Segundos repletos de dramatismo e incertidumbre se vivieron en la cancha central de Wimbledon este miércoles, cuando el serbio Novak Djokovic (6°) se resbaló y quedó tendido boca abajo en el cierre de su triunfo frente al italiano Flavio Cobolli (24°) en cuartos de final.
No solo la umpire, el nacido en Florencia y todos los espectadores presentes se preocuparían inmediatamente por la condición del siete veces campeón sobre el césped londinense, el cual se metió por 14° oportunidad entre los cuatro mejores, sino también su círculo más íntimo como su esposa, Jelena, su hijo, Stefan, y los integrantes de su equipo de trabajo, encabezado por el entrenador Dusan Vemic, en el box al llevarse la mano al rostro y tomarse la cabeza.
Justamente la reacción de su pareja, directora ejecutiva global de la Novak Djokovic Foundation, a la cual conoce desde la adolescencia y con quien contrajo matrimonio en julio de 2014, y de su descendiente, de 10 años, hermano de Tara, de 7, y fanático de todos los tenistas menos de su propio padre, se viralizaría rápidamente al temer lo peor por tamaña caída, buscando consuelo al respirar hondo y cruzar los dedos para que uno de los mejores jugadores de la historia pudiera concluir el pleito.
Afortunadamente para ambos, el 24 veces campeón en torneos de Grand Slam se recuperaría favorablemente al golpe, elongando levemente los isquiotibiales para regresar al campo, adueñarse de los siguientes peloteos y citarse versus Jannik Sinner (1°) en la próxima instancia.
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