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Blake Griffin deja a los Clippers en el limbo de la NBA tras su lesión

Plantéate la siguiente situación: Eres el dueño de una corporación que vale dos mil millones de dólares, y tu empleado estelar es tan talentoso como frustrante. Sus números son espectaculares, pero año tras año te defrauda cuando más lo necesitas. Su contrato se vence pronto y debes decidir si lo retienes por una cifra exorbitante de dinero o lo dejas irse a otra compañía sin la certeza de saber cómo o cuándo encontrarás a un refuerzo de su mismo calibre.

¿Qué decides? Complicado, ¿verdad? Bueno, ese es el dilema que afrontan los Clippers partir de este sábado tras enterarse de que Blake Griffin se verá marginado por el resto de la postemporada debido a una lesión en el dedo gordo de su pie derecho.

El vínculo de Griffin, al igual que el de su compañero estelar Chris Paul, caduca tras esta temporada. Él tiene dos opciones: Ejercer su opción para renovar con los Clippers por un año más y 21 millones de dólares, o explorar al mercado como agente libre y buscar un lucrativo contrato a largo plazo mientras es seducido por potenciales pretendientes como el Oklahoma City Thunder, los Boston Celtics, los Lakers o el Miami Heat, entre otros.

Ésta es su segunda lesión grave en la misma cantidad de años que lo dejan viendo a sus compañeros sufrir su ausencia desde la banca vestido de traje y corbata, tal y como su cuádriceps lo traicionó en el cuarto juego de la serie de primera ronda contra los Portland Trail Blazers que los Clippers terminarían perdiendo en seis en el 2016.

Olvídense de este año. Aún si el conjunto angelino se las arregla para superar a Gordon Hayward y compañía en lo que resta de la primera ronda, los dirigidos por Doc Rivers no son capaces de ganarle a unos Golden State Warriors enteros en la segunda fase. No sin Blake Griffin para neutralizar la polifuncionalidad de Draymond Green, y eso es una verdadera pena.

Es una pena porque los Clippers alguna vez supieron revolucionar a la NBA como “Lob City” gracias a los alley-oops de Chris Paul que terminaban inevitablemente en volcadas estruendosas de Griffin o DeAndre Jordan, pero ese tridente nunca se pudo mantener saludable a la misma vez para siquiera llegar a las Finales de la Conferencia Oeste en sus seis temporadas juntos hasta ahora.

Si eres Steve Ballmer, dueño de los Clippers, te tienes que preguntar seriamente si la séptima será la vencida. Ballmer se había presentado en sociedad en agosto del 2014 como alguien que prometía que su equipo se iba a levantar de la lona y otra vez, ¿pero cuántas veces te puedes levantar antes de preguntarte si eres capaz de ganar la pelea?

Los Clippers han ganado al menos 50 juegos en la temporada regular desde aquel entonces, pero también han ido para atrás (56,53, 51) y el año pasado perdieron en la primera ronda de los playoffs tras alcanzar la segunda en el 2015.

Griffin también va para atrás, ya que en los últimos 12 meses él se lesionó el cuádriceps, luego se tuvo que someter a una cirugía en la rodilla derecha que lo marginó por cuatro semanas y 21 juegos en total esta temporada, y ahora el maldito dedo gordo.

Ah, ni hablar de los 57 juegos de la temporada regular de los que él también se ausentó durante la temporada regular 2015-16 por una combinación de lesiones y una extensa suspensión tras pegarle a su “amigo” miembro del staff del equipo en aquel entonces.

El ala pivot de 28 años de edad se ve traicionado por su cuerpo, y el paso inexorable del tiempo tampoco lo convertirá en un hombre de hierro de la noche a la mañana. Griffin supo disputar 80 compromisos o más en tres de sus primeras cuatro temporadas, incluyendo todos los 82 como novato en el 2010-11, pero desde que Ballmer reemplazó a Donald Sterling esa columna lee 67, 35 y 61 junto a dos postemporadas incompletas.

Sin embargo, Griffin también es una superestrella mediática que juega para un equipo en una ciudad obsesionada con las celebridades. Si Ballmer pierde a Griffin también corre el riesgo de que los Lakers vuelvan a sacar a su franquicia del centro de la escena en Hollywood.

Griffin se tiene que hacer la misma pregunta, ya que quizás ejercer la opción por 21 millones de dólares y demostrarle a todos que el fantasma de las lesiones ha sido ahuyentado sería la mejor opción para él a corto y largo plazo.

Está bien, sería una apuesta riesgosa ya que otra lesión y el estar por cumplir 30 años lo pondrían en jaque teóricamente. Sin embargo, si un Dwight Howard plagado por una espalda molesta que minimiza su capacidad en la zona pintada fue capaz de convencer a los Atlanta Hawks que le den 23 millones cada año por las próximas tres temporadas a los 31, entonces pase lo que pase Griffin siempre será codiciado.

Además, el convenio colectivo actual siempre hace que quedarte con tu equipo te ponga más dinero en el banco por más tiempo que en cualquier otro código postal de la NBA con o sin impuestos estatales.

Sin embargo, si él decide ser agente libre, esa decisión podría llegar a quedar fuera de sus manos.

Resistir o reconstruir. Perseverar o empezar de cero. Ese es el dilema de un jugador, una franquicia y media ciudad. Por ahora no hay respuestas.

Las incógnitas, la frustración y el deber de llegar lo más lejos posible en los playoffs es lo que tenemos hasta ahora.

Nubes negras se han posado sobre el Staples Center. Como diría León Gieco…”Si una estrella más cayó, este cielo llora”. Y la tormenta recién ha comenzado.