MÉXICO -- Desde que era muy pequeña, Bego Faz Dávalos ha estado acostumbrada a llamar la atención. Hasta la fecha, esté caminando por su campus universitario en Fresno, California, o visitando a sus familiares en su natal San Luis Potosí, las miradas siempre fluyen en su dirección.
Simplemente, su 1.90 m de estatura la hace la persona más alta en casi todos los lugares en los que se encuentra. A su tamaño, parece natural que estaría destinada para ser una figura del basquetbol, pero creciendo, Bego ni siquiera era la atleta predilecta dentro de su familia.
“Mi papá jugaba,” dice en entrevista para ESPN Digital. “Era muy bueno, y lo querían llevar a la Selección Mexicana,” continúa, pero el abuelo de Bego no permitió que su hijo continuara con el sueño deportivo en ese entonces. En el otro lado del árbol genealógico, la mamá de Bego destacó en el voleibol.
Gracias a aquel pedigrí atlético, Bego fue inducida en el mundo de los deportes desde muy pequeña. “Empecé a jugar desde muy chiquita. Mis hermanas y yo empezamos a jugar en la primaria,” comenta. Bendecida con habilidad natural, su talento llamó la atención de las escuelas más importantes del país mientras viajaba ya con la Selección Nacional.
Se ganó una beca en el Tec de Monterrey, donde cursó la preparatoria y generó grandes recuerdos. “El Tec fue una gran experiencia para mí, sin duda,” recuerda la joven de 22 años. Bego todavía se mensajea con gran parte del staff deportivo y académico de la escuela aún estando en California.
Durante esa época, el fogueo internacional que significó jugar con el Tri femenil le otorgó ofertas de universidades estadounidenses, mismas que eventualmente significarían su emigración al país del norte. Pese a aquél gran premio, las carencias que Faz y las demás jugadoras del equipo sufrían a menudo la marcaron.
“Era difícil. A veces era sentarte en el aeropuerto y esperar porque no habían comprado los boletos,” recuerda. “O llegar a un torneo y no tener uniformes. A veces no teníamos ni donde entrenar porque nadie se ponía de acuerdo,” continúa.
Pese a aquellas situaciones, Bego continuó creciendo. En el 2012, su nivel le otorgó ofertas de beca de escuelas con programas de basquetbol muy importantes. Finalmente seleccionó a Fresno State, colegio ubicado en la ciudad de Fresno, California, la quinta urbe más grande de ese estado, y un bastión para los paisanos. En una población estimada de 520,000 habitantes, se estima que cuatro de cada diez personas en Fresno son Latinos.
Lista para tomar el siguiente paso, la mexicana se dijo impactada por un tema muy importante. “Estaba acostumbrada a mudarme, eso no me molestaba, pero no sabía hablar inglés. Todo era más difícil porque no podía entender a la primera,” explica. Para no permitir que esto afectara sus calificaciones, Bego decidió hacer redshirt su primer año, un término que significa retrasar la elegibilidad deportiva un año para así poder tener hasta cuatro temporadas independientemente de lo que pase con lo cursado en la escuela.
Bego hizo valer el sacrificio de no jugar basquetbol, y rápidamente aprendió el idioma, lo dominó y comenzó a brillar en el salón de clases. Ya enfocada en competir sobre la duela, la espigada pívot fue seleccionada al equipo ideal de su conferencia en su temporada de debut. En su segunda campaña, fue líder de toda la NCAA con 136 tapones, además siendo votada la Jugadora Defensiva del Año en su conferencia.
“Ha madurado y desarrollado su juego bastante,” dijo su entrenadora, Jamie White en entrevista con el Fresno Bee. “Existían ocasiones en las que batallaba y no podía adaptar su juego. Este año, ya puede reaccionar mientras avanza el juego,” continuó.
En la temporada actual, Bego está llamando aún más la atención ya que está entre las líderes de varias categorías de la NCAA, incluyendo rebotes, tapones y double doubles. Los avances ya cambiaron el parecer de la mexicana, que decía antes que estaba feliz con terminar su carrera como basquetbolista en la universidad.
“Hace dos años, estaba pensando en la oportunidad de estar aquí para tener una carrera y trabajar,” dice. “Pero ahora, no me molesta la idea de seguir jugando. Si me dan una oportunidad, la tomo,” asegura. A pesar de que se ríe al ser preguntada sobre posiblemente jugar en la WNBA, sabe que vendrán chances de jugar a nivel profesional.
El desarrollo de Bego en Fresno ha instado tanto a sus entrenadores, como los de otros equipos, en pedir referencias sobre otras jugadoras en México. “A cada rato me preguntan si hay talento en [el país]. Claro que hay, pero nadie sabe como buscarlo o como proyectar a esas jugadoras,” dice.
Aunque se enfoca en su presente, Faz está consciente de la oportunidad que tendrá próximamente como profesionista de vivir y trabajar en los Estados Unidos, algo que le crea conflicto, ya que quiere estar más cerca de su familia, misma que sigue viviendo en San Luis Potosí.
“La mayoría de mis amigos están en México. Mi familia está en México. Amo mi cultura,” admite. “Pero las oportunidades aquí son muy buenas, la verdad me pone un poco nerviosa tener que decidir,” continúa, sabiendo además que la situación política entre ambas naciones tampoco ayuda.
Pero eso parece importar poco, ya que las aptitudes de Bego siguen llamando la atención positivamente, ya sea fuera o dentro de la duela.