Allá por 2012, mientras Facundo Argüello, Agustin Velotti y Andrea Collarini disputaban las semifinales de Roland Garros Junior, un pequeño Diego Schwartzman, lejos del brillo de cualquier torneo del Grand Slam, alcanzaba la definición de un torneo Future, rodeado de no más de 30 almas (jugadores, entrenadores, árbitros, organizadores y un puñado de curiosos) en un frío pero soleado mediodía de Neuquén.
Es que la Asociación Argentina de Tenis no pudo costear los gastos de todos los jugadores de esa camada prometedora y tuvo que elegir. Por eso, el chico de Villa Crespo ya se enfocaba de lleno en ascender en el ranking profesional. Dos años después, en su debut en finales de Challengers, Schwartzman se transformó en el primero entre los argentinos nacidos en 1992 en alcanzar un título de este nivel al vencer al francés Guillaume Rufin en el Vilas Club.
Fue becado por Náutico Hacoaj mientras jugaba al fútbol en Club Parque (canchas donde surgieron Carlos Tevez, Fernando Gago, Esteban Cambiasso y Diego Maradona, entre otros). Por eso, hasta los 9 años su semana se repartía entre el fútbol y el tenis. De la mano de algunas satisfacciones, eligió por este último resignando la chance de vestir la camiseta de Boca como profesional.
Luego de tres años de pura lucha en los torneos más chicos del profesionalismo, empezó a viajar a Europa y a codearse semana a semana con los mejores. La familia lo ayudó a vender pulseritas para ayudar a pagar los gastos en el exterior. Papá Ricardo, mamá Silvana y los hermanos Andrés, Matías y Natalia partícipes necesarios.
Practicó con Juan Mónaco y Máximo González, quienes vieron "algo" y fueron sus mentores. Ganó su primer partido profesional a Juan Ignacio Londero en Rio 2013 y fue por más. Rompió una racha de cinco derrotas consecutivas con cinco éxitos al hilo en Estambul 2016 (87° del ranking) remontando un set y 5-2 abajo contra Grigor Dimitrov para capturar el primero de cuatro títulos. Después llegarían Rio 2018 (en el duelo por el trofeo barrió a Fernando Verdasco por 6-2 y 6-3), Los Cabos 2019 (doblegó a Taylor Fritz para adueñarse de su único título sobre canchas duras) y el Argentina Open 2021 (en la gran final albiceleste venció a Francisco Cerúndolo).
Durante la pandemia disfrutó cocinar, jugar con sus perros y mirar televisión en su sofá. También se asoció con el futbolista Paulo Dybala y organizó el torneo de celebridades FIFA 20 para recaudar fondos para la Cruz Roja Argentina. Sin embargo, dicho encierro le dio el empuje ideal para despegar a lo grande.
Más de dos años después de radicarse un largo tiempo entre los preclasificados a los Grand Slams saltó al puesto 8, el más alto de su carrera y se clasificó para las ATP Finals. Se convirtió en el jugador Top 8 más bajo, con 170 centímetros de altura, desde Harold Solomon en 1981 con 1,68 mts.
Terminó en el Top 20 de 2018 a 2021 y ganó 40 partidos, su mejor marca personal, en 2019. Avanzó a cuartos de final de Grand Slam o mejor en 5 ocasiones, destacando su victoria sobre el 3 del mundo Dominic Thiem en 5 horas para llegar a semifinales del postergado Roland Garros de 2020 (perdería con Rafael Nadal). Obtuvo la mayor victoria de su carrera sobre el español en camino a su primera final de un Masters 1000 en Roma 2020, después de un 0-9 contra Nadal y 0-22 contra los 5 mejores.
No dejó cancha sin una sonrisa. Nunca habló mal de sus colegas y, por el contrario, muchos lo catalogaron como "el mejor compañero de circuito". Llegó 386° del ranking mundial con la certeza de que Buenos Aires era su última escala. La que seguramente le dio las mayores alegrías.
La lluvia lo postergó pero no impidió que ganara un partido de main draw a nivel ATP desde el 2023. Superó al chileno Nicolás Jarry (40°) por 7-6 (10), 4-6 y 6-3 y se regaló una chance más. Esa que se ganó porque "era bueno en este deporte". Y Pedro Martínez fue el "verdugo". Doble 6-2 para que aparezca el video emotivo, la plaqueta de la AAT, el pasillo con familia y amigos y las mil fotos que le pidieron camino al vestuario. Esas que le seguirán pidiendo porque "se jubiló" como profesional pero no como un de los tipos más queridos del tenis.