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Murió Andrés Reiner, hombre que cambió beisbol en Venezuela

Andrés Reiner era joyero. Vivió en aquella Caracas de los años 60 y 70, dedicado al negocio de las gemas y piedras preciosas. Poética coincidencia. Porque hoy, al llorar su muerte, la Venezuela beisbolera le recuerda como el hombre que cambió la historia de los diamantes en la nación suramericana.

Reiner, que nació en Hungría, en 1935, falleció este jueves en Estados Unidos. Tuvo una vida fecunda, un corazón noble y una idea que le convirtió en leyenda.

Su huella impactó a tantas personas, y de modos tan diferentes, que un coro de memorias y lamentos se levantó por todo el Caribe, desde Manny Acta hasta Bob Abreu, para expresar el dolor ante la noticia y enumerar recuerdos imborrables.

Entre sus descubrimientos se cuentan Abreu y su 30/30; Johan Santana, ganador de dos premios Cy Young; Freddy García, el lanzador venezolano con más victorias en las mayores; Melvin Mora, miembro del Salón de la Fama de los Orioles de Baltimore; Richard Hidalgo, con su campaña de 40 jonrones con los Astros de Houston; y también Carlos Guillén, Roberto Petagine, Raúl Chávez, Alejandro Freire y tantas otras figuras.

En 1983, ya convertido en scout, tuvo la idea que cambiaría el beisbol en la región: desarrollar una academia de Grandes Ligas en la tierra de Luis Aparicio, a fin de que los adolescentes recién firmados no tuvieran que marcharse de inmediato al extranjero, bien fuera a Estados Unidos o a la República Dominicana.

Pergeñó el proyecto gracias a su propia condición de inmigrante, de desarraigado, de niño llegado a un lugar desconocido, lejos de sus patios y de las comidas con que creció.

''Llegué a Venezuela a los 10 años de edad. Tuve que pasar por ese shock cultural'', recordó hace poco más de un año, en una de las últimas entrevistas que se le conocen. ''Si yo, en vez de tener a mi familia alrededor, hubiera estado solo, ¿cómo habría sido el proceso de ajuste? No hay que ser un genio, es algo muy humano y natural''.

''Para los americanos, los latinos somos todos iguales'', agregó. ''No les importa de dónde seamos. Pero no es así. Para el venezolano, es un shock cultural ir a Dominicana''.

Su planteamiento era sencillo: recorrer una o dos etapas en el proceso de formación del jugador antes de cruzar las fronteras.

''Tenía las mejores relaciones con los Piratas, los Astros y los Gigantes'', relató Reiner. ''Le entregué mi proyecto a Al Rosen, que estaba comenzando como gerente general en San Francisco, y me dijo: 'En este momento no se ni dónde estoy parado'. Pittsburgh nunca tenía dinero. Y cuando se lo entregué a Bill Wood, que entonces era director de Ligas Menores en Houston, me dijo que le encantaba la idea, que hablaríamos cuando llegara a un puesto donde pudiera tomar las decisiones. En 1988, finalmente, fue nombrado presidente y Gerente General de los Astros''.

Ese fue el comienzo. Abreu, Santana, García, Mora, Hidalgo, Guillén, Petagine, todos dieron sus primeros pasos con Houston, en la primera academia que existió en Venezuela.

''Fuiste la persona que nos abrió las puertas de tan difícil carrera a muchos venezolanos'', lamentó el buscador de talentos Johan Maya, a través de su cuenta en Twitter.

''Para mí, fue un padre'', declaró de inmediato Abreu, entrevistado en Deportes Unión Radio.

''Hizo cosas que ni siquiera un padre hace'', comentó Mora en otra charla.

''Un gran dolor en mi corazón al enterarme'', comunicó por las redes sociales el dominicano Rodney Linares, piloto de la sucursal Doble A de los Astros. ''Una de las personas por las cuales soy quien soy, hoy en día''.

''Me uno a tu sentir'', le replicó su compatriota Acta, manager, gerente y analista. ''Don Andrés tiene mucha responsabilidad en mi desarrollo personal''.

Reiner llegó a ser asistente de la gerencia general de los texanos y pasó luego a los Rays de Tampa Bay, donde ocupó un cargo similar, con responsabilidad para desarrollar un sistema de detección de talentos y desarrollo de nuevos peloteros.

La joya de ese sistema persiste en el centro de Venezuela. En medio de la crisis social, política y económica que afecta al país suramericano, pese a la desbandada de organizaciones de la MLB y la desaparición de la Venezuelan Summer League, los Rays mantienen su base de operaciones y siguen a pies juntillas las recomendaciones de este legendario hombre de beisbol.

Es parte del legado del joyero querido por tantos, que cambió la historia del deporte en una nación entera, echando las raíces que permitieron el boom venezolano surgido a partir de las décadas de los años 90 y 2000.

El hombre que vendía piedras preciosas en Caracas terminó siendo célebre por descubrir diamantes en bruto, y enseñarles luego el camino a las mayores.