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La experiencia de los Warriors

Noah Graham/NBAE via Getty Images

OAKLAND, California - En estos momentos, la gente del restaurante Morton's The Steakhouse tienen lista la lujosa cena postjuego para los Golden State Warriors. Hay bistec, de cualquier forma posible. Platos gigantescos de ensalada. Una barra llena de camarones, cangrejo y langosta, rodeando una hermosa escultura en hielo.

Los Warriors han celebrado sus cenas en equipo en Morton's media docena de veces en los últimos años, ya que se han enfrentado a los Cleveland Cavaliers en tres finales de la NBA consecutivas. El restaurant es conexo al hotel del equipo, y ya tiene valor sentimental. Fue el lugar en el cual celebraron su primer palmarés de la NBA en 40 años, cuando lo obtuvieron en 2015.

Las escenas de la lucha de ese primer campeonato para Golden State ahora parecen estar llenas de inocencia. En aquél entonces, los Warriors fueron una placentera sorpresa en la NBA. Su joven entrenador, en la primera temporada en el puesto, Steve Kerr, y su superestrella con cara de niño, Stephen Curry, se alejaron de esa primera cena de celebración a fin de fumar cigarros juntos fuera del restaurante y asombrarse por lo que habían creado juntos.

Este año fue algo muy distinto. Una vez que Golden State firmó a Kevin Durant como agente libre en julio pasado, parecía encaminarse a un enfrentamiento de costa a costa con poco dramatismo de por medio. Los Warriors fueron dominantes. Otra cena de celebración parecía ser inevitable. El reto para ellos, y para todos nosotros, era el poder apreciar el por qué eran tan dominantes y brillantes, noche tras noche.

Sin embargo, hubo muchas cosas que pudieron haber conspirado en contra de producirse la coronación. Hubo meses en los cuales Curry y Durant aún trataban de entender como poder jugar juntos, sin perder la esencia de cada quién. Y qué dicen del puñado de partidos en los cuales el equipo se mostró flojo o sin vida y perdieron. Aquellas horas en Washington, D.C., en las cuales todos temían que Durant se perdería el resto de la temporada con una lesión en la rodilla. La primera mitad de las finales de la Conferencia del Oeste contra los San Antonio Spurs, antes que Kawhi Leonard se lesionara, cuando parecía que alguien, finalmente, había conseguido la formula para poder competir contra este súper equipo. El Juego 4, una victoria de calle para Cleveland, que condujo a los Cavs a tomar un avión en ruta a San Francisco con déficit 3-1 en la serie, igual que el año pasado.

Los Warriors habían planificado quedarse esa noche y tener una cena para el equipo luego del encuentro, a celebrarse en Morton's en Cleveland, sin importar lo que hubiese ocurrido en el Juego 4. Si ganaban, habría sido una celebración igual a la ocurrida dos años atrás. Si perdían, pues, sería una cena normal en conjunto, posterior al partido.

El restaurante se había preparado para cualquier resultado. Igual se encargó una escultura de hielo felicitando a los Warriors por el título, por si acaso.

Cuando la ventaja de los Cavaliers llegó a un margen de 20 puntos en el cuarto periodo, un mesero tomó un serrucho y comenzó a remover la parte superior de la escultura, en la cual se leía: "Campeones de la NBA 2017".

La historia debía esperar por un partido más. Un recordatorio final para este súper equipo que debía ganarse su legado antes de hacerlo propio.

"No merecíamos ganar el Juego 4", dice Kerr. "Para poder acabar con un equipo, compites con todas tus pelotas de por medio, y eso no lo hicimos en el Juego 4. Cada juego definitorio en el cual he intervenido ha sido así".

"Realmente, no habría sido tan satisfactorio si no nos hubiésemos tenido que fajar para conseguirlo".

AL MOMENTO EN EL CUAL Wanda Durant llegó a la habitación dentro del Oakland Coliseum en la que los Warriors se tomaban fotos con el trofeo de campeones Larry O'Brien en la noche del lunes, no había manera de secar sus lágrimas.

Durante tres décadas, Wanda Durant había aportado lo mejor de sí a fin de criar a sus dos hijos, Kevin y Tony. Siendo madre soltera en el área de Washington, D.C., debió tomar varios empleos a la vez para poderlos vestir y alimentar. Los estimuló a fin de tomar actividades extra currículo que les aportasen confianza e identidad. Presionó a Kevin a fin que siguiera jugando baloncesto, cuando él decía que quería abandonarlo en su época de adolescente.

El año pasado, ella lo volvió a presionar. Requirió sacarlo de su zona de confort. Incluso, lejos de ella.

"Cuando llegó por primera vez (al área de la Bahía de San Francisco), no salía mucho", dice Wanda Durant. "No quería que tuviese esa comodidad de tenerme cerca. Quería que hiciera las cosas por sí mismo".

Para los expertos, la decisión de Durant de dejar al Oklahoma City Thunder y firmar con los Warriors como agente libre el verano pasado fue un momento crucial que afectará el equilibrio de poder en la NBA en años por venir. Para Durant y su familia, fue una decisión intensamente personal que será parte de su legado por siempre.

Habrán personas que lo critiquen por llegar a un equipo que ya había ganado un título. Siempre habrán preguntas relativas a si Durant pudo haber ganado un campeonato con el equipo que lo seleccionó en el draft; o si Russell Westbrook y él pudieron haber forjado una dinastía juntos en Oklahoma City.

Durant y su madre cargaron con las consecuencias de la decisión de dejar Oklahoma, meses antes que él tuviese que decidir. Si quería jugar (y ganar) con los Warriors, debía aceptar las repercusiones y superarlas.

Ese fue el precio que debió pagar Durant, que le costó su felicidad. Hubo también un precio que pagar para los Warriors: aceptar a Durant en su equipo significaba que su historia sería parte del conjunto del legado de Golden State. Nunca sabrán si hubiesen podido vengar su derrota a manos de Cleveland en las finales de 2016 sin Durant. O, si hubiesen podido vencer a un Thunder con Durant nuevamente.

Con la llegada de Durant, Curry ya no sería el mejor jugador en su equipo. Klay Thompson ya no era el mejor jugador versátil. Draymond Green siquiera tendría que anotar. Aún así, todos aceptaron voluntaria y felizmente pagar este precio.

"¿Saben qué es lo más gracioso de todo?", se pregunta a sí mismo el asistente al entrenador de los Warriors, Ron Adams. "Es que hacemos esto con gente con quienes nos gusta estar". Por eso vino Durant, y decidió aceptar toda esta situación y asumirla como suya.

"Tener compañeros que te estimulan, te levantan, todos necesitamos eso en la vida", dice. "Fue asombroso ver eso durante todo el año, y ahora poder estar aquí con ellos, es maraviloso".

Mientras Wanda esperaba por su hijo en la sala de trofeos a fin de tomarse fotos en grupo, ella vio varios mensajes en redes sociales. Algunos eran desagradables, otros amables. Igual que durante todo el año, solo que esta vez el volumen había aumentado.

Las lágrimas comenzaron a salir. Estaba cansada por una noche tan increíble, el peso cargado durante la temporada, y todo lo que había ocurrido en las tres décadas anteriores. Su amiga Shelbia Clark, madre del base de los Warriors Ian Clark, le trajo una silla para que ella pudiese descansar. Comió un poco de pollo y luego desechó el resto. La comida no le era suficiente esta noche.

"Nunca había visto a (Kevin) tan feliz", dijo Wanda Durant. "Estoy abrumada y sin palabras, recordando todo".

"Llegó acá con el fin de ser feliz, pero hay algo más profundo. Llegó aquí para tener la libertad de ser Kevin Durant en el tablero. Eso no significa encestarlas todas o ser el jugador franquicia. Eso significa ser Kevin... Él piensa 'si me quieres, me quieres. Si no, pues no. Pero seguiré siendo Kevin'".

EXISTE LA IDEA EN los círculos de la NBA de que los Warriors ganaron este campeonato el 4 de julio cuando sedujeron a Durant para unírseles. Debería haber sido igual de claro en aquél entonces como lo es hoy, pero este equipo de Golden State se encuentra entre los mejores de todos los tiempos. A pesar de todo lo que se dice con respecto a lo inevitable que se han convertido los Warriors esta temporada y más allá, existía un riesgo al agregar a un jugador de la talla y poder de Durant a un grupo que ya había comenzado una carrera histórica con un título de la NBA en 2014-15 y una temporada regular de 73 triunfos en 2015-16.

No siempre más es mejor. Especialmente cuando se trata de un equipo basado en un equilibrio muy delicado entre sentido de pertenencia al grupo y actitud.

"Mi mamá hacía galletas de chispas de chocolate", bromea el dueño minoritario de los Warriors Peter Guber. "Alguien les ponía pasitas, y aún sabían bien. Otro les agregaba nueces, y sabían bien. Otro le ponía coco, y ya sabían raro. No siempre más es mejor. Solo si se cuenta con los ingredientes correctos en el momento preciso, eso se convierte en algo maravilloso".

Curry estaba muy consciente de los riesgos que su equipo corría mientras volaba de regreso a casa de aquella ahora tristemente célebre reunión de los Warriors con Durant en The Hamptons a fines de julio. Sabía que Durant también lo estaba. Curry entonces le envió un mensaje de texto directamente a Durant a fin de manejar la situación.

Curry quería que Durant supiera que no veía esto como compartir el escenario. Las ventas de zapatos y el brillo individual no importan, escribió Curry. Si Durant llegaba y se hacía Más Valioso (premio que Curry ganó en años consecutivos), Curry estaría en primera fila de su rueda de prensa, aplaudiéndole. "Sólo me importa ganar", escribió Curry. Y "todos ganaremos al final".

Durant se conmovió. Respondió: "Wow, es de verdad".

Meses después, luego de un partido de pretemporada en Las Vegas, Durant repitió la frase a los entrenadores de los Warriors en una cena post partido.

"¿Saben esa sensación luego de tomar una decisión importante en la vida, y comienzas a comprender lo que implicó?", dice el asistente al entrenador de los Warriors, Bruce Fraser. "Eso estaba haciendo Kevin. Vino a nuestra mesa y dijo, 'es de verdad'".

La cultura de los Warriors de la que tanto había oido hablar. La hermandad que sentía desde la distancia, y luego en persona cuando Curry, Green, Thompson y Andre Iguodala volaron a fin de convencerle en persona. Todo se sentía real, luego de unos meses.

El hacer que las cosas funcionaran en la cancha era una historia distinta. Durante los primeros meses, Durant y Curry parecían dos conductores sumamente educados en la carretera causando un embotellamiento porque no se ponían de acuerdo, cediéndose el paso mutuamente.

Tras el tristemente recordado partido del día de Navidad en Cleveland, Kerr sabía que era hora de tener una charla en confianza con su base estrella. Fue a casa de Curry y se quedó por unas horas a fin de conversar bien sobre el tema. "Se sentía como si Steph no estaba completamente involucrado", dice Kerr. "En gran parte, era mi culpa. Le daba muchas jugadas a Kevin. Escogía enfrentamientos que me gustaban y creo que Steph se quedó como perdido en el medio".

Curry le dijo a Kerr que había hecho muchas cosas a fin de ayudar a Durant aclimatarse al sistema de los Warriors, pero que sentía que eso empezaba a afectar su propia agresividad y flujo.

"Creo que ambos entendimos", dice Kerr, "que KD iba a estar bien. Él anota 25 puntos dormido".

Para que esto funcionara, Curry no podía perderse tratando de ayudar a Durant. No necesitaba ser el comité de bienvenida de Durant a su equipo o siquiera ser el que entregase las llaves. Su trabajo era jugar con agresividad, por lo que el sistema funcionaba como se quería sin manipulaciones artificiales. "(Kerr) me estaba diciendo, 'necesito que seas tú mismo'", dice Curry. "Si necesitaba oirlo o no, pues, era un buen momento para aceptarlo y no mirar atrás".

Fraser ha trabajado con Curry por tres años ya, al punto en el cual ya no necesitan intercambiar palabras. Fraser puede entenderlo de acuerdo a la forma como Curry camina o sus expresiones faciales, si se encuentra cómodo previo a un partido o no. Puede entender el ánimo del escolta por la forma como corre en el tabloncillo después de sus calentamientos, o como se eleva en sus tiros de práctica.

Por ende, Fraser sabía bien, incluso cuando el dúo parecia estar en su peor momento en la cancha, que Curry no se arrepentía de la llegada de Durant. Sólo debía superar esta etapa. "Uno no puede hablar y esperar que superen algo así", dice Fraser. "Tu ayudas a que esa persona lo supere".

Fraser esperó a Curry fuera del vestidor de los Warriors durante la noche del lunes. Curry salió del cuarto impregnado en champaña, cruzó miradas con su entrenador, cuya camisa blanca estaba aceptablemente limpia luego de la noche de desenfreno.

"Lo hicimos", dijo Curry. Corrió hacia Fraser, se elevó en el aire y golpearon sus pechos. "Lo hicimos. ¡Siiiiiiiiii!".

EL DUEÑO MAYORITARIO DE LOS WARRIORS Joe Lacob toma triunfos y derrotas de buena forma. Es un temperamento común con la gente que maneja capital. Apuesta en grande, gana o pierde en grande. Y pasa a la siguiente. Después de las finales del año pasado, dice Lacob, necesitó de 30 minutos a una hora a fin de superar la derrota. "Soy un poco diferente", dice. "Es mi psique. Siempre pienso en el futuro".

"No sé si es una buena o mala forma de vivir. Pero así soy. En cuanto se termina, estoy pensando en cómo podemos mejorar".

Pocas semanas después, los Warriors contrataron a Durant. Al día siguiente, y desde aquél entonces, han cargado con la etiqueta de ostentosos. En vez de apreciar este estilo de baloncesto, jugado sin egoismos al más alto nivel, nos preguntábamos si podían vencer a súper equipos del pasado, o si su éxito era realmente "malo para el baloncesto".

En privado, los Warriors desechaban la noción que eran más súper equipo que los Cavaliers. Durant y Shaun Livingston son los únicos Warriors que fueron seleccionados entre los cinco primeros del draft. Por su parte, Cleveland tiene dos selecciones No. 1 (James y Kyrie Irving), un cuarto seleccionado (Tristan Thompson) y un quinto (Kevin Love) en su plantilla.

Pero, si creían que Durant superaba a James como el mejor jugador en la NBA, o se cerraba la brecha con Leonard como el segundo mejor en la NBA, el equipo de Durant ya había saltado encima del de James. Una barrida parecía inevitable.

Incluso, James comenzó a ponerse poético, intentando definir a Durant y el lugar de los Warriors en la historia. "Creo que forma parte de mi deber el ir contra equipos en plena dinastía", dijo James, refiriéndose a su derrota en las finales de 2007 contra los San Antonio Spurs. "Como están las cosas, todo se ve muy bien con respecto al futuro".

Pero, los Cavaliers aún no podían ser dados por muertos. Estrujaron a los Warriors en el Juego 4, dando pie a que la gente comenzara a dudar y los memes "3-1" crecieran en las redes sociales. Después del partido que se fue por una sola calle, Lacob se dirigió al Jack Casino enfrente del Quicken Loans Arena a fin de dejar ir la presión. Se sentó en una mesa de black jack , de acuerdo a fuentes que estuvieron en el lugar, el jefe de mesa le dijo que el casino no le permitiría jugar, y se fue a una mesa de bacarat, en la cual ganó una cifra de cinco dígitos.

Riesgo y recompensa. Intentos y fallas. Es la vida de un capitalista. Se aprende a estar cómodo con las altas, bajas y cambios súbitos.

"Soy persona de tomar riesgos", dice Lacob. "Soy capitalista. Me hago la vida creando empresas. Lo he hecho durante 30 años. Siempre hago lo que otros creen imposible y asumo mi riesgo. A veces se falla. Yo he fracasado previamente. He tenido empresas que han caído. no muchas. Pero no le tengo miedo al fracaso. No puedo estarlo. Si quieres ser líder, agente de cambio o tener la habilidad de poder crear algo como esto, debes asumir ciertos riesgos".

En este caso, el riesgo era el firmar a Durant. Luego de la derrota del año pasado, este equipo creía que necesitaba a Durant para vencer a los Cavaliers. Sí, el año pasado Green fue suspendido y no pudo estar en el Juego 5 y Curry no tenía cien por ciento de salud después de su lesión de rodillas. Pero en el Juego 7, LeBron James y los Cavaliers ya habían descifrado a los Warriors... Y fueron aún mejores este año con la adición de Kyle Korver, un francotirador.

"Mucha gente veía esto como fácil. No lo fue. Tuvo sus complicaciones", dice el Gerente General Bob Myers. "L edije a alguien en la tribuna (durante el juego 5): 'Si esto no es una prueba que necesitamos pasar por esto para ganar...'".

"No me gustan esas frases algo fuertes pero, 'o mejoras o empeoras'", agrega. "Ni en el equipo, ni en los negocios, no nos damos por muertos. Así que, si hay la oportunidad de conseguir a alguien de la talla de Kevin Durant... Debería ser una idea sencilla: 'Vamos a intentar mejorar'".

"No hay que ser un genio para ver lo que él es capaz de hacer".

MYCHAL THOMPSON se sentó en la parte de atrás del cuarto de trofeos, tratando de quedar fuera de vista mientras su hijo Klay posa para las fotos. El ex centro de los Lakers aún conduce un programa diario de charla deportiva en Los Ángeles, pero ha aprendido cuándo debe quedarse quieto y dejar que su hijo brille por sí solo.

Este equipo, dice, "apenas está comenzando".

Thompson padre tuvo su momento con los Lakers de la memorable era "Showtime". Luego de caer a manos de Magic Johnson y Kareem Abdul-Jabbar como miembro de los Portland Trail Blazers y los Spurs, Thompson fue cambiado a los Lakers en 1987, lo cual significa que estuvo con Los Ángeles durante la cúspide y el ocaso de la era "Showtime".

Al igual que los Warriors de este año, los Lakers barrieron las tres primeras rondas de los playoff de 1989. En vez de sentarse y esperar a los Detroit Pistons ganar la Conferencia del Este, el entonces entrenador Pat Riley llevó al equipo a Hawaii para otro campo de entrenamientos previos a las Finales. "Teníamos dos prácticas diarias", dice Thompson. Los Lakers de la era Riley eran conocidos por llevarse al límite cuando sus oponentes no eran capaces de hacerlo.

"Recuerdo haber ido a una fiesta privada en el teatro Roxy luego de una victoria", afirma Thompson. "Sin embargo, me fui a la medianoche porque debía levantarme para entrenar en el Gold's Gym a las 8 de la mañana al día siguiente".

Esta vez, se exigieron demasiado. El base abridor Byron Scott se lesionó su corva durante una práctica previa a las Finales. Magic Johnson se lesionó la suya en el Juego 1. Los Pistons barrieron a los diezmados Lakers, y Kareem se retiró después de esa temporada.

Livingston escuchó a Thompson recordar sus días de gloria, y los secretos de otra dinastía californiana.

"¿Cuántos años crees que te quedan, Shaun?", pregunta Thompson.

"Hasta que me saquen de ahí", bromea Livingston, de 31 años. "Jugaré mientras me tengan ahí".

Livingston es uno de los agentes libres clave de los Warriors este verano. Exigirá más en el mercado abierto de lo que podrá reclamar a Golden States. No obstante, si Durant desea tomar una cantidad menor al máximo que su contrato le promete este verano, los Warriors podrán usar derechos Bird para hacer ofertas más competitivas a sus agentes libres como Livingston e Iguodala.

En la NBA moderna, este tipo de sacrificio es clave a fin de sostener equipos dinámicos. Esto sigue siendo un territorio desconocido e incontrolable.

Si bien estos Warriors han sido dominantes durante los últimos tres años, no son invencibles. Cada día, Kerr se yergue frente a su equipo y les recuerda lo frágil que puede llegar a ser la salud de cada quien. Durante la mayoría de los dos últimos años, se ha sentido miserable con una filtración de fluido medular que causa constantes dolores de cabeza, náuseas y mareos. Todas son complicaciones misteriosas, consecuencias de una cirugía en la espalda posterior a las finales 2015 y sin posible cura.

"Mejor" siempre es un término relativo cuando se trata de la salud de Kerr. Nunca se ha sentido realmente mejor: sólo menos mal o peor que el día anterior.

"Está feliz, pero, ¿se siente mejor? No", dice Fraser luego de celebrar con Kerr en el cuarto de entrenadores de los Warriors después del Juego 5. "Está súper feliz en estos momentos, pero se siente como mi----. No está mejor. Lo sabemos. Pero está feliz".

Kerr fue el útimo entrenador en dejar el Oracle Arena en la noche de lunes. Su pelo estaba aún mojado con champaña y cerveza. Pero, se había puesto una camisa seca para montarse en su vehículo junto a su esposa e hijos.

"¿Pueden creer el nivel de baloncesto que se ha jugado en esta serie?", pregunta Kerr, aún recordando jugadas del partido. "Quiero decir, ambos equipos estuvieron sensacionales".

Fue la clase de cosas que un entrenador dice a fin de mostrarse magnánimo en una rueda de prensa post partido, no horas después de dejar la cancha por última ocasión esta temporada. De todos modos, Kerr ha perdido tantas cosas en este último par de años, que ha aprendido a apreciar la belleza, donde quiera que la encuentre.

"Uno consigue la felicidad donde se pueda", dice Kerry, dirigiéndose hacia su auto. El dolor en su cara nunca está lejano. Pestañeará o tratará de quitarse la presión de sus oidos por periodos de apenas segundos.

En este momento, ¿qué le da felicidad?

"Este equipo", dice. "Y mi familia".