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¿Cuán bueno es Bumgarner como bateador?

El 10 de septiembre de 2012, Jhoulys Chacín se enfrentaba al noveno bateador de la alineación de los Gigantes de San Francisco. Con dos en base y par de outs. El oponente de Chacín era un típico pitcher: con números ofensivos de por vida de .147/.181/.196, respoonsable de un jonrón en su carrera que abarcaba casi 200 apariciones al plato, cercano a ser un out automático. Luego de caer en la cuenta 2-0, Chacín lanzó una recta para strike. Su objetivo con conteo 2-1 fue lanzar la recta por todo el medio, como debe ser. Estamos hablando de un lanzador enfrentando a otro.

Tiró esa pelota por el medio...

... Y Madison Bumgarner la llevó lejos, a una distancia de 427 pies.

Bumgarner no era, como demostró serlo, un pitcher típico. Pronto sabríamos lo atípico que es, aunque aún desconocemos toda la dimensión de su rareza. Chacín se prepara a enfrentarse a Bumgarner de nuevo este sábado, y este último deberá responder una incógnita que el manager de Bumgarner, sus oponentes, y muchos de nosotros que seguimos el béisbol nos encantaría ver desvelada: ¿Es Bumgarner buen bateador en lo que a pitchers se refiere, o es acaso simplemente un buen bateador, sin etiqueta alguna?

La mayoría de los análisis en el béisbol dependen de muestras amplias. Al no tener esas muestras amplias, la mayoría de los análisis en el béisbol dependen en la regresión a la media. Si un pelotero se va de 5-2 en su debut en Grandes Ligas, somos lo suficientemente inteligentes para saber que probablemente NO es el mejor bateador desde Ted Williams. Nuestra mejor hipótesis es que es un toletero promedio. Mientras más apariciones al plato veamos, haremos mayores ajustes. Piensen en caballos, no en cebras.

Un pitcher que se vaya de 5-2, mientras tanto, probablemente no sea el mejor toletero desde Ted Williams, y probablemente no sea un bateador dentro de los promedios de Liga, tampoco. Nuestra mejor hipótesis es que es un pitcher típico, que bateará cerca de .130 sin poder y muchos ponches. Mientras más apariciones al plato veamos, haremos mayores ajustes. Bumgarner, que nunca ha bateado 100 veces en una temporada no nos puede dar un muestreo importante, porque en el béisbol los tamaños de amplios muestreos son medidos por miles. A la vez, como pitcher que batea jonrones de 112 millas por horas por pares, no necesariamente puede ser comparado con el pitcher promedio de la Liga.

Al no tener esas largas muestras, adivinamos, extraemos, somos cautos, o exageramos. A veces perdemos el sentido, y otras tantas pensamos de forma tan hermética que no nos divertimos.

Entonces, ¿qué se puede decir de un caso atípico que batea apenas pocas docenas de veces al año? Pues preguntamos y tratamos de averiguar.

1. Es sumamente divertido, pero realmente es muy malo (como bateador).

Bumgarner ha ido al plato 524 veces en su carrera, y su línea ofensiva es de .187/.236/.327. Es grandiosa... ¡Para ser pitcher! Es el séptimo mejor OPS entre lanzadores activos, y la proporción de esa línea que proviene de los jonrones nos ha dado una trivia realmente maravillosa. No obstante, sus estadísticas de por vida son similares a las del receptor Jeff Mathis, quien es un chiste a la ofensiva, bateando .198/.255/.310 de por vida.

Mathis ocasionalmente batea como emergente, pero muy raramente. Eso es cierto también en el caso de Bumgarner, y si Bumgarner es muy divertido de ver pero no es buen bateador, es una comparación apropiada.

"De hecho tenemos a Bumgarner como el mejor pitcher ofensivo del béisbol, aunque está lejos de ser singular", escribieron Adam Guttridge y David Ogren de NEIFI Analytics, empresa que sirve de consultora a equipos de Grandes Ligas, a través de un correo electrónico. Apuntaron que un año atrás, Zack Greinke fue el rey de los pitchers con un bate en la mano:

Líderes en agregado entre 2013-15 (mínimo 120 apariciones al plato):

- Greinke: 87 wRC-plus
- Bumgarner: 72
- Travis Wood: 62

Pero en 2016, el wRC-Plus de Greinke (una estadística ofensiva todo en uno que se ajusta por estadio, siendo 100 representativa del promedio) cayó a 20. Igual que el de Wood.

"Está claro que si necesitamos hacer algún tipo de regresión, la apropiada para Bumgarner no puede ser comparando con un bateador promedio", escribieron Guttridge y Ogren. "El compararlo con un bateador promedio lo haría ver mejor, no peor. Lo cual no es exacto".

2. Solía ser malo (para un bateador) pero ahora es genuinamente muy bueno (incluso para un bateador).

Desde comienzos de 2014, Bumgarner ha bateado .234/.284/.459 en un parque de lanzadores. Luego de conectar par de vuelacercas en el partido inaugural de la temporada, su porcentaje de embase con peso o wOBA (otra estadística que trata de cubrir todos los aspectos del bateo) es de .320, empatado con Ian Desmond en ese periodo. El wRC-plus de Bumgarner es de 105, empatado con Carlos González. Si piensan de esta forma con respecto a Bumgarner, se concluye que es claramente el mejor bateador en el banco de los Gigantes, quien debería ser emergente en docenas de ocasiones al año y fungir como bateador designado en partidos interligas. De acuerdo al sistema de proyecciones ZiPS, nadie entre los suplentes de los Gigantes está proyectado para producir un wOBA de al menos .320 este año:

Chris Marrero: .310
Jarrett Parker: .309
Conor Gillaspie: .304
Aaron Hill: .293
Nick Hundley: .292
Gorkys Hernández: .290

Sin embargo, el wOBA de .320 de Bumgarner se produce en apenas 259 apariciones al plato, con puntos escogidos específicamente para que se vea lo mejor posible. Están distribuidos en un periodo mayor a tres años, pero siguen siendo solo 259 turnos ofensivos. Para cualquier otro bateador con un muestreo de 259 veces al bate, podríamos hacer una regresión significativa de los números y compararlos con la norma de su carrera. Desafortunadamente, hacer eso con los números de Bumgarner y compararlos con sus números de por vida significa el traer a colación datos de cinco, seis, incluso nueve años de antiguedad, y eso ignoraría la posibilidad certera que Bumgarner se ha desarrollado como bateador desde entonces.

"La regresión es la clave en todo esto", indica un estadístico interno de un equipo de las Mayores. "El tamaño del muestreo no es tan malo. Tengo 325 turnos en los últimos cuatro años. Puedo trabajar con eso. Podría hacer la proyección viéndolo como bateador regular y luego hacer lo mismo pero compararlo con regresión contra otros lanzadores, para ver así el tamaño de la brecha y ver como la regresión hace cambiar las cosas".

Nos ayuda también el conocer su historia. En la secundaria, Bumgarner jugó para la escuela South Caldwell High de Hudson, Carolina del Norte, que está considerada en rankings nacionales. Era el as de la rotación del equipo escolar y su mejor bateador. Fue lider del equipo en cuadrangulares y bateaba de segundo en el orden ofensivo, incluso en los días en los cuales no lanzaba. En 2007, se enfrentó a un prospecto del draft llamado Sam Runion en un duelo altamente anticipado. Bumgarner bateó cuadrangular contra Runion, quien fue escogido en segunda ronda del draft de ese mes de junio. Después, Bumgarner despachó un jonron para dejar a los contrarios en el terreno y asegurar el título, todo en su último turno al bate en secundaria. De acuerdo a informes de ese entonces, hubiese sido bateador designado en la Universidad de Carolina del Norte si no hubiese firmado con los Gigantes.

Un bateador de este calibre, típicamente, seguiría una ruta de desarrollo muy predecible: Iría a la universidad o a las categorías bajas de las menores, con cientos de turnos ofensivos cada año. Una vez que hubiese demostrado que podía batear a cierto nivel, ascendería al otro y tener otros miles de turnos al bate antes de poder, finalmente, enfrentarse a lanzadores de Grandes Ligas. O bien, no cumpliría con las expectativas y llegaría al límite. Pero Bumgarner no pasó por todo eso, porque era pitcher. En los dos años entre la secundaria y su debut de Grandes Ligas, apenas tomó un madero en nueve ocasiones. (Bateó para .429/.500/.857 en esas apariciones en Doble-A).

Tiene sentido, entonces, que encontraría una oposición muy superior a él en Grandes Ligas, en experiencia y madurez. También tiene sentido porque debutó a los 19 años, una edad en la cual incluso Mike Trout no estaba lo suficientemente pulido. Bumgarner estaba a un mes de cumplir 23 años cuando conectó ese vuelacercas en 2012 contra Chacín (más joven que Byron Buxton en la actualidad, más joven que el bateador promedio en Doble-A). Los anunciadores de los Gigantes en aquél entonces comentaron sobre sus potentes demostraciones en la práctica de bateo (al menos en una de ellas, fue ovacionado de pie) así que contaba con poder. Pero casi no tenía desarrollo como bateador o experiencia contra lanzadores de alto nivel. Era lo suficientemente joven para ser considerado prospecto.

En 2014, cambió su swing. Abrió su forma de pararse al plato y movió sus manos un poco hacia atrás. Agregó un fuerte impulso de piernas en vez de un suave e inconsistente movimiento con los dedos de su pie, agregándole mayor carga y un timing más efectivo a su swing. Empezó a usar un masivo bate marca Marucci, similar al usado por su nuevo compañero, Mike Morse. Bumgarner se hizo más agresivo al plato, haciendo swing al 56 por ciento de los lanzamientos luego de hacerle swing a apenas el 46 por ciento en las tres campañas previas. Puso 45 por ciento de esas pelotas en play, un incremento con respecto al 40 por ciento previo. Bateó más elevados. Hay una historia muy simple que nos indica que se convirtió en un toletero diferente, y de muchas maneras, es similar a lo que hemos escuchado con respecto a Daniel Murphy, Josh Donaldson, Justin Turner, J.D. Martínez y otros: swings cambiados, más elevados, el plano de un swing que se ajusta al vuelo del pitcheo, y evitar el viejo consejo que indica que los bateadores deben conectar hacia abajo contra la pelota. Si creen eso sobre Bumgarner, estarían cómodos ignorando lo ocurrido antes de 2014.

3. Es bastante bueno (incluso para un bateador), y quizás está mejorando aún más.

Si somos escépticos con respecto a los muestreos pequeños, quizás deberíamos ser especialmente cautos con respecto a su actuación en 2016, cuando apenas bateó para .186 y solo disparó tres jonrones.

Tuvo el menor contacto en su carrera durante la temporada pasada. Se ponchó más que la mayoría de los bateadores en el béisbol, y más incluso que la mayoría de los lanzadores.

Sin embargo, estrujó la pelota. La velocidad promedio de la salida de sus bateos fue de 92.4 millas por hora, similar a la de Paul Goldschmidt. El promedio de roletazos de Bumgarner fue tan fuerte como el de Miguel Cabrera, el vigésimo mejor entre 513 toleteros. Su promedio de pelotas conectadas al aire fue más fuerte que el de Kris Bryant, número 95 en el béisbol. El ángulo de salida de Bumgarner fue ligeramente mayor que el promedio de Grandes Ligas para todos los bateadores. Y, por primera vez, empezó a negociar boletos: 10 veces en 95 apariciones al plato, muy por encima del promedio de la Liga.

Y tenemos lo ocurrido el domingo, cuando disparó dos cuadrangulares y tomó boleto con una curva en conteo 3-2. No hay mucho que podamos concluir de solo un partido. No obstante, Bumgarner posiblemente batee más fuerte que cualquier otro lanzador en el béisbol. En 2016, los lanzadores pusieron 3.000 pelotas en play, y ninguna fue bateada más fuerte que una velocidad de 110 millas por hora al salir del bate. Bumgarner conectó dos pelotas el domingo, muy por encima de las 112 millas por hora.

Esto quizás no nos cuente todo (la pelota más fuerte bateada por un pitcher el año pasado fue cortesía de Jon Lester, uno de los peores pitchers a la ofensiva en Grandes Ligas) pero ayuda a la idea, aún sin todos los elementos en pie, que a Bumgarner no se le puede comparar con otros lanzadores. La mayoría de los pitchers (quizás todos los pitchers) simplemente no son capaces de hacer lo que él puede hacer. Quizás sea el caso que muchos bateadores tampoco lo sean.

4. Fue bueno (para un bateador), pero sólo porque es pitcher.

Los pitchers la tienen relativamente fácil cuando van a batear, y ese es el caso de Bumgarner también.

En promedio, un bateador diestro típico verá cerca de 31 por ciento de los lanzamientos fuera y adentro. Sólo el 49 por ciento de los pitcheos que ve será dentro de la zona, y apenas 54 por ciento serán rectas.

Sin embargo, el típico pitcher diestro apenas verá 26 por ciento de los lanzamientos hacia adentro. Cerca del 57 por ciento de los pitcheos que ve serán dentro de la zona, y 67 por ciento serán rectas. Los pitchers al plato raramente tienen que lidiar con oponentes que siquiera se molestan de planificar sus enfrentamientos.

Los equipos preparan informes de scouting de avanzada para solo "un pequeño puñado" de pitchers al plato, de acuerdo a una fuente dentro de un equipo. "Podrán tener conclusiones que varían desde 'puede manejar el bate un poquito' (quizás uno o dos hombres por cada equipo de la Liga Nacional), hasta 'lánzale un poco a él' (quizás 10 en total) pasando por 'de verdad hay que hacerle un informe de scouting. Muy pocos tienen un informe detallado sobre ellos. Probablemente Bumgarner y quizás uno o dos más".

El año pasado, la liga se ajustó a Bumgarner. Solo un 56 por ciento de los pitcheos que vio fueron rectas, contra un 62 por ciento en 2015, 68 por ciento en 2014 y cerca del 72 por ciento en los años previos. Cerca del 40 por ciento de los pitcheos fueron rompientes, contra un 21 por ciento en 2013. La última vez que Chacín se enfrentó a Bumgarner, no hubo rectas por el medio. Chacín tiró cuatro lanzamientos rompientes y dos rectas arriba en la zona, porque su oponente ya no era un típico lanzador.

Bumgarner es un bateador de rectas. Trece de sus 16 jonrones de por vida han sido producto de rectas, y apenas dos fueron conectados a partir de lanzamientos rompientes (con la mitad de pitcheos). Ha visto 228 curvas en su carrera, 122 en strike, y no consiguió más que un par de sencillos.

En lo que a un bateador normal respecta, esto no significaría mucho. Asumiríamos que los pitchers no pueden súbitamente empezar a lanzarle sólo curvas o que él se ajustaría. Asumiríamos que ya le están lanzando de la forma en la cual se sienten cómodos haciéndolo. Sin embargo, he aquí el reto de hacer proyecciones con Bumgarner: no es un bateador normal. No tiene miles de turnos al bate en su haber. No ha pasado por todas las pruebas que el desarrollo de peloteros en las ligas menores pone en frente de los peloteros. Y no se le ha lanzado como a un bateador normal. Quizás sea un mal bateador contra pitcheos en curva porque no ha visto suficientes, y quizás ese sea el próximo paso a seguir para él. O quizás nunca aprenderá a batear pitcheos en curva, mientras sus oponentes aprenden a lanzarle mucho más de este tipo de envíos.

En definitiva, las proyecciones requieren una de dos cosas, y preferiblemente ambas: mucha data, o la presunción que el pelotero es un jugador normal. Nunca tendremos muchos datos con Bumgarner. Y hay una posibilidad real que no sea para nada normal.

"Yo me concentraría en la velocidad de salida, el ángulo de lanzamiento y sus swings fallidos", indica Tom Tango, co-autor de "The Book" y arquitecto de data senior para MLB Advanced Media a través de un correo electrónico. "Considero que esas tres cosas son un gran determinante para poder catalogar a un lanzador (o cualquier bateador). Por ejemplo, si tienes un pitcher, un cátcher y un primera base que tienen la misma velocidad de salida, ángulo de lanzamiento y tasa de swings fallidos, ¿por qué tendrían que estar en diferentes categorías?"

En cuanto a la velocidad de salida y ángulo de lanzamiento, Bumgarner es un verdadero bateador. Pero, en lo que respecta a su proporción de swings fallidos, es un lanzador. Y la calidad de su contacto se complica más debido al hecho que, durante la mayoría de su carrera, los lanzadores que se le han enfrentado lo hicieron con la mentalidad que se veían las caras con un pitcher cualquiera.

"Creo que necesitamos mantener en mente que el modelo matemático que utlizamos para hacer regresiones contra el nivel medio de la población podría no funcionar muy bien para medir el bateo de un pitcher", escribe Mitchel Lichtman, uno de los co-autores de Tango y consultor a equipos de Grandes Ligas, también a través de correo electrónico. "El modelo típico para hacer regresiones (el agregar un número X de apariciones al plato con el promedio de Liga) asume una distribución normal de talento dentro de esa población. Claramente no hay (una distribución normal) con respecto a los pitchers bateando".

Entonces, por los momentos, encojamos nuestros hombros, porque así podemos. El manager de los Gigantes Bruce Bochy necesita responer esta pregunta. Chacín, y el resto de los oponentes que se enfrenten a Bumgarner desde ahora, necesitan responderla. Nos gustaría responderla por nosotros mismos. Sin embargo, al no poder, sólo podemos contemplar la ambigüedad del asunto. Esta ambigüedad, después de todo, es una gran parte de lo que hace ver a los jonrones de Bumgarner un tema interesante. Sabemos que no es tan buen bateador como pueden serlo Edwin Encarnación o Brandon Belt o Dexter Fowler o cualquier número de buenos toleteros definidos y comprobados. Sin embargo, disfrutamos ver a Bumgarner despachar jonrones mucho más de lo que disfrutamos ver a los antes mencionados conseguir la hazaña. Mientras Major League Baseball trata de entender bien qué hace a este deporte tan divertido de apreciar, podría bien tener en cuenta este extraño hecho.