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Brasil ganó la Copa Jules Rimet

Así cubrió el diario brasileño Folha da Manhã el primer título mundial de la Selección Diario Folha da Manhã

ESTOCOLMO -- Fue en la tarde de ayer, muy lejos y mucho tiempo después de aquel triste 16 de julio de 1950 en el Maracaná, cuando la Selección de fútbol de Brasil consiguió concretar el mayor triunfo de su historia y uno de los grandes sueños del pueblo. Cincuenta mil suecos, en lugar de los 200.000 brasileños de aquel día negro, vieron a Brasil quitarle el título a su Seleccionado, en una jornada en la que el vencedor dio pruebas irrefutables de una gran superioridad. Más allá de los cinco goles, la exhibición de los nacionales vale por un diploma de campeones legítimos.

Sin tener que forzar demasiado su ritmo de juego -puesto que los adversarios a pesar de la importante del partido no fueron tan fuertes como se esperaba- los jugadores brasileños mejoraron lentamente desde los fríos y nerviosos intantes iniciales, en los que sufrieron, incluso, un gol en contra. Con el correr de los minutos lograron prevalecer y, al final del primer tiempo, la tan ardientemente deseada victoria estaba casi asegurada.

Al término del encuentro, todo el estadio de Solna, de pie, le dio al cuadro brasileño el homenaje que merecía. Reconocidos como campeones dignos, los futbolistas sudamericanos pudieron, al fin, descansar de la larga y ardua campaña que los llevó a ganar el cetro tan disputado. Así, la gloria descansó en los brazos de todo Brasil. La misma inmensa gloria que se hizo desear 28 largos años y que llegó después de cinco campeonatos del mundo.

En los primeros cinco minutos de juego, los suecos tuvieron una gran presencia en el campo. Tomaron al equipo brasileño frío y aprovecharon su nerviosismo para realizar cuatro ataques consecutivos, uno de los cuales terminó con la apertura del marcador. Se notaba, a aquella altura, una cierta desorientación de la defensa visitante, provocada por el trabajo de los dos mediocampistas suecos y del centroatacante Simonsson. Parados en el centro de la cancha, estos tres jugadores articulaban los ataques, confudiendo la marcación de Bellini y de Orlando e intentando habilitar a los hombres de ataque más peligrosos: Hamrin y Skoglund. Pero esa estrategia no produjo los resultados esperados durante mucho tiempo, porque los delanteros fueron neutralizados por Djalma Santos y Nilton Santos.

Además, Bellini y Orlando no tardaron mucho en ajustar las marcas y a medida que el trabajo de los defensores brasileños se hizo más efectivo, Suecia fue perdiendo efectividad. Al final del primer tiempo, todo estaba prácticamente en manos de Brasil, que ganaba 2-1 gracias a los goles de Vavá. Sólo faltaba que se definiera el resultado con mayor eficacia de los atacantes.

Después de que Pelé marcara el tercero, en el inicio de la segunda etapa, los brasileños sintieron que ya tenían el título mundial prácticamente conquistado y trataron de manejar la pelota y ganar tiempo. Volvieron a marcar dos veces más, como consecuencia natural de su dominio y sin tener que acelerar el ritmo de juego. Incluso, si hubiese aprovechado todas las opciones que tuvo, Brasil podría haber marcado más tantos. Sobre todo en el segundo tiempo, los delanteros brasileños perdieron oportunidades excelentes. La mayor fue a diez minutos del final, cuando Pelé envió una pelota al vértice derecho de la meta sueca.

Con siete anotaciones en los noventa minutos, la partida ofreció momentos de emoción y buen fútbol a la gran multitud que asistió al estadio de Solna.

LA ACTUACIÓN DE LOS BRASILEÑOS
Gilmar estuvo bastante nervioso y tuvo varias salidas fallidas, pese a que no fue muy exigido. Tuvo sólo dos buenas atajadas y, por su actuación, podría haber sido superado en más ocasiones aunque no tuvo responsabilidad en los dos goles suecos. Los laterales Djalma Santos y Nilton Santos mostraron un nivel excelente, logrando marcar con suficiencia a los delanteros rivales. De hecho, Djalma logró hacer olvidar al titular Di Sordi. El defensor Belini falló en los instantes iniciales del juego, incluso en la jugada que finalizó con el primer gol sueco. Pero se recuperó y terminó como figura por su trabajo en defensa y también en la creación. Orlando fue el más flojo de la defensa, ya que no marcó con el debido cuidado. De todas maneras, estuvo firme en el final, bien apoyado por Zito, quien fue el mejor elemento de la línea defensiva.

El mediocampista de Santos también aportó en ataque, formando con Didí una dupla extraordinaria, responsable de jugadas brillantes. Ambos condujeron al equipo. Por su parte, Pelé y Garrincha fueron sin dudas los grandes valores individuales de la Selección de Brasil. Vavá, además de confirmar su cualidades de goleador, fue todo un luchador, procurando aprovechar todas las oportunidades surgidas en el área sueca. Por último, Zagallo, pese a ser el elemento menos trascendente del ataque, participó de diversas jugadas.

*Publicado en el diario brasileño Folha da Manhã del 1 de julio de 1958.