LAKELAND, Fla. - Luego de sentir incomodidad el año pasado cada vez que se salía de la cama o se doblaba para amarrarse sus zapatos, Miguel Cabrera se deleita con las señales positivas que su cuerpo está transmitiendo a su cerebro esta primavera. Él es tan juguetón, que es un reto para él dejar de correr.
Cabrera estaba parado en la intermedia en un juego de la Liga de la Toronja ante los Nacionales de Washington cuando su compañero de los Tigres de Detroit Jim Adduci conectó sencillo por el medio. El coach Dave Clark intentó detenerlo en la tercera base, pero Cabrera ignoró la señal y siguió para el plato, con todas sus 240 libras de peso. El tiro del jardinero llegó mucho antes que él al plato, pero él logró dejar en claro su punto.
"Le dijimos, 'Estamos contentos de que te sientas muy bien, pero no necesitamos que te estés deslizando hacia el receptor en un partido de primavera'", dijo el gerente de los Tigres Al Avila. "Ahora mismo tiene una gran sonrisa en su cara y un gran brinco en su corrida. Desde ese punto de vista fue un buen invierno para él".
El invierno productivo le siguió a una primavera, verano y otoño que serían decepcionantes para la mayoría de los jugadores, y que fueron abismales para los estándares de Cabrera. Tuvo números de .249/.329/.399 - en el puesto 121 entre 144 bateadores calificados - mientras jugaba con dos discos herniados en su espalda.
Cabrera alega que no hizo caso de las reacciones negativas a su mala temporada. Los escépticos tienen razones para preguntarse si sus habilidades han ido en declive a sus 34 años y que los seis años y $192 millones que restan en su contrato serán un lastre para la organización de Detroit. Pero el tono de su voz (acompañado de uno o dos improperios ocasionales) sugiere que está motivado para demostrar que la percepción pública sobre él está equivocada.
Cabrera y el primera base de los Angelinos de Los Angeles Albert Pujols, los dos mejores bateadores derechos de su tiempo, son amigos, y han compartido algunos pensamientos sobre lo que significa producir por debajo de las expectativas y tener dudas sobre tu desempeño. Y ellos no están acostumbrados a que se dude de ellos.
"Nosotros siempre hablamos y sabemos lo que dice la gente, pero ellos nunca van a estar en nuestros zapatos", dijo Cabrera a ESPN.com "Ellos nunca van a jugar con dolor como nosotros lo hemos hecho. Nosotros creemos en lo que podemos hacer en el terreno. Si estamos saludables, sabemos que podemos hacer muchas cosas. Y si estamos lastimados, vamos a seguir peleando. Muchos jugadores no juegan si les duele una uña.
"Si la gente no lo aprecia, que se jo... . Los compañeros lo aprecian, y la liga sabe cómo uno juega. Eso es más importante. Si la gente afuera no le importa, ¿por qué le tiene que importar a uno lo que ellos piensan?"
El campo de entrenamiento de los Tigres tiene una vibra diferente en esta primavera debido a algunos elementos nuevos y algunas ausencias de alto perfil. El Joker Marchant Stadium fue sometido a una renovación de $50 millones, y los jugadores de Detroit se preparan cada día en un camerino local expandido, un cuarto de pesas de 7,068 pies cuadrados, y piscinas de hidroterapia mientras que los oficiales del equipo miran desde sus espaciosas oficinas nuevas detrás de la cerca de los jardines. Si Avila quiere hacer varias cosas a la vez, puede llevar una conferencia de prensa con cazatalentos mientras observa el juego a través de una enorme ventana desde la comodidad del escritorio de su oficina.
Él verá un roster que grita "reconstrucción". Justin Verlander, J.D. Martínez, Ian Kinsler, Justin Upton, Alex Avila y Justin Wilson se han ido del equipo desde el pasado verano, dejando a Cabrera, Víctor Martínez y Jordan Zimmermann son los que más ganan en este roster y los últimos remanentes de la mentalidad del fallecido dueño Mike Ilitch de todo o nada.
Avila se sinceró con sus veteranos sobre un posible cambio de dirección el verano pasado, así que los jugadores cambiados estaban listos para irse y los que se quedaron estaban preparados para sentir ls movimientos telúricos. Cabrera ha jugado el rol de soldado organizacional, ayudando a los jugadores jóvenes en parte como mentor y en parte como director social. Tiene un casillero cerca del medio del camerino, que es grande y en forma de óvalo, y rutinariamente se desplaza hacia el lado opuesto para mezclarse con los prospectos que buscan dar el salto desde Doble-A Erie o Triple-A Toledo.
La inagotable fuente de credibilidad de Cabrera es una consecuencia de 11 Juegos de Estrellas y una ética de juego inigualable. Desde el 2004 hasta el 2014, él lideró las mayores con 1,732 partidos jugados - uno más que el legendario y duradero Ichiro Suzuki. Cabrera ha jugado con lastimaduras y mala suerte que van desde un hueso roto en el pie a una fractura en el hueso orbital de su casa a un mal bote en un rodado. "Él tiene una alta tolerancia al dolor", dijo Avila. "Tiene un umbral alto, y eso es bueno y malo. Hay jugadores que no salen a juego a menos que estén al 100 por ciento. Y entonces hay jugadores como Miggy que saldrán allá afuera sin importar qué. Uno tiene que sacarlos del terreno en una ambulancia. Algunas veces eso obra en contra de ellos. Pero pienso que ahora él entiende dónde está y lo que tiene que hacer para mantenerse en el terreno".
El año pasado fue un caso de sobrevivencia sobre la marcha. Cabrera se lastimó la espalda cuando estaba con el equipo de Venezuela en el Clásico Mundial de Béisbol y bajó de peso para ayudar a sobrellevar la molestia, pero la rutina diaria no le dejó tiempo para que tuviera el entrenamiento de fuerza básico requerido.
Durante la temporada baja, Cabrera se fue a su casa en Miami y trabajo con la fuerza y el acondicionamiento físico con un entrenador personal junto con un terapista físico para ayudar a su espalda y a su cuerpo. Participó en dos sesiones por día, cada día, y tomaba pausas solamente en los días festivos.
El cuerpo médico de los Tigres pensó que Cabrera se podía recuperar sin cirugía, y Avila cita a los miembros del Salón de la Fama Vladimir Guerrero e Iván Rodríguez como jugadores que pudieron superar problemas en su espalda y siguieron siendo productivos ya entrados a sus 30 años gracias a la terapia física sin cirugía.
Cabrera no necesitará mucho para mejorar sus números del 2017, cuando los lanzamientos que solía destrozar típicamente lo confundían. Batea de por vida .313 ante pitcheos de 94 mph y mayores, pero el año pasado ese promedio bajó a .233. Y fue poco más que un toque suave ante lanzamientos quebrados. Tras batear .377 ante sliders y curvas en el 2016, Cabrera se hundió hasta .151 hace un año.
"Lo he visto desde que era un adolescente con los Marlins, y yo sé cómo luce su swing cuando está bien", dijo un cazatalentos. "El año pasado no tuvo su swing 'A'. Ni siquiera tuvo el 'B'. Él siempre ha tenido la habilidad de utilizar sus piernas y todo su cuerpo a favor suyo, pero estaba utilizando una forma mecánica muy diferente. Estaba con dolor, y cuando tienes problemas con tu espalda, vas a tener problemas ejecutando cualquier tipo de movimiento con el que te sientas cómodo.
"Él estaba esencialmente bateando solo con la mitad de su cuerpo. Para ajustarte a pitcheos diferentes en zonas diferentes, tienes que tener un swing eficiente y bien balanceado. Él se las estaba arreglando gracias a su coordinación natural de mano-ojo. Tiene unas manos tan privilegiadas, que se las pudo arreglar para sobrevivir. Pero sin sus piernas, era un jugador totalmente diferente".
El manager Ron Gardenhire tiene planes de darle a Cabrera días libres con regularidad en la temporada, independientemente de lo que opine él al respecto. Mientras Giancarlo Stanton, Mike Trout, Kris Bryant, Josh Donaldson y Manny Machado están entre los bateadores élite que se han ido moviendo al segundo puesto en la alineación ofensiva, Gardenhire es lo suficientemente fanático de la vieja escuela para recordar cuando el mejor bateador del equipo era colocado casi automáticamente como tercer bate. Así que ahí es donde Cabrera pasará el grueso de su tiempo de juego en el 2018.
"Si él está saludable, va a ser una gran parte de este equipo, porque todo el mundo mira hacia él", dijo Gardenhire. "Él es el hombre que va a conducir este autobús en este camerino".
Por ahora, es encomiable que Cabrera pueda subirse al autobús del equipo y que haga largos viajes para juegos de visitante en la Liga de la Toronja sin sufrir molestias en su espalda. Ha estado haciendo swing con libertad en las prácticas de bateo, y ha estado llevando eso a los partidos. En la victoria del pasado domingo 6-3 sobre Atlanta, Cabrera conectó un doblete para limpiar las bases hacia el jardín izquierdo y en su siguiente turno conectó sencillo al derecho. Cuando coloca la pelota en zonas tan distantes de los jardines, eso es una señal de que está de vuelta en su zona de comodidad.
"Miggy es probablemente el mejor bateador de nuestra generación", dijo el jardinero de los Tigres Mikie Mahtook. "Tuvo un año malo en su carrera y estaba lastimado. Y entonces asumió el compromiso de ponerse saludable y volver a ser este año como el viejo Miggy. Uno lo observa en las prácticas de bateo, moverse por los alrededores y tomar la base extra y batear las pelotas en los partidos, y luce como Miggy."
La visión de un Cabrera renovado y motivado parece casi nostálgica en medio del desmantelamiento y reconstrucción de los Tigres. Pero es una buena nostalgia. Cabrera tiene un rebote en su paso, una sonrisa en su rostro y un brillo competitivo en el ojo en esta primavera. A los lanzadores de la Liga Americana, que tengan cuidado.