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Golden State Warriors, con corazón y juego de campeón

"Nunca subestimes el corazón de un campeón", dijo Rudy Tomjanovich, coach de Houston Rockets al obtener su segundo anillo consecutivo en 1995.


Juego y carácter. Talento y personalidad. Sonrisas y fiereza. Todo eso mostró Golden State Warriors para ganarle el séptimo juego de la serie de primera ronda de los playoffs de la NBA a Sacramento Kings. La actuación superlativa de Stephen Curry tuvo un interesante acompañamiento de jugadores que saben ocupar roles menos luminosos con Kevon Looney como abanderado de los comunes.

La capacidad de Curry para anotar puntos es conocida por todos. Compañeros, rivales, espectadores y analistas saben que en un partido decisivo él se hará cargo. Tirará los tiros que sean necesarios y no se esconderá. La pelota estará en sus manos porque no hay un lugar mejor para que llegue a destino. A veces, aprovecha las cortinas para llegar antes que su defensor y tener el tiempo suficiente para lanzar. Otras, le alcanza con su manejo de pelota para generarse espacios. Su amenaza en el tiro de tres puntos la aprovecha para encontrar pasadizos que lo conducen hacia el aro. Detener a Curry cuando está inspirado, resulta una misión imposible. Los 50 puntos del domingo confirman esta afirmación.

¿Qué sería de Steph sin el valioso trabajo silencioso de obreros como Looney, Draymond Green, especialmente enfocado el día más importante, Andrew Wiggins y Gary Payton II? El imprescindible aporte de los actores de reparto hace que luzca más la actuación del protagonista.

Un rebote en defensa y otro en ataque para Looney. Otro en el lado defensivo y uno más en el ofensivo. Así hasta llegar a 21, fundamentales para los Warriors.

Una pantalla, una falta oportuna, una asistencia precisa, un corte hacia el aro para recibir el pase milimétrico y una defensa infranqueable, parte del variado repertorio de Green.

Un tiro de media distancia, uno de tres puntos, otro cerca del aro tras penetración y uno entendiendo dónde ubicarse para recibir la bola, algunas de las virtudes de Wiggins.

Un tapón con el salto a tiempo, el movimiento de piernas necesario para detener al atacante de turno y tres tapas más a pesar de no ser de los más altos, en la caja de herramientas que ofrece Payton.

Así, a pesar de una noche errática de Klay Thompson, que igualmente anotó un triple con falta en un momento caliente del juego, y de la baja producción de Jordan Poole, los Warriors le ofrecieron su colaboración al estelar Curry.

CURRY, INCONTROLABLE

Curry es un tirador insaciable. Pero es mucho más que eso. Muchísimo más. Los 7 triples que metió en la victoria que sentenció la eliminatoria ante los Kings representan solo una fracción de su arsenal de recursos ofensivos. Cada vez que el defensor consigue que el #30 de los Warriors no tire de larga distancia, entonces él va hacia el aro sin importar si hay uno, dos o tres rivales para obstaculizarlo. Incluso si recibe falta encuentra la manera de tomar un lanzamiento ridículo para cualquier otro jugador y, por si fuera poco, meterlo.

Lo que para los demás parece hasta impensado, Steph lo resuelve con naturalidad. Le fluyen los lanzamientos de las manos, con la postura ideal o con la menos recomendable. Le da lo mismo, él tira. "La seguridad que tengo en mí mismo, saber quién soy y cómo juego es algo que se construye trabajando duro. Eso es lo más importante: trabajar para conseguir las metas. Tengo una confianza irracional en mi juego", le dijo Curry en una entrevista a ESPN.

Esa confianza irracional lo llevó a la abrumadora catarata de puntos que convirtió este domingo. Cincuenta. Sí, 50. Y en un juego 7 de playoffs, algo que nadie había conseguido en la historia de la NBA. Kevin Durant tenía la marca más alta para un séptimo partido con 48.

Curry tiene 35 años. La templanza de un veterano y la irreverencia de un joven. La seria responsabilidad de un líder y la sonrisa de un niño. Con esa edad o más, solo Karl Malone había logrado anotar tantos puntos en un partido de postemporada. Pero si restringimos la búsqueda a un séptimo partido de playoffs, entonces Curry superó con creces la marca anterior, que estaba en poder de Kareem Abdul-Jabbar con 29 en las Finales de 1984.

Con los 50 en el Golden 1 Center de Sacramento, Steph sumó 236 en los 7 partidos de la serie contra los Kings. Así, solo Wilt Chamberlain con 270 en Finales de División en 1964 y Rick Barry con 245 en las Finales de 1967 anotaron más puntos para los Warriors en una serie de playoffs.

Los números que ofrece el Departamento de Estadísticas de ESPN sobre la monumental exhibición de Curry parecen infinitos. No hay barrera de marcas que él no pueda romper. Y en las que ya había roto, saca más distancia.

Mueve la cabeza de un lado a otro en forma de negación y grita, para que escuchen todos los hinchas rivales, que no pueden defenderlo. Y tiene razón.

LOONEY, OBRERO DE LUJO

No brilla. No habla. Tira al aro cuando está tan cerca del canasto que otra decisión no sería posible. Sabe ubicarse para tomar rebotes, tanto en ataque como en defensa. Lucha contra los hombres más grandes y fuertes de los adversarios. En definitiva, Kevon Looney trabaja para el equipo.

Looney tomó 21 rebotes en el choque decisivo ante los Kings, 11 en defensa y 10 en ataque. Además, convirtió 11 puntos, con 4 de 5 en tiros de campo.

El pivote de los Warriors bajó 106 rebotes en la eliminatoria ante Sacramento. Más de 15 de promedio por partido. Solo tres jugadores en la historia de los Warriors habían alcanzado el centenar de rebotes en una serie de playoffs: Wilt Chamberlain, Nate Thurmond y Clyde Lee.

37 de los rebotes de Looney en la serie fueron ofensivos. Desde 2003, cuando Ben Wallace obtuvo 42, que un jugador no capturaba tantos en ataque.

Deja el alma para adueñarse de cada pelota que el aro despide. Hace su trabajo y no reclama el protagonismo de las estrellas. Es un obrero de lujo. En la tarea de Looney se resume la importancia de los actores secundarios. Todos para uno y uno para todos. Valen tanto el talento y la magia como el esfuerzo y el compromiso. Lo bello y lo utilitario.

Golden State Warriors, con este entrenador y algunos de estos protagonistas, construyó una dinastía de títulos y ya sabe lo que es consagrarse en temporadas consecutivas porque lo logró en 2017 y 2018. No llegó a estos playoffs como candidato al título y comenzó la serie con dos derrotas. Pero supo reponerse. Nunca subestimes el corazón de un campeón.