Los empleados del TD Garden de Boston habían acomodado con dedicación una a una las remeras en cada asiento del estadio. El escenario y la circunstancia ameritaban el mensaje que esas telas verdes y blancas llevaban escrito: "It´s all about 18". Y es así, para los Celtics todo se trata de conseguir el decimoctavo campeonato de la NBA en su historia y quedar como líderes absolutos en la tabla de máximos ganadores.
Los jugadores de los Celtics sabían de la importancia de ganar el tercer partido de una serie de Finales de NBA igualada en un triunfo por bando: el 82% de los equipos que se quedaron con ese juego fueron campeones. Y lo demostraron desde el comienzo. Jayson Tatum recibió una falta cuando fue para el aro y sintió dolor en el hombro derecho que arrastra lesionado desde las Finales del Este contra Miami, pero no se detuvo; Marcus Smart defendió con furia desde la primera bola y sacó a relucir su bagaje de recursos en ataque; Jaylen Brown recibió una tapa de Draymond Green y a la jugada siguiente volvió a atacar la canasta rival para convertir el doble; Al Horford enterró la pelota con potencia sin que le importara en absoluto su veteranía; Robert Williams III se hizo gigante para dominar la pintura. En definitiva, el conjunto de Ime Udoka, guiado por sus estandartes, marcó la cancha desde el mismísimo salto inicial.
Esa intensidad en el juego se contrapuso con los medidos festejos cuando cada una de las figuras de los Celtics se fue a descansar con el partido ya definido. Lo tienen muy claro: esto no termina hasta que termina y para ser campeones necesitan ganar dos partidos más.
En una construcción granítica que crece desde la defensa, Boston recuperó la ventaja en estas Finales en las que apostar por un favorito es una tarea como mínimo riesgosa. El poderoso ataque de los Warriors se volvió a encontrar con la muralla más difícil de derribar. Los Celtics dejaron a sus rivales por debajo del 50% en lanzamientos de campo en 17 partidos consecutivos de estos playoffs, la racha más larga en una postemporada desde los 20 de los Lakers en 2010.
Y así como funciona el bloque defensivo, la solidaridad también se traslada al ataque. El clásico todos para uno y uno para todos.
Lo importante es anotar y no quién anota. Pueden destacarse Tatum y Brown como dupla de estrellas o sumar a Smart para formar un power trío que suena a la perfección. Tatum, Brown y Smart registraron cada uno al menos 20 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias en el Juego 3. Son el cuarto terceto que lo consigue en unas Finales y el primero en lograrlo desde 1984 (Kareem Abdul-Jabbar, Magic Johnson y Michael Cooper para Los Angeles Lakers).
La capacidad de recuperación de estos Celtics es asombrosa. En el amanecer de la temporada, cuando registraban apenas 2 victorias y 5 caídas, Smart salió a criticar a Tatum y Brown por no querer pasar la pelota. Aquella frase podía generar una ruptura en el vestuario o ser un punto de inflexión para mejorar. No hace falta aclarar cuál de los caminos tomaron.
Si Boston pudo corregir durante la temporada, también aprendió a hacerlo en los playoffs. Los Celtics tienen un récord de 7-0 después de cada derrota que sufrieron en esta postemporada. Cuatro de los seis equipos que registraron una marca similar fueron campeones: Miami Heat en 2013, Los Angeles Lakers en 2009, Chicago Bulls en 1992 y Washington Bullets en 1978.
En Boston hay un deseo que sale de las entrañas: sumar una estrella más a su glorioso palmarés. Ese que iluminaron los pioneros de las décadas del '50 y '60 con Bill Russell como faro y que luego reforzaron Larry Bird y compañía en los '80. Los Celtics quieren volver a celebrar en un Garden que no estalla de alegría desde 2008. Saben que necesitan ganar dos partidos más. Van por el buen camino. Todo sea por ese anhelo de conseguir el título número 18.