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Mariano Rivera, cierre digno de un 42

tbd by editor Maddie Meyer/Getty Images

NUEVA YORK-- Mariano Rivera, el cerrador de los Yankees cuyo destino será el Salón de la Fama, insiste que espera que sus emociones en esta, su última temporada, sean dominadas por el gozo. Pero también sabe que al ser el último ligamayorista que usa todos los días el 42, número que pertenece a Jackie Robinson, le confiere una distinción extra que lleva el fin de su carrera más allá de Nueva York: cuando se vaya, el número de Robinson se marchará hacia el retiro junto a él. La única excepción será un día cada año -el 15 de abril- cuando todo el personal de campo en Grandes Ligas use el 42 como tributo a Robinson, en el aniversario de su debut en 1947, con los Dodgers de Brooklyn.

Pero Rivera pronostica que cuando llegue la ocasión el lunes (o el martes para equipos como los Yankees, que descansan el lunes), dará un vistazo, absorberá el ambiente y se sentirá de la misma forma como siempre lo ha hecho.

"Pienso que es hermoso", dijo Rivera acerca del panorama que se da una vez al año con todos los jerseys usando el número 42, en la caja de bateo, corriendo al diamante, formados mientras escuchan el Himno Nacional, o corriendo alrededor del campo una vez que inicien los partidos. Rivera creció en Panamá, conociendo acerca de estrellas latinas como Juan Marichal y Roberto Clemente, antes de estar al tanto de quién era Robinson. Le gusta el simbolismo de todos estos 42 -sean afroamericanos, blancos o latinos- en igualdad de circunstancias. El tributo a Robinson tiene como objetivo el asegurarse que nadie olvide que esto no siempre fue así.

"Jackie Robinson fue un gran hombre", reconoció Rivera durante el fin de semana, previo a un duelo contra los Baltimore Orioles "Siempre he dicho que usar este número es un privilegio y una gran responsabilidad, representar lo que Jackie representó por nosotros, como una minoría, y para el béisbol en general, es tremendo. Para mí, es un privilegio usarlo y mantener el legado. Me hace querer estar en mi mejor nivel, y eso lo he intentado toda mi carrera".

Cuando el comisionado Bud Selig declaró en 1997 que el número de Robinson ya no sería utilizado -era el 50 aniversario del día en que Robinson integró al béisbol-, Rivera era uno de 13 peloteros que aún utilizaban el 42.
Muchos de los otros eran peloteros de bajo perfil-- Kirk Reuter, Jose Lima, Butch Huskey. La excepción era Mo Vaughn, el robusto primera base que brilló por algunos años y fue el Jugador Más Valioso de la Liga Americana en 1995, antes de desvanecerse con los Mets. "Todo mundo empezó a retirarse", recordó Rivera, actualmente de 43 años, "y de repente, yo era el único que quedaba. ¿Y saben algo? Fue una responsabilidad mayor. Aprendí que era más que sólo el número".

Desde 2003, Rivera ha sido el único 42. Y su compañero con los Yankees, Robinson Canó, encuentra algo de justicia poética en eso.

"Las cosas pasan por algo", dijo Canó.

A lo que se refería Canó era que Rivera es la combinación perfecta de clase y estilo, habilidad para el béisbol y profesionalismo sin límites que todavía sigue en pie, cuando las opciones se redujeron a dos: Mo, el cerrador más grande y uno de los mejores compañeros de equipo que ha existido, y Robinson, para muchos el atleta más importante del siglo 20. Robinson fue diferente a Joe Louis, porque a él no le permitieron combatir contra los elementos en el juego que se le resistían. Fue mucho menos abierto políticamente al inicio de su carrera a diferencia de Muhammad Ali, quien no destacó sino hasta años después de que Robinson llegó a los Dodgers, pero Ali ciertamente le debe mucho a Robinson por el precedente que dejó.

Pero, de nuevo, Rivera no sabía nada de eso. No al inicio. A diferencia de Huskey, nacido en Oklahoma y quien dijo que prometió usar el número de Robinson luego de leer un libro acerca de él en la primaria, o como el caso de Canó, un dominicano cuyo padre -también pelotero- lo bautizó en homenaje a Robinson, no hay alguna anécdota en particular acerca de por qué Rivera comenzó a usar el 42.
Rivera es el hijo de un pescador, nacido en un pequeño poblado en Panamá. En 1995, sólo intentaba mantenerse con los Yankees en el roster de Grandes Ligas, tras una cirugía en el brazo. Cuando un asistente en el vestuario le dio esa primavera un jersey de juego con el número 42, su único pensamiento era que significaba que se había quedado con el equipo. Y de inicio -no se rían- era un abridor de emergencia antes de ser convertido en relevista el año siguiente.

En las 19 temporadas de Grandes Ligas desde entonces, Rivera ha crecido en importancia. También ha desarrollado un mejor entendimiento acerca de Robinson y lo que significa para él usar el número, no solamente para todos los demás. Dice que se esforzó a conciencia para saber más de Robinson en la época en la que se convirtió en el último 42 y aún más gente le pedía poner en perspectiva lo que significaba Robinson.

"Definitivamente, intenté aprender más de él", comentó Rivera. "Todo. Simplemente todo. El trabajo comunitario. El hombre que era. Siempre solía platicar con Don Zimmer cuando Zimmer estaba aquí. Él jugó con él. Zimmer me dijo que Jackie lo cuidaba, porque Jackie ya era un pelotero establecido y Zimmer apenas llegaba. Fue increíble. Siempre me dijo, 'el hombre fue generoso. No solamente un gran pelotero'".

Hay infinidad de historias acerca de cómo la influencia de Robinson se propagó de esa forma. Y dicha influencia no se ha detenido años después, aunque Robinson murió muy joven, de un ataque al corazón en 1972, cuando solamente tenía 53 años.

¿Willie Mays? Alguna vez le dijo al New York Times, "Sin Jackie, nunca hubiera salido de Birmingham. Ellos sabían que Jackie era muy terco, y decía, 'Denos dos años y le daremos una oportunidad a todos nuestros amigos'. Si él se hubiera involucrado en alguna pelea esos dos años, se hubiera acabado todo".

¿Ralph Branca? Él cuenta una historia de cómo Robinson lo consoló después de que permitió el "Batazo que se escuchó alrededor del mundo" contra Bobby Thomson, en el partido de desempate que puso a los Gigantes en la Serie Mundial de 1951 en lugar de los Dodgers.

Otras historias acerca de las frases que dijo Robinson ahora están grabadas en la historia del deporte. Una vez expresó, "No habrá ningún americano libre en este país, hasta que cada uno de nosotros sea libre". Cómo creía que, "Una vida no es importante, excepto en el impacto que tenga en otras vidas".

Rivera vive apegado también a esta última frase.

Es el mejor cerrador en la historia, sin duda. Pero, ¿la serenidad que Rivera ha mostrado todos estos años en la lomita? Eso no es ninguna actuación. Viene de un lugar profundo, que tiene muy poco qué ver con el béisbol, y más con quién él es y, como lo resalta además, su devota fe.

Así que, cuando él insiste con una sonrisa en que no espera estar triste en su última temporada, merece que le creamos. En su corazón sigue siendo el hijo del pescador que creció usando un envase de cartón como guante, un hombre que sabe lo que significa el trabajo duro.

Y no será uno de esos veteranos que se la pasa sentado en el retiro, contando su dinero, relatando anécdotas y coleccionando palmadas en la espalda. La fama y la fortuna no han puesto su visión del mundo fuera de rango, que solamente busque a ricos y famosos como él.

Rivera quiere hacer aún más trabajo mediante su iglesia, una vez que diga adiós. Si le preguntan, dirá que le gustaría ver retirado también de todo el béisbol el número 21 de Roberto Clemente, el mítico jardinero derecho de Pittsburgh, por todo el trabajo que hizo para abrirle la brecha a los peloteros latinos cuando llegó a las Mayores en 1955, ocho años después que Robinson. Clemente todavía era pelotero activo cuando murió a los 38 años -el 31 de diciembre de 1972- en un accidente de aviación, cuando llevaba ayuda a las víctimas de un terremoto en Nicaragua, desde su natal Puerto Rico. El año siguiente, fue el primer pelotero latino electo al Salón de la Fama.

"Un día, eso puede ocurrir (el retiro del número 21 de Clemente), debemos seguir impulsando eso", afirma Rivera. "Me gustaría que pasara. Él fue un gran pelotero. Y murió ayudando a la gente. Imagínenlo. Sólo imagínenlo".

Rivera también tiene un plan para su última temporada.

En cada escala de su gira del adiós, decidió visitar -de forma discreta y muy intencional- a gente (casi todos extraños), que han hecho algo extraordinario, que hacen posibles los partidos, o quizá que solamente aman al béisbol de la misma forma en cómo él amó jugarlo todos estos años. Es una idea única - "Quiero decirle 'gracias' a la gente que nadie ve", explica- y lo mencionó en la misma conferencia de prensa en el entrenamiento primaveral donde confirmó que se retiraba. Les hace preguntas, les cuenta historias.

"La idea de Mariano era que no quería ir a todo estos lugares por última vez y que le hicieran ceremonias en su honor", dijo Jason Zillo, director de relaciones con la prensa de los Yankees, que le ayuda a organizar estos eventos.

Hasta el momento en la temporada que recién inició, los Yankees han viajado a Detroit y Cleveland. Cuando estaba en Detroit, Rivera se reunió con uno de los encargados del mantenimiento del campo -que ha trabajado más de 40 años con los Tigres- y con un veterano de guerra que ha estado en varias misiones. En Cleveland, tuvo una sesión privada de preguntas y respuestas con aproximadamente 30 personas -desde oficinistas, hasta el personal del palco de prensa y elementos que trabajan el día del juego, hasta un aficionado llamado John Adams, quien ha tocado un tambor para apoyar a los Indios en los juegos desde 1973.

"¿Dónde está el hombre del tambor?", preguntó Rivera cuando llegó.

Adams se identificó.

"¡Tú eres el hombre!", gritó Rivera mientras se reía. Le dijo a Adams lo mucho que respetaba su devoción diaria por el equipo, y que además le gustaría averiguar algo.

"¿Le pegas más fuerte al tambor cuando estás enojado", preguntó Rivera.

"Bueno, me has estresado mucho en los últimos años", respondió Adams, riendo también.

Rivera dijo que está listo para seguir con la siguiente etapa en su vida, "Pero primero voy a disfrutar esto primero, porque sólo te retiras una vez". Y la viuda de Robinson, Rachel Robinson, de 90 años, dijo que ella se considera entre aquellos que sentirán pesar cuando Rivera, el último de los 42 que juegan actualmente, se vaya, aunque él insista -con todo y una sonrisa- que, "Ya es hora".

"Se comportó con dignidad y clase", dijo Robinson recientemente en una entrevista con Ian O'Connor de ESPNNewYork.com, "Y eso hizo que usar el número se convirtiera en un homenaje para Jack. Estoy muy complacida por lo que ha hecho, y siempre estoy un poco triste cuando alguien que ha logrado tanto se retira".

Robinson no está sola. Pero Rivera -el mejor cerrador- se mantiene de forma serena con un pensamiento ahora que la cortina está a punto de bajar: ¿Por qué esto no puede ser bello también?

Tiene sentido.

El béisbol no ha tenido a nadie mejor que sepa la forma correcta para terminar las cosas.