MÉXICO -- Cuando Andy Pettite decidió retirarse en 2011, sabía que no sería un adiós definitivo. Y es que luego de 18 años mirando a los mortales desde el montículo, el zurdo sentía que su cuerpo necesitaba un poco más de ese oxígeno que sólo se percibe en la altura de la lomita del "Big Show". Se pueden hablar de años, pero para el líder en victorias en postemporada de todos los tiempos -19- los días se cuentan como eso, como victorias, 255 para ser exactos.
Porque Pettite pertenece a un universo en el que curiosamente los diamantes –al igual que en la vida real- forjan compromisos de vida, como el de Andy con su afición. Compromisos que lo obligaron a anunciar, que este domingo, levantaría su gorra una última vez en Yankee Stadium para dar gracias después de cinco anillos de Serie Mundial y tres All Star. Porque en este universo el cariño se devuelve con títulos. Aunque también con ponches.
El zurdo ha practicado la empatía con cada "K" colgada, y quiere tanto a una afición que le dio la bienvenida un 29 de abril de 1995 como bombardero, que se convirtió en el referente y parámetro de medida en el departamento de ponches: el hombre más allá del nombre y la cifra, el pitcher de los récords. El de más "chocolates" regalados en la historia de NY. Esos, cortesía de la casa.
Y probablemente usted lea esto preguntándose dónde quedó Mariano. Probablemente haya dejado lo mejor para el final –con perdón de Andy. Probable o inconscientemente quizás haya evitado el momento de la despedida. Incluso Andy decidió no restarle flashes al mejor taponero de todos los tiempos en su día: Mariano Rivera. Fue "Mo" quien decidió compartir las mismas luces con su compañero de casi dos décadas.
Así de generoso es un jugador que soñaba en Puerto Caimito convertirse en un grandeliga. No en cualquiera, sino en uno grande. Uno que salvó 652 en temporada regular. El recordman de los 42 de la postemporada. Uno que recibió un cheque de 3,500 dólares a cambio de vestir con orgullo el uniforme de los del Bronx desde el 23 de mayo de 1995.
Sí. Era un día importante. Por eso hay quienes piensan que la derrota ante los Gigantes no pasará de ser anecdótica. O quizás este día irá más allá de ese mes de promesas llamado octubre. O que la temporada entera también será anécdota pura, o al menos así lo dicen los números. En lo que todos concuerdan es que los Yankees pierden. No los de Girardi. Sino los Yankees de Nueva York. Los de la historia. Esos que construyeron un castillo a punta de bambinazos y que están lejos de ser anécdota.
El universo hoy se reunía en el Bronx. El universo de Andy y su amigo de toda la vida "Mo". El universo de quienes nacieron distantes pero que se convirtieron, pelota de por medio, en familia. Y así quedarán para el recuerdo. En ese lugar en donde se cuelgan no sólo ponches, sino también un número 42 inmenso, con los colores de Panamá. Con los colores del orgullo de Latinoamérica. Con los colores de un arcoíris que lleva al oro… en un lugar llamado Cooperstown.