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Cuando escasea el fuego sagrado

BUENOS AIRES -- Una leyenda de básquetbol en la NBA reúne cuatro características fundamentales: es talentoso, tiene carisma, forma parte de un equipo protagonista y posee fuego sagrado para poner el pecho en situaciones donde la adversidad se desnuda en primer plano.

LeBron James, por ahora, ha demostrado tener las primeras tres características.

¿La cuarta? Bien, gracias.

El asunto es simple: hay partidos que se presentan pocas veces a lo largo de la carrera de un jugador de elite y sirven para que muestre de qué está hecho. Son ese tipo de juegos que se recuerdan yendo a las enciclopedias de básquetbol y que se transmiten como mitos de generación en generación.

James dejó pasar esa oportunidad. El quinto juego ante los Celtics en casa era una chance para demostrar que no solo es un talento de primer nivel sino que también tiene el liderazgo, la voluntad y el extra adicional para calentar a su equipo en el momento más frío de la temporada.

Pero volvió a fallar. Si bien se acostumbra en los análisis a hablar de las cuestiones estrictamente basquetbolísticas de por qué sucede cada cosa en un rectángulo de juego, aquí tenemos que olvidar por un momento las dobles-marcas, la defensa asfixiante y el gran partido de Ray Allen. Tenemos que ir al costado emocional y quedarnos un rato a meditar allí. Porque es ahi donde los Celtics ganaron este partido. Es en ese lugar de los intangibles donde Boston mostró que su Big Three, o mejor dicho, su Big Twelve, tiene ese fuego sagrado para ganar los partidos envueltos en el manto de la adversidad.

Y siendo más crudo aún, debemos decir que a LeBron este partido le pesó. Y le pesó demasiado. Cuando eso pasa, las piernas tiemblan y la muñeca se oxida en cada oportunidad que el lanzamiento sale despedido hacia el aro. Cada vez que el astro de Cavaliers cruzaba la mitad de cancha, saltaba y pasaba el balón. Se le puede permitir a cualquiera, pero con una mano en el corazón estimados fanáticos: ¿Le hubiese pasado lo mismo a Kobe Bryant o Michael Jordan? Las comparaciones son siempre odiosas, pero esos son los apellidos que se sientan en la misma mesa de James desde hace un tiempo.

Por lo tanto, no permito que hablemos de una lesión en el codo, ni permito tampoco excusas para contrarrestar la enorme pasión de los Celtics para ganar este partido. Una estrella puede tener una mala noche, es cierto. Pero esta era la noche más importante de la temporada para los Cavaliers y, quizás, la línea de fuego entre el bien y el mal. Y los Cavaliers perdieron por 32 puntos, la peor derrota de la historia de la franquicia por nueve puntos de distancia con el récord anterior.

Los números de LeBron no me asustan tanto como su cara en el banco de suplentes. Es decir, James terminó con 15 puntos (su menor marca en 70 partidos de playoffs), incluyendo 3-14 en TC (21.4%) y 0-4 en T3. Triste. Pero si a eso le sumamos un rostro de velorio en cada uno de los minutos, y tenemos en cuenta que sus compañeros no forman parte de un grupo selecto que sale a flote sin un empujoncito a tiempo, entonces entendemos que también falló el liderazgo. Y otra vez Mike Brown brilló por su ausencia en el banco de suplentes, porque... ¿Dónde quedó la defensa de este equipo? ¡Sufrieron 122 puntos, incluyendo 40 en el último cuarto!

Señores, la defensa es 1/4 talento y 3/4 corazón y sacrificio.

Fíjense de lo que hablamos: Boston venció a Cleveland 70-44 en el segundo tiempo y lanzó 67.6 por ciento de campo. Ray Allen anotó 25 puntos -los Celtics están 6-0 cuando anota 18 o más-, Paul Pierce agregó 21, con 11 rebotes y siete asistencias, Kevin Garnett tuvo 18 y seis rebotes, y Rajon Rondo -el primer tiempo había sido limitado con maestría- finalizó con 16 unidades anotadas todas en la segunda mitad.

Lo que se dice, un roster que responde cuando se lo necesita.

No me gustan los equipos que son enormes en serie regular y trastabillan en playoffs. No me gusta decir que los Cavaliers, que estuvieron 61-21 (.744) en la primera parte de la temporada, son la primera franquicia con un porcentaje de victorias encima de .700 que pierden un partido de playoffs en casa por, al menos, 30 puntos de distancia. Pero es inevitable mencionarlo.

Todavía los Cavaliers pueden ganar esta eliminatoria. Necesitan un triunfo al estilo del Juego 3 para volver al Quicken Loans Center con el ánimo recuperado y las esperanzas intactas. Pero a esta altura de la eliminatoria, el presente de Cleveland luce más cerca de la vergüenza que del aplauso generalizado de su coro de fanáticos.

No es un dato menor que el público haya abucheado a James en uno de los dos tiros libres que falló en el comienzo del último cuarto del partido, cuando la diferencia en el marcador había mutado de 6 a 22 puntos de diferencia. Es que el público se sintió traicionado: no es la película que le vendieron a lo largo de toda la temporada ni tampoco lo que el equipo número uno, el más profundo de la NBA, el que tiene al jugador mejor vendido y el que está plagado de variantes, tiene que hacer en una serie de segunda ronda de postemporada.

LeBron James y los suyos volvieron a defraudar. Los Cavaliers, que han perdido dos juegos en casa de manera consecutiva en playoffs desde que cayeron en las Finales de 2007 ante los Spurs, han estado 0-4 a lo largo de su historia cuando han quedado 3-2 abajo en series a siete partidos. Los Celtics, en tanto, tienen un récord de 31-1 en este tipo de eliminatorias cuando están 3-2 arriba, siendo ese 1 adverso en el récord la llave del año pasado frente a Orlando Magic.

"Erré muchísimos tiros abiertos que generalmente convierto", dijo James con poca emoción. "No es algo que me pase seguido, por lo tanto, cuando sucede, es una gran sorpresa".

"Es plano y simple", dijo Shaquille O'Neal, quien llegó determinado a "ganar un anillo para el Rey". "Debemos ganar dos seguidos. Debemos sobreponernos a esto. He estado en esta situación antes".

El jueves será el día para que los Cavaliers salgan a flote o se terminen de hundir. Pero esta vez, será en Boston y tendrán enfrente a los Celtics, un equipo que todos sabemos lo que puede hacer cuando tiene el revolver en sus manos. El roster de Doc Rivers ha demostrado a lo largo de la historia que tiene el fuego sagrado para imponer su esencia grupal. Que va de atrás hacia delante, y que ningún rival parece demasiado.

Por lo tanto, el círculo de fuego está en las manos de James y los suyos. Es ahora o nunca para demostrar de qué estan hechos.

Estando sólo a mediados de mayo, ya no tienen mañana.

Aunque cueste creerlo.

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