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Rugby, épica y sexualidad

Ignacio Corleto festeja. ¿En una postura sexy? AP

BUENOS AIRES -- Sexys, ¿no?
-¿Cómo?
-Digo: que son sexys.
-¿Quiénes?
-Los jugadores de rugby.
-Bueno... no sé... no podría...
-Vamos, lo que trato de decir es que esos tipos inspiran cierta, llamémosla, epicidad erótica...
-No sé de qué habla.
-Cambiemos el razonamiento: ¿qué es lo que le gusta del rugby?
-Bueno, no sé, muchas cosas.
-Empecemos por la primera.
-En primer lugar me gusta que el resultado del partido sea el reflejo de cierta realidad...
-Entiendo. ¿Usted se refiere a que en el rugby es más difícil que suceda lo que es más fácil que suceda en el fútbol? Esto es, que un equipo que merecía, por su desempeño en el campo de juego, perder, gane.
-Exacto. Los contragolpes son posibles, pero...
-Pero siempre el resultado... ¿cómo dijo?
-Es el reflejo de cierta realidad.
-Sí. ¿Y qué más?
-¿Usted se refiere a por qué otra razón me gusta el rugby?
-Sí.
-¿Pero qué tiene que ver eso con que a usted los jugadores le parezcan sexys?
-Tiene que ver con el hecho de que a usted también le parecen lo mismo, y quiero que termine aceptándolo.
-Me gusta el rugby por cosas que no tienen nada que ver con que sean o no sean sexys, más bien con...
-¿Con..?
-Con la épica.
-¡Ah! ¡La épica!
-Sí, la épica.
-¿Sabía usted que según ciertos estudiosos, en la adolescencia, la sexualidad ocupa el lugar de la épica? Las guerras, las batallas. En la vida diaria la épica no aparece. Pero hay momentos en que uno es capaz de sensualizar o erotizar la vida cotidiana... Y nuestra vida se vuelve épica.
-¿Qué momentos?
-Pocos, en verdad. Uno de ellos, justamente, podríamos decir que se da cuando somos capaces de hacer algo para lo que no apreciamos destinados, que nos estaba negado de entrada.
-¿Por ejemplo que Los Pumas le ganen a Francia y a Georgia?
-Eso es épica pura, y por lo tanto es sexualidad, erotismo.
-Interesante...
-Aunque le parezca una estupidez, creo que el rugby permite eso.
-Viéndolo así, no parece tan estúpido.
-Y es en ese sentido que ganar o perder carece de importancia.
-Eso ya no lo entiendo.
-Claro. Lo único importante no es ganar, sino cumplir un papel que pueda ser considerado honorable.
-¿Honorable?
-Sí, honorable. Sexy.
-Los Pumas, ante Francia, ganaron, y al mismo tiempo cumplieron, como usted dice, un papel honorable.
-Por eso fue un hito, todo el mundo habló y sigue hablando de eso.
-¿De que Los Pumas son sexys?
-No, de la victoria histórica del viernes. Hasta hoy, ante Francia, uno de aquellos dos elementos se imponía sobre el otro. Pero hasta el viernes no se habían dado simultáneamente la victoria honorable.
-¿Y qué es para usted lo honorable?
-Lo honorable es muchas cosas, pero refiriéndome puntualmente al partido del viernes, es amar.
-¿Qué? ¿Amar?
-Sí.
-No entiendo.
-¿Qué es el amor?
-¡Qué pregunta!
-Sí, ya lo sé. Podríamos discutir días enteros sobre el significado del amor, y probablemente no llegaríamos a ponernos de acuerdo. Entonces permítame que arriesgue yo una definición.
-Adelante.
-Amor, es amar, sin cometer jamás un solo error.
-...
-¿Qué piensa?
-No está mal como definición.
-Ahora bien, es algo difícil de conseguir, ¿no?
-¿Qué cosa?
-En primer lugar, amar, y en segundo lugar, hacerlo sin cometer un error.
-Sí, creo que debe de ser difícil.
-Bien, Los Pumas, ante Francia, amaron en el sentido que acabo de explicarle. Vi el partido entero dos veces. La segunda vez, más tranquilo, comprendí algo que la primera vez no había llegado a comprender.
-¿Qué cosa?
-Que es prácticamente imposible que sean capaces de volver a jugar 80 minutos sin cometer, nunca, un solo error; que se ama una sola vez en la vida.
-¿Entonces hay que olvidarse de este Mundial?
-Olvidarse no, pero a mi juicio, a Los Pumas sólo les queda cumplir un papel honorable.
-¿No van a volver a ser sexys, entonces?
-No lo sé, no lo creo. Pero tampoco me atrevo a negarlo.
-Corrieron y takclearon como nunca.
-Correr y takclear. Es una buena definición de amor, la suya.