que está fuera de la burbuja de los deportes. Los recortes en los medios de comunicación implican que hay menos periodistas para crear mitos, y más páginas web implican que hay más oportunidades para desprestigiar a la gente. Cada paso en falso en el nivel colegial pasa por la Internet con tanta velocidad que para cuando llega el momento en que un jugador se hace profesional ya ha sido pre-ridiculizado hasta el hartazgo. Recientemente apareció una vieja presentación televisiva de Jordan en la web. Si YouTuve hubiese estado activa cuando Jordan jugaba para North Carolina, lo hubiesen humillado tanto que probablemente no se hubiese parado frente a una cámara nunca más.
Nunca habrá otro igual a Jordan, al igual que no volverá a aparecer otro Johnny Carson ni otro Walter Cronkite. Ningún individuo es capaz de sostener nuestro interés tan regularmente y durante tanto tiempo como ellos.
Para empezar, hay demasiadas otras cosas que requieren nuestra atención, un cambio que logró que incluso no veamos a Jordan como el mismo Jordan durante su regreso en el 2001. Los restos de las Torres Gemelas todavía estaban humeando cuando Jordan anunció su regreso de modo casi imperceptible tras los ataques del 11 de septiembre. Y en el mundo de los deportes, el nombre de Jordan ya no era más grande que el deporte mismo.
Cuando su debut con la camiseta de los Wizards compartió el horario televisivo con un juego de Yankees versus Diamondbacks en la Serie Mundial, casi seis veces más gente prefirió mirar béisbol. Para cuando terminó de jugar definitivamente, parecía que no valía la pena hacer una conferencia de prensa. Esos días habían terminado, incluso para Jordan. En última instancia, su partida de Washington fue documentada por una sola cámara que filmó a su Mercedes alejándose del estacionamiento luego de que el dueño de los Wizards Abe Pollin le dijera a Jordan que sus servicios ya no eran requeridos.
En medio de la actual crisis económica, lo último que la gente va a aceptar es que un atleta asome la cabeza cada tanto para tratar de vender algún producto superfluo. Tiger Woods es probablemente lo más cercano que hay a Jordan en el paisaje de los deportes estadounidenses, y hasta él ha sido victimizado en el nuevo mercado de los auspicios deportivos.
Jordan también se benefició por falta de verdaderos retadores. En el mejor momento de MJ no había un Bird o un Magic, no había con quien compartir los logros o desviar la atención. Todos los sucesores de Jordan han tenido que batallar con el mismísimo Jordan, mucho después de su retiro. Enfrentar mano a mano a Jordan no fue nada comparado con tener que competir con su recuerdo, con sus movimientos glorificados en videos y hasta en canciones. A diferencia de Kobe Bryant y LeBron James, Jordan nunca tuvo que lidiar con la etiqueta indeseable de ser El Próximo Jordan.
Si cargan ese peso, también tendrán un techo sobre ellos al disminuirse sus expectativas. La gente solía preguntarle a Jordan, seriamente, si podía volar. Era comparado con Dios. Cuando Jordan se retiró aquel día en 1999, alguien le llegó a preguntar si tenía pensado usar su tiempo libre para ayudar a resolver los problemas del mundo.
"No puedo salvar el mundo, no hay manera", dijo Jordan, porque aparentemente eso necesitaba ser clarificado.
Ya no nos preocupamos en pedirles a nuestros atletas que nos rescaten. Lo mejor que podemos hacer es pedirles que no nos disparen en el club. En este ambiente, es imposible que otro atleta sea canonizado. En esa fría mañana en Chicago hace 10 años, los atletas todavía daban la impresión de ser figuras históricas a las que valía la pena seguir y describir. Todavía recuerdo muchos detalles de ese viaje, incluyendo mi entrada al hotel. Tal es el legado de Michael Jordan que inclusive la persona menos familiar con su historia podría entender por qué sonreí ante la coincidencia cuando el recepcionista me dio la tarjeta de mi habitación y me dijo qué numero tenía.
Habitación 2323.