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Brasileño Oscar Schmidt transformó el básquetbol olímpico

RIO DE JANEIRO (AP) - Es una leyenda del básquetbol internacional. Casi por sí solo, derrotó a Estados Unidos en su propia casa hace tres décadas, un resultado que provocó el nacimiento del Dream Team.

Es el máximo anotador en la historia del básquetbol internacional, y por mucho, y quizás el mejor basquetbolista que no jugó en la NBA.

Excepto por su estatura, Oscar Schmidt podría caminar desapercibido por las calles de Estados Unidos.

Pero no en Brasil.

Mientras Schmidt pasea por los pasillos de la Arena Carioca, con unas rodillas débiles que le impiden caminar con la gracia que alguna vez mostró en la cancha, sus compatriotas lo tratan con respeto y admiración. Los policías le preguntan si pueden tomarse una fotografía con él, los jóvenes voluntarios de los Juegos de Río se le acercan para tomarse selfies y todos le muestran cariño. Todos quieren conocer al que apodan Mano Santa.

Schmidt complace felizmente todas las peticiones con una sonrisa, y con frecuencia con una risa cordial.

El icono del básquetbol considera estos Juegos algo personal. Estos Olímpicos se juegan en su cancha.

"He tenido una gran vida", afirmó antes de trabajar como comentarista para la televisión en la derrota de Brasil en doble prórroga ante Argentina el sábado.

Schmidt había sido un misterio, una especie de leyenda urbana hasta 1987, cuando en Indiana, el corazón del básquetbol estadounidense, anotó 46 puntos en una final inolvidable de los Juegos Panamericanos para sorprender a los estadounidenses -lo que puso fin a una racha de 34 triunfos de Estados Unidos con su primer descalabro en un encuentro internacional en casa.

Schmidt, un encestador nato con impresionante alcance y poco interés en jugar defensa, anotó 35 puntos en la segunda mitad mientras Brasil remontaba de una desventaja de 14 unidades al medio tiempo para humillar a una selección estadounidense que incluía a las entonces estrellas universitarias David Robinson y Danny Manning y que era dirigida por Denny Crum.

Al final del encuentro, Schmidt se detuvo bajo una de las canastas y lloró de alegría ante los festejos de sus compañeros. Habían logrado lo inimaginable.

"Ese partido fue la mejor parte de mi vida porque le demostramos al mundo entero que era posible derrotarlos", subrayó Schmidt, de 58 años. "Y temíamos perder por 50".

En ese entonces de antemano se había discutido dentro del programa de básquetbol de Estados Unidos la posibilidad de usar jugadores profesionales en los próximos Olímpicos. Y cuando los estadounidenses se tuvieron que conformar con el bronce al ser superados por la otrora Unión Soviética al año siguiente en los Juegos de Seúl, Estados Unidos decidió que era hora de llevar a sus máximas estrellas.

Cuatro años después, Michael Jordan, Magic Johnson, Charles Barkley, Larry Bird y el resto de sus estelares compañeros arrasaron la competencia en Barcelona, al tiempo que inspiraron al resto del mundo a aspirar a más.

Schmidt es el líder encestador olímpico con 1.093 puntos, casi 800 más que Carmelo Anthony, que en estos Juegos de Río recién se convirtió en el líder histórico del equipo de Estados Unidos. Según cálculos extraoficiales, anotó unos 49.000 puntos en su carrera, unos 11.000 más que el máximo anotador en la historia de la NBA, Kareem Abdul-Jabbar.

Al recordársele la disparidad con Anthony, se rio antes de adoptar una postura seria.

"Pero él va a ganar su tercera medalla de oro. Yo cambiaría todo, cada punto -excepto los Juegos Panamericanos-, por una medalla olímpica", dijo Schmidt, que terminó tres veces en quinto lugar. "Tuvimos dos buenas oportunidades, no sólo de ganar una medalla, sino de ganar los Juegos Olímpicos. Estuvimos muy cerca, pero así es la vida. Uno no puede tenerlo todo".

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