Esta vez la victoria no fue moral

Después de muchas derrotas dignas, Los Pumas se dieron el gusto ante Francia; pero más allá del resultado, los argentinos consiguieron comunicación interna a pesar de la falta de rodaje

A PRESIÓN
Entre Rolando Martin y Rimas Alvarez lo atrapan a Nicolas Jeanjean
(AP)
BUENOS AIRES -- Nada de derrotas dignas o de triunfos "morales". Triunfazo por donde se lo mire. En casa y ante uno de los grandes. Con coraje y juego. Con tenacidad y organización defensiva, pero con punch y decisión en ataque. Y con angustia y suspenso, como para disfrutarlo más todavía...

Pero vale la pena dejar de lado las emociones que despertó el 28-27 final en favor de los Pumas ante Francia, en el arranque de la temporada internacional. Se impone el análisis, por encima de las palpitaciones que generó ese último penal para los franceses que Gerald Merceron - implacable hasta entonces - desvió apenas por el segundo poste para que jugadores y público se uniesen en un interminable suspiro de alivio.

El partido tuvo varios matices. Un primer tiempo olvidable por la falta de volumen de juego a causa de numerosas imprecisiones compartidas. Y una segunda mitad altamente emotiva, más allá de errores y desajustes.

Los Pumas tuvieron una virtud adicional: en apenas cuatro días de estar juntos consiguieron transformarse en una fuerza colectiva de respeto. Y si se pone énfasis en esta cuestión es porque siempre se calificó al equipo argentino de "ser un adicto al tiempo compartido", debido a su necesidad de estar juntos muchas jornadas para que todos empezaran a sintonizar la misma onda. Aquí y ahora pudieron superar esa dificultad y mostraron que la comunicación interna funcionó bien a pesar de la falta de rodaje en conjunto.

Esa comunicación afloró en esplendor en la defensa, dejando pocos claros frente a un rival históricamente virtuoso en la ofensiva. Y los "diálogos" se hicieron más notorios en el segundo período, cuando a la organización en defensa le sumaron entendimiento en ataque. No siempre los equipos argentinos se mostraron contundentes ante rivales desorientados. Pero en este sentido fueron implacables, exhibiendo una evolución importante que mucho debe tener que ver con la experiencia de jugar en ligas de alto nivel y de gran exigencia como Inglaterra (Pichot, Contepomi y Albanese) y Francia (Longo, Fernández Lobbe, Hasan, Corleto, Arbizu, Quesada, Orengo, Alvarez y Reggiardo).

Sin embargo, estos Pumas no perdonaron la fugaz declinación francesa y, en menos de diez minutos, anotaron tres tries por diferentes vías que destrabaron el desarrollo e hicieron imaginar un desenlace feliz y sin sobresaltos... Y de esos tries tambièn hay aspectos para rescatar.

En el primero, de Méndez, fue excelente el manejo de la pelota en situación de contacto con el adversario, sobre todo por parte de Quesada. En el segundo, hubo tranquilidad para buscar al jugador mejor posicionado para la aceleración final, en este caso Albanese, quien realizó una "media luna" bárbara para zambullirse en el ingoal. Y en el último, concretado por Contepomi, hubo notable concentración en Felipe para interponerse en el pase del apenas ingresado Chabal y lanzarse en busca del try.

En todos los tries se advirtió algo fundamental: paciencia para meter la mano justa. Y golpear sin misericordia.

Pero después de tanto jolgorio vino el sufrimiento, porque Francia se vino en malón, porque no se pudo poner en el freezer el partido y porque ya los tackles - por propio y lógico desgaste atlético antes oponentes de mayor envergadura - no fueron lo suficientemente rotundos.

Entonces siempre hubo continuidad para los ataques visitantes, que Jeanjean y Marsh supieron capitalizar. Y llegó el penal de Merceron, que para asociarse con la alegría de los argentinos, salió apenas afuera, redondeando un triunfo histórico (el quinto éxito sobre 35 partidos desde 1949) que se venía negando desde una década frente a los franceses.

Todo esto sin olvidar que Francia vino con lo mejor, lo que valoriza aún más la victoria de estos Pumas corajudos como siempre. Y ahora, dulces ganadores...

ALEJANDRO COCCIA es periodista deportivo desde 1982. Se desempeñó como redactor del diario La Nación de Buenos Aires, y desde 1993 conduce los programas de rugby de ESPN. Actualmente es comentarista de rugby y voleibol por ESPN+, uno de los conductores del SportsCenter Latino y columnista de ESPNdeportes.com.

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