Recibió una merecida ovación apenas pisó la cancha del Parque Roca para la entrada en calor. Realizó un paso de comedia, bien al estilo cordobés, amagando a emular el histórico festejo del triunfo contra Serbia y Montenegro. Esa vuelta olímpica desaforada tras la palomita de Manu. Volvió a escuchar una lluvia de aplausos cuando ingresó en la presentación oficial, de la mano con su nieto Bruno. Rubén Pablo Magnano, el padre de la criatura, el cerebro que primero soñó y luego trabajó para el éxito, cosechó el merecido amor que sembró como entrenador del seleccionado argentino de básquetbol.
Fabricio Oberto, Hugo Sconochini, Rubén Wolkowyski, Alejandro Montecchia y Luis Scola le dieron sentidos abrazos cuando fueron entrando uno a uno, todos especialmente celebrados por el público que colmó el estadio.
Antes del inicio del partido homenaje a una de las conquistas más gloriosas de la historia del deporte argentino, Magnano diseñó una acción ofensiva en la tablita y Fernando Duró, uno de sus asistentes en Atenas 2004 y entrenador rival en esta noche especial, la espió cuando fue a saludarlo. Indicios de un evento que sería a pura sonrisa.
Ese fue el preludio de un primer cuarto jugado a pleno por los doce dorados, repartidos en el equipo blanco y el azul, que el coach campeón olímpico y subcampeón mundial, disfrutó distendido.
Pepe Sánchez conversó con el entrenador sobre el nivel del primer cuarto y coincidieron en que había sido muy bueno.
Después, durante la clasificación del torneo de triples, Magnano aprovechó para conversar con Paula Pareto, accedió a una foto con Ezequiel, un hincha que llegó desde Villa Bosch para agradecerle a la Generación Dorada, y le consultó a Enrique Tolcachier, su asistente, quién es y qué hace Grego Roselló, uno de lo invitados que formaron parte de su equipo. Ninguno de los dos conocía al streamer, al que un rato más tarde mandaron a la cancha.
Magnano, lejos de la seriedad a la que nos acostumbró en su carrera profesional, se divirtió.
Y se emocionó con el reconocimiento al gran Ricardo González, capitán del seleccionado argentino campeón del mundo en 1950, quien entregó el premio al equipo ganador del torneo de triples, liderado por Carlos Delfino.
Rubén, como toda la Generación Dorada, vivió una noche muy especial. Se sorprendió con el saludo de Gregg Popovich y la anécdota de su hermana Susana a través de dos videos.
El final del partido, con los hijos e hijas de los jugadores como participantes especiales, fue con triunfo del equipo de Magnano, como no podía ser de otra manera para este enorme entrenador. Siempre ganador.
El agradecimiento de Rubén Magnano
Magnano, visiblemente emocionado, tomó el micrófono para cerrar la noche. Y, como siempre, con pocas palabras, dijo mucho: “Como nunca antes, llegamos a lugares impensados y vivimos momentos increíbles. El vehículo de ese logro se escribe con mayúscula y ese es el EQUIPO”.
Además, el coach agradeció a quienes acompañaron siempre a los miembros del plantel: "Enaltecer, agradecer a nuestros padres, compañeras, amigos. Soy un agradecido a ellos porque nos sostuvieron en el día a día".
También sumó a los hinchas en su apasionado discurso: "Valoro el gesto del abrazo y del cariño de ustedes".
Y Magnano se despidió: "Hasta siempre, chau".