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Los dedos en la llaga

BUENOS AIRES -- Hace poco más de una década la FIFA declaraba apta la altitud de la ciudad boliviana de La Paz para que se jugaran partidos de selecciones. Un nuevo intento de veto, que ahora también involucra a Bogotá, Quito y Cuzco, llevó la situación a un terreno delicado, en el que aflora la crispación.

Una fuerte movida internacional en 1996, en la que también participó el presidente francés, Jacques Chirac, que dio una señal de apoyo a Bolivia antes de que se disputaran las eliminatorias del Mundial organizado por su país, ganó el pulso a los críticos de la altitud, encabezados por Brasil.

Se pretendía impedir que se jugaran partidos a más de 3.000 metros de altura y triunfó la resistencia de Bolivia. Al promediar el 2007 el veto apunta a las ciudades situadas a más de 2.500 metros sobre el nivel del mar y la reacción en contra de la iniciativa se potenció.

La palabra discriminación en la carátula de este nuevo proceso es la misma que hizo punta en la defensa a ultranza del estadio Hernando Siles, donde en la última década del siglo XX dos selecciones sudamericanas, con varios mundiales ganados, sufrieron duros traspiés en torneos clasificatorios.

Una se produjo el 25 de julio de 1993, cuando la selección de Brasil perdió 2-0 en el cuestionado escenario paceño ante Bolivia, en las eliminatorias del Mundial de Estados Unidos'94.

Aquel equipo, en el que destacaban Mauro Silva, Bebeto, Muller, Raí, Luiz Henrique, Cafú y Marcio Santos, fue el primero en la historia de la selección brasileña que perdió un partido en eliminatorias de Mundiales y su caída provocó mucho ruido.

Doce años antes, en un partido de las eliminatorias para el Mundial de España'82, la selección de Brasil, en la que sobresalía Sócrates, ganó 1-2 en la azotea de América y no hubo reclamación alguna.

Pero también en 1993, y en el mismo Hernando Siles, fue el combinado de Uruguay el que tropezó ante los bolivianos encabezados por Marco Antonio Etcheverry (1-0) y finalmente quedó fuera del Mundial estadounidense.

Esas derrotas de Brasil y Uruguay impulsaron el más serio rechazo a jugar en los 3.578 metros del estadio paceño, con el apoyo del entonces seleccionador argentino Daniel Passarella, y la cuestión fue llevada a finales de 1995 a la FIFA, entidad que finalmente rechazó la propuesta de veto el 31 de mayo de 1996, en una reunión efectuada en Zúrich.

Un año después, en la Copa América de 1997, Brasil jugó todos los partidos de las rondas clasificatorias en el llano de Santa Cruz de la Sierra, y en la final, disputada en La Paz, venció a Bolivia por 1-3, dando una muestra cabal de cómo se puede jugar al fútbol, brillar y ganar a la vera del Illimani.

En esos tiempos circulaban en la América del Sur unas estadísticas de tres décadas (1960-1990) de la Copa Libertadores que indicaban, sin tener en cuenta los partidos jugados por los equipos de Argentina, Brasil y Uruguay en sus países, que los colombianos ganaron en casa el 82 por ciento de los puntos, los chilenos el 79, los ecuatorianos el 76, los paraguayos el 73, los peruanos el 60 y los bolivianos (sólo en la altura) el 50 por ciento.

Esas cifras intentaban demostrar que formaba parte de un mito la creencia de que en La Paz siempre ganaban los locales. El fútbol boliviano, en esas épocas, casi no tenía jugadores en equipos de otros países, lo cual cambió fundamentalmente en la década del noventa.

En Zúrich, los dirigentes bolivianos afirmaron en 1996 que la altura del estadio Hernando Siles "es la misma de siempre" y que lo que se ha superado es "el rendimiento de los jugadores y los equipos de la altitud".

Uno de los puntos más fuertes de la defensa de la altura presentada a la FIFA en 1996 por Bolivia, ahora incorporado a las posturas de colombianos, ecuatorianos y peruanos, fue el que indicó que "la presencia dominante de la Cordillera de Los Andes en Sudamérica y las sierras madres Oriental y Occidental de México y Centroamérica, han definido fuertemente los asentamientos humanos de partes sustanciales de América Latina".

"Ese monumental condicionamiento geográfico hace que más de 65 millones de seres humanos vivan en altitudes de entre 2.000 y 4.000 metros sobre el nivel del mar", agregaba el documento dirigido a interpretar el veto como una forma de discriminación.

Si el fútbol es un hecho cultural en América y el mundo, la nueva propuesta de veto a La Paz lleva otra vez el asunto a un terreno de conflicto intenso.

En Bolivia recuerdan hoy que hace siete años, el 10 de febrero de 2000, el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, dijo al visitar al país andino que el organismo que representa "nunca castigará a una federación porque tenga situaciones extremas para la práctica del fútbol".

"El asunto de altitud no me da miedo, porque yo vengo de un pueblo de Suiza que está frente a las más altas montañas de Europa a más de cuatro mil metros, y para mí eso no es problema", indicó.

También opinó en aquella ocasión que se puede practicar el fútbol "en todas las condiciones extremas" si se toman "la precauciones necesarias".