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"Bad Boy": La historia del Federer menos conocido

Roger Federer es conocido, dentro y fuera de las canchas, cómo una persona casi señorial. El suizo, que durante toda su carrera ha mantenido un aura de endiosamiento generada a base de un tenis impoluto y actitudes caballerescas, supo tener también un pasado oscuro.

El primer Federer es, tal vez, el menos conocido de todos. Lookeado con un rubio platinado y poseedor de una actitud ansiosa y explosiva que dejaba raquetas destrozadas además de discusiones con umpires, jugadores y equipo de trabajo, el suizo se empezaba a construir una fama de "Bad Boy" dentro del circuito.

"Federer era un chico muy simpático, muy abierto y muy agradable. Pero era muy hiperactivo. Estaba loco. No paraba de cantar, de hacer el tonto. No venía a la preparación física y yo tenía que ir a buscarlo. Federer hacía una y no aprendía. Lo tenías que castigar otra vez. Esos años han sido complicados" recordó Paul Dorochenko, primer preparador físico del helvético a fines de la década de los 90'.

Y es que el ex-N°1 del mundo y ganador de 20 torneos de Grand Slam por ese entonces sumaba más raquetas rotas que otras cosas. Para comienzos de 2000, contabilizaba un récord de 36 partidos ATP disputados con 21 derrotas y 15 victorias además de no poder lograr título alguno. Su personalidad era su mayor enemigo.

Si bien para 2001 empezó a asentarse en el Top 50, el nacido en Basilea seguía sin poder dar el gran salto. "Prefiero los partidos", era su declaración por ese entonces, demostrando que poco le importaban los entrenamientos. Además su control de la presión y la ira durante los encuentros eran su mayor déficit.

Pero luego de Hamburgo 2001 todo cambió. Y con un argentino de por medio. Federer se midió ante Franco Squillari (N°19 del mundo en ese entonces) y el tenista albiceleste lo venció en dos sets: 6-3 y 6-4. "Estaba jugando mal y terminé rompiéndome la raqueta. Estaba tan enojado que perdí ese partido. Tuve una pésima actitud, había hecho muchas cosas mal, sobre todo en el match point" rememoró hace algunos años el propio suizo sobre la situación.

Y gracias a ese momento, decidió cambiar. "Vi cómo mi familia y mis entrenadores me miraban y sentí que nunca más podría tener este comportamiento en una cancha. Me di cuenta de que definitivamente tenía que cambiar. Fue un proceso largo y recibí ayuda de un psicólogo. Me tomó dos años encontrar el equilibrio perfecto entre la pasión y la calma".

A partir de 2002, su cabeza cambió por completo. Debutó en Sidney, venció a Juan Ignacio Chela en la final y levantó su segundo trofeo (el anterior había sido Milán) con solo veinte años. Y entre aquel año y 2004, obtuvo ¡21! títulos, de los cuales cuatro fueron de Grand Slam: Wimbledon en dos ocasiones, Australian Open y el US Open.

Aquel 2004 terminó siendo el año en el que Roger se subió por primera vez a la cima del ranking ATP. El 2 de febrero se subió al primer puesto y no lo abandonó hasta 2008. El "Bad Boy" de Basilea pasaba a transformarse en "Su Majestad", la leyenda del tenis.