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Que comience la función

MANCHESTER -- La temporada de fútbol ya terminó en Europa, pero en Old Trafford nadie descansa. Es viernes al mediodía en el estadio del Manchester United, pero en las tribunas, un ejército de encargados de limpieza se encarga de dejar todo reluciente, de la misma manera que si en 24 horas hubiera función a cargo de Cristiano Ronaldo, Wayne Rooney, Carlos Tevez y compañía.

Es que este sábado, el "Teatro de los Sueños" del fútbol inglés le hará un lugar en su programa al rugby, cuando Los Pumas e Inglaterra suban al escenario para el primer test match de la serie.

Si adentro del estadio hay actividad, también la hay afuera. Pero no relacionada con el test match, sino con la peregrinación que fanáticos de los Diablos Rojos de todo el mundo hacen hacia su templo sagrado. El Manchester United, como todo miembro de la elite del fútbol mundial que se precie, cuenta con su propio museo, su negocio de venta de souvenirs y toda la parafernalia de un marketing que mueve millones sólo alrededor de la marca.

En cuanto al rugby, es un día tranquilo para ambos equipos. El viernes es día de reconocimiento del campo (o, como lo llaman aquí, el "Captain's run"). El primer equipo en llegar con su micro es el visitante, Inglaterra.

No es un error. Otra de las particularidades del partido del sábado es que Los Pumas serán locales en Old Trafford, algo que la misma Unión Argentina de Rugby (UAR) solicitara y que la International Rugby Board (IRB) le concediera al designar al estadio de Manchester United en febrero.

En el primer turno, los ingleses hacen un entrenamiento breve y liviano, como es habitual en el día previo al partido, y luego se retiran para dejarle lugar a los argentinos, que pidieron practicar a puerta cerrada.

El campo de juego, en el mismo estado espectacular de siempre, luce distinto. Los arcos de fútbol ya no están y, en su lugar, se colocaron los palos de rugby, que lucen bastante más cortos de lo que uno está acostumbrado a ver en un test match.

Hay otro detalle que llama la atención: el largo de los ingoales. Se ven cortos, muy cortos, con mucho menos de los 10 metros que recomiendan las reglas (si bien dicen que esa distancia debe respetarse "donde sea practicable").

Al bajar al campo de juego, no queda ninguna duda: no hay mucho más de cinco metros en cada ingoal. Los pateadores de ambos equipos seguramente tomaron nota de ese detalle, ya que aumentarán las probabilidades de que los kicks al fondo terminen saliendo por la línea de pelota muerta.

El juego con el pie puede ser protagonista el sábado, al haber pronóstico de lluvia para la zona de Manchester. No es algo, sin embargo, de lo que tengan que preocuparse demasiado los espectadores: si bien el estadio es abierto, la totalidad de los asientos están techados con una especie de viseras. Quienes tengan tickets muy cercanos al área de juego se mojarán si hay viento, pero hay otras partes del estadio que directamente están alfombradas.

Probablemente no se ocupen los 76 mil asientos disponibles, pero aun así se espera una buena concurrencia, con precios que van desde las 10 libras (unos 15 dólares, ó 60 pesos argentinos) hasta las 40 libras.

Para los Mancunians, como se les dice a los habitantes de la ciudad, es una buena oportunidad de ver a su seleccionado: Inglaterra no juega en Manchester desde 1997, cuando perdiera 25-8 ante Nueva Zelanda. Y la última vez que disputó un test fuera de Twickenham fue en 1998, cuando venciera a Holanda y a Italia en el estadio McAlpine de Huddersfield.

Para Los Pumas, locales y visitantes a la vez, es una gran chance de repetir lo hecho en Twickenham en noviembre de 2006, cuando se le ganó por primera y única vez a Inglaterra en su tierra. Sería un resultado soñado en el lugar soñado.