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Maratón, triatlón y vela: la uruguaya Silvia Tourn no para de empujar sus límites y alcanzar metas

De ser una apasionada del deporte a decidir correr por primera vez una maratón a los 42 años, hay un trecho. Y es que a Silvia Tourn la movilizan los desafíos. La uruguaya ya compitió en cinco de las mayores maratones del mundo, clasificó a un Mundial de triatlón y ganó una plaza para Uruguay en un Panamericano de vela. Una auténtica deportista todoterreno que siempre va por más, y habló con ESPN sobre su presente y futuro.

Al abordar tantas disciplinas atléticas, es difícil etiquetar a Tourn. Ella prefiere “amante de la actividad física, y deportista”, aunque reconoce que el triatlón fue la que disparó su pasión. “Tenía 42 años y era una mamá como cualquiera, había estudiado, soy profesional, tengo hijos, y a esa edad dije que necesitaba tener un desafío nuevo en otra área y me propuse correr una maratón. Con 42 años, son 42 kilómetros, era un kilómetro por año. Se lo planteé a un coach, me entrené y la corrí”, contó la atleta, como si se tratara de lo más sencillo del mundo.

Se puso esa meta, y la alcanzó en Berlín, en 2018, pero no se detuvo allí. “Lograr ese objetivo despertó en mí el hecho de querer más. Dije: ‘si ya hice una maratón, puedo hacer las seis Majors’, que es el circuito de las maratones más famosas del mundo’”, contó. Y así continuó hacia adelante: además de en Berlín, ya corrió en Boston, Nueva York, Chicago y Londres, y solo le falta Tokio para completar las seis Majors mundiales. “Sueño con cerrar el circuito de las seis y obtener esa medalla que es hermosa. Ojalá que sea en 2024, si el presupuesto me lo permite. Si no, algún día va a llegar...”, indicó, con la certeza de que efectivamente, llegará.

La experiencia de correr esa primera maratón en Berlín fue muy especial. “Vibré todo el camino. Me emocioné todo el tiempo”, explicó. Si bien reconoció que “obviamente, es un esfuerzo y por momentos se sufre”, rescató cómo la etapa de preparación también es inolvidable, debido a cómo le cambia la vida al atleta en el entrenamiento, no solo por la mentalidad sino también por los hábitos y a niveles impensados. Tourn se compenetró tanto con ese mundo, que aún siendo licenciada en Relaciones Internacionales, decidió volver a la universidad para estudiar la licenciatura en Educación Física.

“Con mis compañeros de 20, soy la ‘señora’ de la generación, pero sentía que esto ya no era solamente un hábito, experimentar el esfuerzo físico, los objetivos y la vida activa, sino que también incorporar conocimiento. Quería entender desde el conocimiento lo que mi cuerpo estaba viviendo. Me transformó mucho. Me encantaría poder contagiar a todas las personas, pero sobre todo a las mujeres que tienen mi edad. No hace falta correr una maratón, o que te pongas a estudiar de vuelta si no te interesa eso, pero que sientan que el movimiento, la actividad física, el ejercicio te cambian la vida. A esta edad uno tiene dos caminos: o lo acepta pasivamente- porque todos tenemos que aceptar que el deterioro físico viene-, o intenta contrarrestar activamente lo que orgánicamente nos va a pasar. Todos vamos a envejecer, pero, ¿cómo? Queremos envejecer bien mentalmente, porque el ejercicio físico también tiene consecuencias a nivel neuronal. Queremos envejecer activos y poder tener una vida más confortable con nuestro cuerpo, y que eso nos permita vivir distintos”, expresó la atleta.

De un desafío enorme a uno triple

“Se me presentó la posibilidad de hacer triatlón, y entonces dije: ‘bueno, ese es otro desafío, son tres disciplinas, pero es un deporte, probemos’”, dijo Tourn, con la sencillez con la que habla de cada misión que se pone por delante. Poco después de su primera maratón, se metió en este nuevo mundo del triatlón en la modalidad Ironman 70.3, o Medio Ironman. Se trata de 1,9 km de natación, 90 km de ciclismo, y 21,1 km de running. La pandemia frenó un poco su impulso en esta disciplina, pero por esos años volvió a vivir a Uruguay, tras estar muchos años en el exterior, y se asentó en Punta del Este, donde se celebra una contienda anual de esta categoría. “Lo preparé para 2022 y se canceló, tuvimos muy mal clima, no pude correr. ‘No importa, el año que viene será’, me dije. Seguí entrenando, y en 2023 me paré en esa línea de largada con más ganas que no sé qué”, contó.

La fortaleza mentalidad de Tourn no hizo que solo se metiera en esta disciplina, sino que se marcara una meta concreta: “desde que empecé con triatlón dije que antes de los 80 años, iba a clasificar a un Mundial”. Había tenido una primera experiencia, donde hizo un tiempo de casi seis horas, y su entrenador calculaba que, “medio como una hazaña”, podría hacerlo en cinco horas y veinticuatro minutos. El pasado 5 de marzo, salió de esa línea de largada en Punta del Este con total concentración y entereza, y disfrutó de la competencia, sin poder ir llevando su tiempo. “Fui a darlo todo, pensando en clasificar al mundial, pero yo pensaba que no era mi momento. Cuando terminé, agotada y feliz, me gritaron que había quedado primera en la categoría. Yo decía: ¡no puede ser! ¿Y en cuánto tiempo? Cuando me gritaron 5:08 yo decía que estaba mal. Y ahí me cayó: había clasificado a un Mundial. Se me adelantó el sueño”, repasó la deportista.

La competencia se va a desarrollar en Finlandia en agosto y, como sucede en cualquier deporte amateur en Uruguay, la financiación de los costos plantea un problema. Tourn contó que entre el pago por aceptar el cupo en el Mundial, los pasajes, la estadía y el equipamiento especializado para competir en ese nivel, se estima un costo cercano a los cinco mil dólares. Para ello, está buscando alianzas comerciales con empresas nacionales que quieran apoyar su carrera y esta misión titánica. “Aspiro a poder tener alianzas con empresas que vean en mí una imagen que puede transmitir valores que no solamente los tiene el deporte. No solamente se necesita disciplina, constancia y respeto por uno mismo, por la naturaleza, montones de cosas que el deporte expresa y se ven. La gente te dice: ¿cómo te levantaste a las 4.30 para correr? ¿De dónde sacás esa motivación? Todo eso, a mí me parece que se aplica a todos los ámbitos de la vida”, indicó Tourn.

Por si fuera poco, regatista

Como si las maratones más importantes del mundo y la clasificación al Mundial de Ironman 70.3 no fuera suficiente, Silvia Tourn practica vela desde este año, en la categoría Snipe. En sus palabras, ella era “absolutamente ignorante del mundo de la vela”, pero para ingresar allí fue contactada nada menos que Ricardo Fabini, campeón del mundo de Snipe en 1989 y dos veces atleta olímpico por Uruguay.

Fabini le preguntó si le interesaría conocer un deporte de alto rendimiento, le dijo que sí, y cuando mencionó que era vela, Tourn dijo: “uy, debe ser carísimo, otro más para el presupuesto (risas)”. El ex campeón mundial necesitaba a alguien que estuviera entrenado, y quería formar a una tripulante que lo acompañara a él, el timonel del equipo. La atleta accedió y comenzó a viajar a Montevideo para practicar y aprender la compleja técnica que requiere este deporte. El cronograma de competencias internacionales se venía arriba, Fabini la preparó, y en marzo estuvo en un campeonato del hemisferio, intentando obtener una plaza para Uruguay en los Juegos Panamericanos, que serán en octubre, aunque no lo consiguieron.

Pero como Tourn no conoce la resignación, siguió entrenando y en Semana de Turismo, Uruguay fue sede del Sudamericano de la categoría, donde su equipo obtuvo el cupo para Uruguay en los Panamericanos. “A mí me decías si me gustaría ir a un Panamericano con Uruguay... ¡En bolita o bochas igual! En el deporte que sea, me encantaría. Y no sabés lo que es cuando se iza la bandera y se canta el himno, ¡una emoción!”, comentó.

Mientras se decide qué dupla tomará esa plaza uruguaya en el Panamericano, Tourn ya tiene un desafío listo: quiere seguir dando más pasos en esa dirección, y sueña con estar en el Mundial de la disciplina en 2024. “Voy y vengo de Maldonado a Montevideo para entrenar y competir, ahora se me sumó un deporte más”, concluyó Tourn, que no para de ponerse metas, alcanzarlas y correr sus propios límites un kilómetro, un minuto o una milla náutica más allá.