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Las finales más épicas, imposibles y legendarias de la Champions League

BARCELONA -- Dicen que Inglaterra es la cuna del futbol y quizá sea por ello que en la historia de la Champions tengan que ser, hasta hoy, dos clubs ingleses los que hayan protagonizado las victorias más épicas, imposibles y legendarias del torneo. Lo hicieron el Manchester United en 1999 y el Liverpool en 2005.

En Barcelona la imagen no se borra de la mente de quien la viera en directo. Es imposible. Y es cruel. Tanto que incluso los vencedores consolaban a los vencidos, aparcando ni que fuera por un instante la felicidad y la euforia desbordada para dar una palmada al perdedor. Es la final de 1999, la del Camp Nou, la de una remontada que absolutamente nadie pudo imaginar.

Es la victoria por antonomasia del Manchester United. Sin tener la mística de 1968 por significar el cierre del duelo tras la tragedia de Múnich, la Champions que los diablos rojos conquistaron en Barcelona frente al Bayern Múnich permanecerá como la más excepcional.

En los pasillos del Camp Nou, camino a la salida, empezaban a mezclarse hinchas de ambos equipos, unos conformándose con la derrota y los otros celebrando su primer título desde 1976. Derrotado por el Aston Villa en 1982 y por el Oporto en 1987, al Bayern le bastaba con el gol de Mario Basler para lograr el trofeo.

Ganaba 1-0 y había tenido ocasiones para ampliar la ventaja, estrellando incluso dos balones en el palo de Schmeichel. “A ver si al final lo vamos a lamentar” pronosticó en la tribuna de prensa un enviado alemán. Apenas nadie le atendió porque el United de Alex Ferguson parecía entregado a su derrota.

Entró Sheringham por Blomqvist antes de que por los germanos se marchase más contento que unas pascuas Matthäus a los 81 minutos y Basler, el autor del gol, a los 89. Era el homenaje… en el momento menos indicado. Porque de la nada nació la remontada más épica.

Se alargó el partido tres minutos y en el primero del alargue, tras la salida de un corner botado por Beckham, el balón llegó al borde del área para que lo disparase sin ton ni son Giggs… Y pusiera el pie Sheringham para despistar lo justo a Oliver Kahn.

La explosión del graderío provocó una avalancha de hinchas, que habían empezado a desfilar en la salida y regresando a su localidad para entender qué pasaba. Para, probablemente, ver una prórroga en la que nadie había creído. Una prórroga que nunca llegó a disputarse.

Porque si el fútbol ya había sido cruel para el Bayern, aún lo fue más al cabo de dos minutos, en el último suspiro, sin tiempo para más. Otra vez a la derecha de Kahn, en el corner Beckham, el balón que lanza David, lo toca con la cabeza Sheringham… Y aparece el pie de Solskjaer.

La locura se apoderó en aquel momento del Camp Nou como en las ocasiones únicas. Un gol de Zuviría en 1978, otro de Quini en 1982, la cola de vaca de Romario en 1994, la cabalgada del bisonte Ronaldo en 1997… Hasta llegar a Solskjaer, el primer gol no barcelonista que hizo temblar los cimientos del Camp Nou aquella noche de 1999.

Cuando Pierluigi Collina señaló el final del partido, la histeria de los ganadores, repartiendo sus cánticos por la grada y el césped hinchas y jugadores, se mezclo con el desespero de los derrotados. El lloro de Kuffour y la rabia de Matthäus es tan imposible de olvidar como las lágrimas de multitud de aficionados alucinados por aquella derrota impensable.

NUNCA ESTUVIERON SOLOS

A la épica del Manchester United le sucedió al cabo de seis años la del Liverpool, levantándose de manera imposible tras un 3-0 para acabar ganando en la tanda de penalties una Copa que el Milan ya había empezado a celebrar.

Sucedió el 25 de mayo de 2005 en Estambul. Sin tiempo para enterarse, en el primer minuto, Paolo Maldini clavó el 1-0 y en cinco minutos brutales, 39 y 44, Hernán Crespo logró un doblete que se consideró ya insalvable. 3-0 al descanso y en las gradas del estadio Ataturk los hinchas del Milan celebraban su éxito como relamían sus heridas de derrotados los ingleses.

Veinte años después de la tragedia de Heysel el Liverpool estaba siendo masacrado. “Les dije que dieran la cara por los aficionados, apelé a su profesionalidad y les señalé que si marcábamos pronto lo podíamos lograr” rememoró tiempo después Benítez recordando qué dijo a sus hombres en el descanso de aquella final imposible.

Y los jugadores del Liverpool, desde Xabi Alonso y hasta Baros, pasando por Cissé, Luis García, Carragher y Gerrard, despertaron el ánimo de los suyos para convertir Estambul en un cielo rojo.

En seis minutos igualó el Liverpool el 3-0. Gerrard, Smicer y Alonso hicieron el milagro. La historia, que siempre apoya al vencedor, olvidó, se dejó en un cajón, que el Milan, como el Bayern en 1999, tuvo hasta el último instante la victoria a su alcance. Dudek fue un gigante y la mística hizo el resto.

La final se fue a los penalties y en ellos, tras los errores de Serginho y Pirlo, Shevchenko falló el definitivo para dar el título más impensable al Liverpool. “Nunca ha habido una final más llena de emoción y creo que nunca la habrá. En otro equipo, con otros aficionados, creo que no hubiera sido posible” afirmó el hoy entrenador del Real Madrid, quien pasó a convertirse en una leyenda reverenciada por todo el universo del Liverpool.

Benítez y Ferguson. Xabi Alonso y Solskjaer. Hitzfeld y Ancelotti. Kahn y Dida… Historia y leyenda viva del fútbol. De, probablemente, las dos finales más épicas de la Champions League que nació en 1993 y que inauguró como campeón el Olympique de Marsella con el gol de Boli ante el Milan… que había ganado los diez partidos disputados en el torneo y fue a perder, precisamente, el último.

Aunque esa sería ya otra historia…