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El científico del gol

BOGOTA -- La teoría moderna de la evolución, cuyas bases sentó el científico británico Charles Darwin, no fue menos permisible con su homónimo colombiano, Carlos Darwin Quintero.

El joven delantero tumaqueño heredó los genes de sus padres, quienes no medían más de 1.65 de estatura. Pero eso no lo ha hecho sentirse como un ser inferior y lo ha explotado para desarrollar habilidad, alegría, movimientos rápidos y olfato de gol cuando se trata de llegar al arco contrario.

Estas condiciones fueron fundamentales en el partido en el que su equipo, el Deportivo Pereira, derrotó con dos anotaciones suyas, al Cúcuta Deportivo.

"Estoy muy contento. Creo que se hizo un buen partido, logré marcar y lo mas importante es que se consiguieron los tres puntos para el equipo", aseguró el atacante tumaqueño.

Por su nombre, muchos ya lo califican como "el científico del fútbol". Charles Darwin fue un gran admirador del efecto que las fuerzas naturales tuvieron sobre la superficie de la tierra. Mientras tanto, Carlos Darwin con su fuerza, pese a su liviana contextura y su baja estatura, genera un fuerte efecto en la defensa rival que se ve impotente para controlar su ofensivo juego.

"No sé por qué mis padres me pusieron Darwin, habría que preguntárselo a ellos, no sé si fue por el cientifico, o por el nombre de algún barco que llego a Tumaco, pero más bien me gusta que me digan el científico del fútbol porque eso quiere decir que se han hecho las cosas bien", recalcó Quintero.

Cuando llegó al Deportivo Pereira la afición cifró muchas esperanzas en él. Su presencia se convirtió en la salvación del ataque de un equipo que lucha por no descender.

Por eso para Carlos Darwin los tres puntos conseguidos ante el Cucuta en condición de visitante son fundamentales, pues aparte de motivarlos para salir de ese difícil lugar en la tabla del promedio, los tres puntos logrados los deja parcialmente entre los ocho primeros que aspiran a llegar a las finales del torneo nacional.

"Fue un partido muy complicado, pero nos sirvió para estar ahí entre los ocho y ojalá logremos sacar un resultado positivo en la próxima fecha frente al Once Caldas, en el denominado clásico del eje cafetero en Colombia", dijo el pequeño jugador, esbozando una tímida sonrisa en su rostro.

Tan sólo tiene 20 años, pero a su corta edad ya ha jugado en dos equipos del fútbol profesional colombiano, ha integrado selecciones nacionales en las categorías prejuvenil y juvenil, tiene una convocatoria a la de mayores y se dio el lujo de jugar en el balonpié ruso, del cual asegura, es muy competitivo.

"Mi paso por el Krylya Sovetov fue bueno gracias a Dios. Se ganaron muchas cosas, se ganó experiencia y eso lo voy a aplicar en el Deportivo Pereira", asegura.

Además recalca que le dio muy duro la cultura y el idioma de ese país: "Es muy complicada la lengua, amoldarse a un país que no es el tuyo, con costumbres totalmente diferentes, con una gente que no es la tuya, pero de todo estoy hay que aprender a superarlo" afirma.

Pero para él eso ya es pasado. Ahora solo piensa en el Deportivo Pereira y en la manera de rendirle al máximo a su entrenador Luis Fernando Suárez, quien ha sido la persona que mas lo ha apoyado en este nuevo proceso con el equipo matecaña.

"Mi presente con el Deportivo Pereira es muy bueno. Estoy pasando por un excelente nivel y se que mi juego va en ascenso. Además he sido muy bien acogido por el cuerpo técnico, por mis compañeros, por la afición y por la prensa deportiva, que es muy exigente con el equipo", explica.

Nació en Tumaco, tierra de figuras futbolísticas: Willington Ortiz, Leider Preciado y Carlos "La Gambeta" Estrada, entre otros, han sido ejemplo de miles de niños tumaqueños, que como él, han soñado con ser grandes en el rentado colombiano.

Cuando se compara su estilo de juego con el de Willington dice en tono alegre: "Para mí es un orgullo que digan que soy como él, pero hay que seguir trabajando y hacer las cosas bien para que me sigan calificando y me den esa alegría de compararme con el viejo Willy".

Como todos los jugadores de su tierra es un poco tímido, mas bien callado. Pero cuando entra a una cancha se extrovierte, deja atrás los temores y sin pena toma el balón, mientras que en su mente dibuja el arco del portero rival para humillarlo con su cintura, su velocidad, sus movimientos de pies y con la pelota que poco a poco se va al fondo de la red.

Una vez esto sucede se va alegre a celebrar con la tribuna porque sabe que, al igual que el científico británico, en ese instante esta escribiendo una nueva ley. No la de la evolución, sino la de la alegría mas grande que tiene el fútbol: el gol.

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