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EFE 3y

El keniata Eliud Kipchoge ganó, como en Río 2016, el maratón olímpico

El keniano Eliud Kipchoge, plusmarquista mundial, revalidó este sábado en Tokio 2020 el oro olímpico en maratón que había conseguido en los Juegos Olímpicos Río 2016, mientras que el colombiano Jeison Alexander Suárez llegó 15º -fue el mejor latinoamericano- y el argentino Eulalio Muñoz terminó 31º. 

'El rey del maratón' ganó con holgura la prueba que se disputó en Sapporo, gracias a un tiempo de 2h08:38 tras recorrer en solitario los doce últimos kilómetros. Al llegar a la meta, parecía con energías para seguir corriendo. 

El keniata se transformó así en el tercer hombre de la historia que revalida el título olímpico en la carrera de 42.195 metros. Sólo el etíope Abebe Bikila (Roma'60 y Tokio'64) y el alemán oriental Waldemar Cierpinski (Montreal'76 y Moscú'80) lo habían conseguido hasta la fecha.

Le acompañaron en el podio dos atletas nacidos en Somalia, el holandés Abdi Nageeye (2h09:58) y el belga Bashir Abdi (2h10:00), que dejaron fuera al segundo keniata, Lawrence Cherono (2h10:02) y al español Ayad Lamdassem (2h10:16), que fueron con ellos hasta el último kilómetro.

El colombiano Suárez tuvo una gran actuación al arribar en el 15º puesto, con un tiempo de 2:13:29. 

El segundo mejor latinoamericano fue el argentino Muñoz, que registró un crono de 2:16:35, su mejor tiempo de la temporada. El paraguayo Derlis Ayala fue 43º, el otro argentino, Joaquín Arbe, llegó 53º y el peruano Christian Pacheco, 60º. En tanto, el colombiano Iván Darío González no pudo finalizar la prueba.

El campeón olímpico y plusmarquista mundial, el más grande maratonista de la historia, encabezaba el grupo de 106 atletas de 45 países que a las 7.00 partieron del parque Odori de Sapporo, en un circuito con mucha gente a los lados, para intervenir en la última prueba de atletismo de Tokio 2020.

Las condiciones meteorológicas en la salida eran algo más favorables que en el maratón femenino del sábado: 26 grados y un 80 por ciento de humedad.

Durante diez años Kipchoge permaneció invicto en diez carreras, hasta que el 4 de octubre pasado, en una mañana fría y lluviosa londinense, terminó octavo con la peor marca de su vida (2h06:49) en una carrera ganada por el etíope Shura Kitata (hoy rápidamente descolgado), aunque en abril reanudó sus victorias en Enschede (Países Bajos) con 2h04:30.

Los aficionados más viejos aun guardan en la memoria lo sucedido en el maratón de los Juegos de Tokio'64, donde Abebe Bikila, el etíope de los pies descalzos, revalidó, ahora sí con zapatillas, su título de Roma. El drama se desarrolló a sus espaldas.

El público rugió cuando Kokichi Tsuburaya entró segundo en el estadio, pero unos segundos después lo hizo el británico Basil Heatley, que adelantó al japonés a 200 metros de la meta.

Kokichi se retiró apesadumbrado aunque convertido en ídolo para un país que adora el maratón. Desde entonces fue sometido a un rígido plan de preparación, separado de su familia, encaminado a ganar el siguiente maratón olímpico, el de México'68.

El 6 de enero de aquel año, nueve meses antes de los Juegos, Tsuburaya apareció muerto, desangrado sobre su cama. Se había seccionado la carótida. En una mano tenía la medalla que había logrado en Tokio y al lado una nota: "No puedo correr más".

No hubo tragedia en Sapporo, 57 años después, más allá de calambres y desfallecimientos. Stephen Kiprotich, campeón en Londres 2012, y algunos otros africanos se retiraron pronto, tal vez reservándose para maratones mejor remunerados en otoño.

Kipchoge controló la carrera al frente del grupo, que cubrió los diez primeros km en 30:53. Junto a él, el colombiano Suárez, los españoles Dani Mateo (décimo en el Mundial de Doha) y Ayad Lamdassem y el intrépido estadounidense Galen Rupp, subcampeón olímpico de 10.000 en Londres 2012 y bronce en el maratón de Río.

Por el medio maratón pasaron en cabeza del grupo, reducido ya a una treintena, el sudafricano Mokoka y Kipchoge, en un parcial de 1h05:13. Dani Mateo empezaba a descolgarse, "Guayabita" Suárez y Ayad Lamdassem permanecían en el paquete delantero.

En el km 26 Kipchoge sacudió por primera vez el árbol, marcando, junto a sus compañeros Lawrence Cherono y Amos Kipruto, un ritmo sólo accesible a una quincena, en la que seguía Lamdassem.

La persistencia de Kipchoge fue descolgando más gente, y en el km 30, finalmente, puso pies en polvorosa, por delante de un quinteto integrado por los otros dos kenianos, Lamdassem, el belga Nashir Abdi y el holandés Abdi Nageeye, todos nacidos en África.

El oro tenía dueño mucho antes de que la carrera expirase. Las otras dos medallas permanecían en el aire. Con 8 km por delante quedaba un cuarteto (Cherono, Abdi, Nageeye, Lamdassem) en busca de los otros dos metales, que sólo se decidieron en el último, con la meta a la vista.

Lamdassem fue el primero de los cuatro en ceder, Cherono lo hizo después, y los dos paisanos de Mogadiscio se repartieron las preseas secundarias. Nageeye, con la plata asegurada a 100 metros de la meta, animó a Bashir con gestos expresivos para que dejara atrás a Cherono, y el belga lo consiguió.

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