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¡Extraordinario!

BUENOS AIRES -- Estudiantes cumplió su papel a la perfección y se llevó el premio mayor: consiguió la cuarta Copa Libertadores de su historia con una victoria épica de visitante ante Cruzeiro.

Lo decíamos la semana pasada al analizar la ida de la final: el empate en cero en La Plata dejaba a los brasileños como favoritos, pero Estudiantes tenía el fútbol necesario para consagrarse campeón.

Y eso fue exactamente lo que sucedió: mientras que los brasileños parecieron demasiado relajados en su rol de locales y supuestamente favoritos, los de La Plata pensaron y jugaron el partido que más les convenía.

Sabella sabía que su equipo no podía dejarle espacios al Cruzeiro, y eso hizo: plantó un equipo muy bien parado, con cimientos bien firmes atrás, y eso ayudó a que todo el resto funcionara.

Para todo jugador de fútbol, es muy importante sentir que su última línea esté siempre bien parada y que nunca pierda sus puntos de orientación. Y eso fue exactamente lo que mostró la defensa de Estudiantes: jugando otra vez con casi cuatro marcadores centrales, marcó siempre de frente a la pelota y anuló a los delanteros rivales.

Tal es así que las oportunidades de gol de los brasileños fueron muy pocas. La anotación llegó como producto de un rebote, porque el disparo en sí iba derecho a las manos de Andújar, y la otra chance clara, el tiro en el travesaño cerca del final, también llegó desde la media distancia.

Con esa seguridad atrás, le fue más fácil a los del medio y adelante jugar su partido. Y dio la impresión de que, además del buen funcionamiento colectivo, los rendimientos individuales de Estudiantes también estuvieron un escalón por arriba de lo que habían mostrado una semana atrás.

Para eso ayudó también la disposición táctica, que ayudó a muchos jugadores a cumplir mejor su rol. Por caso, Rolando Schiavi terminó de acoplarse por completo al esquema defensivo, con la ventaja que tiene para un central jugar de visitante, donde suele dejarle menos espacios libres al rival.

A Verón se lo vio mucho mejor físicamente y eso le permitió tener más protagonismo. Mientras que Gastón Fernández, tirado un poco más atrás (el clásico 4-4-2 mutó casi en un 4-4-1-1), jugó un gran partido como vínculo entre el mediocampo y el hombre de punta, anotó y generó un par de chances clarísimas asistiendo a Boselli.

El goleador merece un par de párrafos aparte: conozco a Mauro desde que lo hice trabajar con el primer equipo de Boca en 2003. Es un gran profesional, una persona simple, cordial, y muy trabajadora. A eso le agrega una gran técnica

Su apuesta de alejarse de Boca para tener continuidad fue arriesgada y le generó críticas, pero se merece este gran momento que está viviendo. No se sale goleador de la Libertadores todos los días y Mauro tiene que disfrutarlo, sabiendo también que es muy probable que pronto tenga otros destinos futbolísticos.

Boselli y Schiavi hablan después del partido

En cuanto a Cruzeiro, fue exactamente lo contrario: nunca le encontró la vuelta al partido, ni como equipo ni a través de algún líder. No revalidó lo que había hecho durante toda la Copa como local (sólo le habían marcado dos goles y tenía más de dos goles a favor de promedio), y a la hora de la verdad, ni siquiera tuvo algún jugador inspirado como para rescatarlo con una acción individual.

Durante todo el partido, no supo hacer pesar a su favor la localía ni la extensión del Mineirao. Siempre le faltó presencia ofensivo cerca del área, y ni siquiera supo defender el de ventaja. Cuando le marcaron el empate tan rápido terminó de derrumbarse.

Por último, no quiero olvidarme de que hay más motivos de alegría por el título que consiguió Estudiantes.

El primero es que clasificó para el Mundial de Clubes, lo cual sirve para que el fútbol argentino tenga representación en los niveles más altos de competencia. No es poca cosa, teniendo en cuenta que las últimas alegrías (Copa América, Copa Confederaciones, liderazgo en eliminatorias y más) habían sido sólo brasileñas.

El otro es que, al salir campéon un equipo de Argentina, el país tendrá una plaza más en la edición de la Copa Libertadores del año que viene. No es algo para despreciar, si uno piensa que el equipo de La Plata llegó al título haciendo el recorrido completo, desde que en febrero jugó una serie de repechaje.

No me queda más que agradecerle a Estudiantes por haber colocado, una vez más, al fútbol argentino en lo más alto del continente.

Felicidades.

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