Con una fuerza sin comparación, una nueva generación de peloteros irrumpió en el Juego de las Estrellas qu se celebró el martes en el Kauffman Stadium, la casa de los Reales de Kansas City.

Suzuki
Suzuki
Pujols
Pujols
Rodriguez
Rodríguez
Nombres permanentes en la última década, como Alex Rodríguez, Albert Pujols o Ichiro Suzuki desaparecieron como por arte de magia, ante el empuje de una hornada más fresca.

En total, 26 peloteros fueron escogidos por primera vez en sus carreras para el Juego de las Estrellas y de ellos, ocho lo lograron en su primer o segundo año en Grandes Ligas.

Los lanzadores Lance Lynn, de los Cardenales de San Luis, Wade Miley, de los Diamondbacks de Arizona, Ryan Cook de los Atléticos de Oakland y el japonés Yu Darvish, junto a los guardabosques Bryce Harper, Mike Trout y Mark Trumbo y el segunda base venezolano José Altuve fueron los que llegaron al clásico de media temporada apenas iniciados sus respectivos trayectos en el mejor béisbol del mundo.

Estas cifras contrastan con la cantidad de peloteros que participaron por quinta vez o más en el Juego de las Estrellas, señal inequívoca que acabamos de presenciar en Kansas City un relevo generacional sin precedentes, cuyas figuras más visibles podrían ser Harper, de 19 años, y Trout, de 20, dos de los peloteros jóvenes más electrizantes del momento.

Apenas 12 de los presentes en el Kauffman Stadium acumulaban cinco o más presentaciones en estos partidos, con Derek Jeter a la cabeza, con 13, mientras que el quisqueyano David Ortiz y Chipper Jones le siguen en un distante segundo puesto, con ocho selecciones cada uno.

Llamó la atención la ausencia de un representante de los Marlins de Miami, tras el retiro por lesión de Giancarlo Stanton.

Eso le abrió las puertas como reemplazante a Harper, de los Nacionales de Washington, lo cual causó mucha decepción en la Capital del Sol.

Algunos colegas en Miami habían intentado una campaña para que Hanley Ramírez fuera en el lugar del lesionado Stanton, aunque en honor a la verdad, el dominicano cada vez se aleja más de lo que es una verdadera estrella.

Además, aún cuando el manager Tony LaRussa lo hubiera convocado, tampoco hubiera podido participar, luego de la estupidez que cometió el último día antes del receso, al golpear con su mano un ventilador, que le costó una herida con varios puntos de sutura.

Es cierto que los Marlins tenían muy poco de dónde escoger para enviar un reemplazo por Giancarlo, pero al menos Justin Ruggiano, dado el buen momento por el que está pasando, merecía la oportunidad.

Ruggiano se ha convertido en la revelación del equipo, una de las pocas razones de alegría para los seguidores de los peces, con su average de .390, su slugging de .756 y promedio de embasamiento de .457 aunque sea en 32 partidos y 82 turnos al bate.

Ahora ya nada puede hacerse. Sólo pasar la página y enfocarse en la segunda y decisiva mitad de la campaña, que comienza el viernes.

El Juego de las Estrellas número 83, disputado en el Kauffman Stadium de Kansas City, se fue increíblemente de un solo lado desde su mismo comienzo y el equipo de la Liga Nacional blanqueó 8-0 al de la Americana.

Un Justin Verlander durísimo, con envíos que fluctuaron entre las 97 y las 101 millas por hora, pero carente de control, fue víctima de un violento ataque de los toleteros de la Liga Nacional, cuyos nueve jugadores titulares desfilaron ante el derecho de los Tigres de Detroit en el primer inning.

Sandoval
Sandoval
Beltrán
Beltrán
Cabrera
Cabrera
Los del viejo circuito ligaron sencillo del dominicano Melky Cabrera, doblete impulsador de Ryan Braun, pasaportes seguidos al boricua Carlos Beltrán y a Buster Posey, triple limpiabases del venezolano Pablo Sandoval e infield hit de Dan Uggla que remolcó al Kung-Fú Panda para redondear el racimo de cinco.

Para Sandoval fue el primer triple con bases llenas en la historia de los Juegos de Estrellas.

En el cuarto, el equipo de la Liga Nacional completó su cosecha al marcar tres más ante el zurdo Matt Harrison, de los Rangers de Texas, cuarto lanzador utilizado por el manager Ron Washington.

Después de dos fáciles outs, el dominicano Rafael Furcal disparó triple y anotó por sencillo de Matt Holliday. Acto seguido, Melky Cabrera, colocado a la derecha, despachó jonrón sobre las cercas del jardín izquierdo.

Cabrera se fue de 3-2, con un sencillo, un cuadrangular, dos anotadas e igual cantidad de empujadas, para ser escogido como el Jugador Más Valioso del partido.

En total, los del viejo circuito desplegaron un ataque de diez imparables, muy bien ligados, pues ocho de los hits los conectaron en el primer y cuarto episodios, cuando anotaron todas sus carreras.

Entretanto, los de la Liga Americana apenas consiguieron seis hits, todos sencillos, ante el dominante cuerpo de serpentineros rivales, desde el abridor Matt Cain hasta Jonathan Papelbon, que sacó el out final del partido.

De esta manera, la próxima Serie Mundial comenzará en la casa del equipo que resulte campeón de la Liga Nacional.

La Russa
La Russa
Tony LaRussa, manager de los actuales campeones Cardenales de San Luis, salió del retiro para dirigir en el Juego de las Estrellas y al igual que en octubre pasado, salió como vencedor. Para él fue su cuarta victoria como mentor en estos partidos estelares.

Para Washington fue su segunda derrota consecutiva en estos encuentros, al igual que le ha sucedido en los Clásicos de Otoño.

Muy mal de su parte haber utilizado a jugadores fuera de sus posiciones habituales, específicamente a Joe Mauer como primera base y a Elvis Andrus como antesalista.

En primer lugar, porque los expuso a lesiones potenciales al colocarlos en sitios a los cuales no están acostumbrados, con todo y que Mauer, cátcher de los Mellizos de Minnesota, apunta a terminar su carrera como inicialista.

Y en segundo lugar, porque eso daña el espectáculo. No fue para jugar fuera de posiciones para lo que fueron escogidos, ni lo que espera ver el público que pagó su entrada.

Jones
Jones
Hablando del público, muy emotiva cerrada la ovación que los fanáticos de Kansas City le brindaron a Chipper Jones, en su octavo y último Juego de las Estrellas de su carrera.

El veterano jugador de los Bravos de Atlanta, que ya anunció su retiro para cuando termine esta temporada, disparó un hit en su único turno al bate y a los 40 años se convirtió en el tercer pelotero de mayor edad en conectar un imparable en un partido estelar.

La salva de aplausos para Jones es un justo reconocimiento a una brillante trayectoria que debe concluir dentro de cinco años en el Salón de la Fama de Cooperstown.

Pero si positivo fue el homenaje espontáneo del público a Chipper, detestable resultó el caso del dominicano Robinson Canó.

No hablamos de los abucheos que recibió el jugador de los Yankees durante el Derby de Jonrones por no escoger al ídolo local Billy Butler.

Sino por el trato hostil que le brindaron durante todos estos días en Kansas City no sólo a Canó, sino a su familia, como se quejó el propio jugador en conferencia de prensa tras el Juego de las Estrellas.

"Los últimos serán los primeros".

Prince Fielder hizo suya esta sentencia bíblica y tras clasificar a la segunda ronda del Derby de Jonrones con la menor cantidad de bambinazos, terminó ganando la corona por segunda vez en su carrera.

Fielder, de los Tigres de Detroit, ya había ganado el certamen en el 2009 cuando jugaba para los Cerveceros de Milwaukee en la Liga Nacional, así que se convirtió en el primero en ganar la competencia de cuadrangulares en ambos circuitos.

Asimismo, él y Ken Griffey Junior son los únicos en coronarse en este evento en más de una ocasión.

Griffey lo consiguió en tres ocasiones (1994, 1998 y 1999) y curiosamente, ambos son hijos de ex peloteros de Grandes Ligas: Ken Griffey Sr, integrante de la Gran Maquinaria Roja de los 70, y Cecil Fielder, estrella de los Tigres de Detroit a mediados de los 90.

En la primera ronda del certamen de este lunes, Fielder disparó cinco jonrones y avanzó como último clasificado a la semifinal.

Delante de él pasaron el dominicano José Bautista, de los Azulejos de Toronto (11), el boricua Carlos Beltrán, de los Cardenales de San Luis, y Mark Trumbo, de los Angelinos de Los Angeles, ambos con siete.

Con cinco jonrones, Fielder superó por la mínima al venezolano Carlos González, de los Rockies de Colorado, y a Andrew McCutchen, de los Piratas de Pittsburgh, invitado de último momento para ocupar el puesto del lesionado Giancarlo Stanton.

Las decepciones fueron Matt Kemp, de los Dodgers de Los Angeles, con solamente un vuelacercas, y el campeón del pasado año, el dominicano Robinson Canó, de los Yankees de Nueva York, quien no logró sacar ninguna pelota del terreno del Kauffman Stadium.

Por cierto que el público de Kansas City aplaudió hasta el delirio cada vez que fallaba Canó, capitán del equipo de la Liga Americana.

Los fanáticos abuchearon al segunda base dominicano de los Yankees de Nueva York, a quien no le perdonaron que no hubiera escogido al ídolo local Billy Butler para participar en el Derby de Jonrones.

Pero aunque individualmente se fue en blanco, la vida demostró que Canó estaba en lo cierto al seleccionar a Fielder, Bautista y Trumbo para que lo acompañaran en el equipo del joven circuito.

Sus tres escogidos, junto a Beltrán, avanzaron a la segunda fase, donde se calentaron y relegaron al puertorriqueño al cuarto puesto.

Tras sus cinco vuelacercas de la primera ronda, Fielder despachó 11 cuadrangulares en la segunda y se aseguró un boleto para la final, con un global de 16 bambinazos.

Bautista (2) y Trumbo (6) quedaron igualados en segundo lugar con un acumulado de 13 y tuvieron que definir el otro puesto de la final en un playoff que favoreció al quisqueyano.

Beltrán pegó cinco en la segunda tanda y con un total de 12, quedó fuera de toda opción finalista.

En la última etapa, el toletero de los Tigres de Detroit siguió encendido y sacó 12 pelotas, mientras que el quisqueyano de los Azulejos de Toronto botó siete.

En el global, Fielder fue también el que más jonrones bateó, 28 en total, en tanto Bautista lo secundó con 22, contando los que disparó en la ronda de desempate con Trumbo.

Buen inicio de esta fiesta de estrellas, aunque el plato fuerte aún está por llegar.

Ryan DempsterJerry Lai/US PresswireDempster está pasando quizás por los mejores momentos de su vida deportiva.
El derecho Ryan Dempster ha sido un buen lanzador a lo largo de su carrera que ya está en su decimoquinta temporada.

Pero el canadiense, que comenzó con los Marlins de la Florida en 1998, está pasando quizás por los mejores momentos de su vida deportiva.

A los 35 años de edad, Dempster, quien ha incorporado un curioso movimiento del guante como parte de su rutina ante cada lanzamiento, lleva 27 innings seguidos sin permitir anotaciones.

Esta increíble racha no se veía en un pitcher de los Cachorros de Chicago desde 1971, cuando Ken Holtzman también mantuvo en cero a sus rivales por 27 innings.

Cuando Holtzman consiguió su hazaña, Dempster aún no había nacido.

El serpentinero canadiense comenzó la seguidilla el 5 de junio, cuando pintó de blanco por siete innings a los Cerveceros de Milwaukee, con sólo tres hits permitidos.

Cinco días después, el 10 de junio, tiró ocho episodios frente a los Mellizos de Minnesota, con cuatro imparables.

El 15 de junio le tocó a los Medias Rojas de Boston ser víctimas de los pitcheos de Dempster por espacio de siete capítulos y sólo cinco hits.

Pero tres días después, el pitcher fue colocado en la lista de lesionados por molestias en la espalda.

Pocos pensaban que fuera capaz de mantener viva la racha de ceros, tras su estancia de 15 días en la lista de inhabilitados.

Sin embargo, Dempster retomó las cosas en el mismo punto en que las había dejado y tras salir este domingo de la lista de lesionados, añadió cinco innings más a su cadena de escones, esta vez ante los Mets de Nueva York.

El lanzador de los Cachorros caminó cinco episodios, a ritmo de cuatro hits e igual cantidad de ponches, sin regalar bases por bolas.

El manager Dale Sveum no quiso forzarlo y lo retiró tras realizar 63 pitcheos.

Ahora viene el receso del Juego de las Estrellas del próximo martes y cuando Dempster vuelva a escalar la lomita después de la pausa, tendrá obre sí todos los ojos de los fieles fanáticos de los Cachorros.

De todos modos, al canadiense aún le falta bastante para acercarse al récord de la franquicia de más innings sin toleras anotaciones, en poder de Ed Reulbach (44), que lo estableció entre el 17 de septiembre y el 3 de octubre de 1908, el año en que los Cachorros ganaron por última vez la Serie Mundial.

Más lejos aún está de la mejor racha de la presente temporada, que estableció el nudillista de los Mets de Nueva York R.A. Dickey (44.2) entre el 22 de mayo y el 24 de junio.

Y ni hablar del récord absoluto del viejo circuito y de todas la Grandes Ligas. ¿Su dueño? Orel Hershiser, quien jugaba para los Dodgers de Los Angeles cuando retiró 59 entradas en blanco entre el 30 de agosto y el 28 de septiembre de 1988.

Quizás no llegue a los récords antes mencionados. Tal vez ni se acerque demasiado. Pero por lo pronto, tiene soñando a los fanáticos de los Cachorros. Y a esos no hay quien les gane en lo que a soñar se refiere.

GreinkeAP Photo/Morry GashLa perreta de Zack Greinke le costó a los Cerveceros su mejor lanzador comenzando el partido.

Desde su debut en Grandes Ligas en el 2004 con los Reales de Kansas City, al derecho Zack Greinke se le vio potencial para ser un pitcher estelar.

Sin embargo, quienes lo conocen de cerca, le señalan al actual lanzador de los Cerveceros de Milwaukee serios problemas de carácter que le han impedido ser mejor de lo que es.

Lo sucedido el sábado, en el partido ante los Astros de Houston, es una prueba de ello, pues tan sólo bastaron cuatro lanzamientos en el primer inning y el umpire de primera base, Sam Holbrook, lo expulsó con mucha razón.

Al primer pitcheo de Greinke, Jordan Schaffer le sonó triple a lo profundo del jardín central.

En cuenta de un strike y una bola, el siguiente bateador, el venezolano José Altuve, bateó infield hit por primera que remolcó a Schaffer desde la antesala.

El inicialista Cory Hart fildeó el batazo de Altuve y le pasó la pelota a Greinke, que venía a cubrir la primera base.

El pie del corredor llegó a la almohadilla a la par del lanzador y el umpire Holbrook decretó "safe".

Desde que el mundo es mundo, llegando y llegando es para el corredor, pero aún cuando el árbitro se hubiera equivocado, la reacción de Greinke fue desmedida, al lanzar la pelota con furia a la tierra, en una actitud carente del más elemental sentido de profesionalismo.

El umpire expulsó de inmediato al lanzador y de paso, echó también al manager Ron Roenicke, quien también salió a protestar, no tanto la cerrada jugada en la inicial, sino la expulsión de su pitcher estelar.

Ahora bien, vale la pena analizar el costo negativo de la acción del serpentinero, ganador del premio Cy Young de la Liga Americana con los Reales en el 2009.

En primer lugar, deja a su equipo sin su mejor lanzador y a merced de lo que puedan hacer los relevistas. Le regala a sus rivales una ventaja psicológica, pues no es lo mismo enfrentar a un tirador estelar, que a un grupo de apagafuegos que trabaja para una mediocre efectividad de 4.78.

En segundo lugar, obliga al manager a abusar del bullpen, con consecuencias no sólo en el partido del sábado, sino también en el del domingo, pues varios relevistas no estarán disponibles por trabajar en exceso un día antes.

Además, al lanzar la pelota con furia contra la tierra, Greinke corrió el riesgo de que esta hubiera salido en cualquier dirección y el veloz Altuve podría haber alcanzado una o dos bases más.

Para jugar al béisbol no bastan las condiciones físicas que la vida le haya regalado a un pelotero.

Es tan o quizás más importante la fuerza mental que permita encausar ese talento y convertirlo en estadísticas positivas.

Pero Greinke parece que aún no ha aprendido eso, a pesar de sus 28 años de edad y nueve temporadas en las Grandes Ligas.

Después del partido Greinke reconoció que su reacción fue exagerada y pidió disculpas por ello. Pero ese es el camino más fácil, pedir perdón. Lo difícil es pensar las cosas antes de hacerlas y medir sus consecuencias.

Pero hay quienes nunca llegan a aprenderlo del todo y malogran prometedoras carreras que parecían enrumbadas hacia cosas mejores.

Olvídense de los Navegantes de Magallanes contra los Leones de Caracas, los Tigres del Licey frente a las Águilas Cibaeñas o los Industriales de La Habana ante Santiago de Cuba.

Los amantes del béisbol, si quieren haberlo visto todo, tienen que ser testigos, al menos una vez en la vida, de un juego entre los Yankees de Nueva York y los Medias Rojas de Boston.

No importa si el partido es en el Yankee Stadium o el Fenway Park. Tampoco interesa si ambos equipos están batallando por la cima de la Liga Americana o si los dos comparten el frío sótano de la división en una excepcionalmente mala temporada para el olvido.

Cuando estas dos novenas se meten en un mismo terreno, el espectáculo está garantizado al más alto nivel posible de emociones.

Son como dos boxeadores que desde el campanazo inicial empiezan a intercambiar golpes sin dar ni pedir tregua y sólo se detienen cuando termina el último round.

Lo sucedido este viernes en Boston, en el inicio de una serie de cuatro partidos, es apenas un capítulo más de la interminable novela de dramáticos enfrentamientos entre los dos principales rivales en la historia de las Grandes Ligas.

Los Yankees le entraron por los ojos en el mismo primer inning al abridor de los Medias Rojas, Josh Beckett, a quien le ligaron cuatro sencillos, con un pasaporte, un pelotazo y dos elevados de sacrificio, para fabricarle cinco carreras.

La mayoría de los equipos que reciben cinco carreras en el inning de apertura tienden a bajar la guardia y tirar la toalla de inmediato.

No los Medias Rojas, que respondieron de inmediato ante el abridor japonés Hiroki Kuroda con un racimo de cinco carreras, coronado por un jonrón con dos a bordo de Jarrod Saltalamacchia. Nueva York retomó la delantera 6-5 en el comienzo del segundo episodio, pero en la parte baja, Boston volvió a conseguir la igualada, para delirio de la concurrencia que abarrotó el Fenway Park.

Los Medias Rojas se fueron delante 7-6 en el quinto, pero fueron entonces los Yankees quienes ripostaron dos innings después, al marcar cuatro carreras frente a tres relevistas rivales e irse arriba 10-7.

Boston estaba nuevamente herido de muerte, pero aun así, lanzó un último zarpazo, cuando Cody Ross le botó la pelota en el séptimo a apagafuegos Boone Logan.

La pizarra se puso 10-8 y en el octavo volvieron a amenazar, al colocar el empate en circulación con dos outs y el peligroso mexicano Adrián González listo para consumir turno.

Pero el dominicano Rafael Soriano entró al rescate, sacó el tercer out del inning y luego retiró el noveno de 1-2-3, con dos abanicados, para preservar la victoria 10-8 y apuntarse su decimonoveno salvamento del año.

Para los Yankees fue su tercera victoria en igual número de partidos ante Boston en la presente temporada.

Pero más allá del resultado, las 38 mil 66 personas que pagaron su entrada en Fenway Park fueron testigos de un excepcional espectáculo como existen pocos en el deporte profesional de Estados Unidos, si es que acaso hay algo mejor que se le pueda comparar.

Carlos Lee llegó a los Marlins de Miami e inmediatamente tuvo un impacto positivo en la tropa de Ozzie Guillén.

"El Caballo" disparó doblete en el cuarto inning ante los Cerveceros de Milwaukee y anotó por sencillo de Logan Morrison la carrera que rompió el empate a cero y que, a la larga, resultó decisiva.

Lee
Lee

El panameño, recién adquirido de los Astros de Houston, añadió otro cañonazo y se fue de 4-2 en su debut con el uniforme de la franquicia del sur de Florida.

Los Marlins se impusieron 4-0 con gran faena monticular del zurdo Mark Buehrle (8-8) y han ganado ahora seis de los últimos ocho partidos, luego de un mes de junio para el olvido.

Otro que está teniendo un tremendo impacto en su nuevo equipo es Kevin Youkilis, desechado por los Medias Rojas de Boston.

Youkilis, ahora con los Medias Blancas de Chicago, disparó cuadrangular en el sexto episodio para romper un empate a una y darle a su equipo triunfo de 2-1 sobre los Vigilantes de Texas.

Un día antes, en el final del décimo, disparó el hit que remolcó la carrera con que los Medias Blancas dejaron tendidos en el terreno 5-4 a los Vigilantes.

En diez juegos desde que fue transferido de Boston a la Ciudad de los Vientos, Youkilis acumula 12 hits en 39 turnos, para average de .308, con dos jonrones y diez carreras impulsadas.

Y dado el espíritu de guerrero que lo caracteriza, con ese afán competitivo como pocos jugadores tienen en las Grandes Ligas, habrá que ver cuando llegue el próximo 16 de julio y su nuevo equipo visite el Fenway Park de Boston para una serie de cuatro encuentros. Podría ser su venganza contra Bobby Valentine.

Chicago, líder de la división central de la Liga Americana, completó una barrida en tres juegos contra los punteros del Oeste, gracias a otra gran actuación del zurdo colombiano José Quintana (4-1).

El novato de 23 años sigue demostrando a cada salida que no es por gusto que el manager Robin Ventura lo nombró abridor, a pesar de su inexperiencia.

A excepción de su apertura anterior del pasado 29 de junio ante los Yankees, Quintana no ha permitido más de dos carreras en ninguna otra salida.

Incluso a los Yankees les toleró seis limpias en seis innings y así y todo, se llevó la victoria.

En 57.1 entradas, su efectividad es de 2.04 y podría estar en camino de convertirse en una estrella del montículo, si la salud no lo abandona.

Y si de impacto inmediato se trata, el habanero Yasmani Grandal ha sido una revelación para los Padres de San Diego.

Grandal, que el pasado sábado se convirtió en el único pelotero en la historia cuyos dos primeros hits fueron jonrones a ambos lados del plato, fue este jueves la chispa del noveno inning, que le dio a los Padres triunfo de 2-1 sobre los Rojos de Cincinnati.

Con empate a una en la pizarra, el cubano abrió el final del noveno con doblete y anotó la carrera que dejó a los Rojos sobre el terreno, remolcado por cañonazo del nicaragüense Everth Cabrera.

El día anterior, ante los Diamondbacks de Arizona, salió a batear de emergente en el octavo, con el juego igualado a cuatro y disparó cuadrangular con uno a bordo, para darle a San Diego una ventaja que no perdería más.

Ahora Grandal tiene siete hits en 24 turnos en su recién iniciada carrera y cuatro de sus imparables han sido jonrones, además del doblete de este jueves y sólo dos sencillos.

David OrtizThearon W. Henderson/Getty ImagesDavid Ortiz es el sexto dominicano que alcanza los 400 jonrones o más en las mayores

David Ortiz llegó a 400 jonrones el 4 de Julio y a sus 36 años de edad, el Big Papi perfectamente puede aspirar al medio millar de bambinazos.

Con 400 vuelacercas, Ortiz se convirtió en el sexto dominicano en llegar a esa cifra, sólo superado por Alex Rodríguez (642), Sammy Sosa (609), Manny Ramírez (555), Albert Pujols (458) y Vladimir Guerrero (449).

Aunque al quisqueyano aún le queda gasolina en el tanque para algunas temporadas más, ya puede comenzar a debatirse si el Big Papi será merecedor, cinco años después que ponga fin a su carrera, de un lugar en el Salón de la Fama de Cooperstown.

Hasta hace unos años, llegar a 500 cuadrangulares significaba acuñar sin discusión el pasaporte para el Templo de los Inmortales.

Los 400 jonrones era debatible, aunque hay 77 miembros del Salón de la Fama que nunca llegaron a esa cantidad de batazos de cuatro esquinas.

Pero desde que se comenzó a tomar en serio la lucha contra el uso de sustancias prohibidas para mejorar el rendimiento deportivo, ya no existe una cantidad que marque claramente esa frontera, como lo hicieron los 500 jonrones o los 3,000 hits hasta no hace mucho tiempo atrás.

Sammy Sosa, Mark McGwire y Rafael Palmeiro pueden dar fe de ello. Incluso Barry Bonds, líder de todos los tiempos en vuelacercas (762), podría no llegar jamás a Cooperstown, pues su nombre es de los primeros que vienen a la mente cuando se habla de esteroides en el béisbol. Más allá de sus números, que incluyen además 1,117 carreras anotadas, 1,321 impulsadas, 480 dobletes y mil bases por bolas recibidas, Ortiz ha demostrado una capacidad de liderazgo como pocos peloteros de su generación, aunque ese es un intangible que no lo recoge las estadísticas. Cuando el Big Papi entra al clubhouse de los Medias Rojas de Boston, se siente en el ambiente un algo especial, reservado sólo para los elegidos.

Hay incluso jugadores con números muy superiores que no provocan ese magnetismo en los vestidores. Es algo que no se puede medir en cifras. Punto.

Pero el nombre de David Ortiz también se ha mencionado asociado a los esteroides, presumiblemente a partir de su llegada a Boston, donde se juntó al indeseable de Manny Ramírez.

Llama la atención que en sus primeros años, en Minnesota, Ortiz bateó 48 jonrones en 1,477 veces al bate, lo que le daba una frecuencia de un bambinazo cada 30.7 visitas al plato.

En cambio, llega a los Medias Rojas y empieza a pegar un cuadrangular cada 14.7 turnos.

Pero aunque las sospechas existen y las evidencias apuntan a que el Big Papi anduvo en cosas no muy limpias e incluso podría estar en la famosa lista de 103 peloteros del informe Mitchell, también merece el beneficio de la duda.

Cuando le llegue el momento para ser elegible para el Salón de la Fama, cinco años después de que termine su carrera, ya veremos qué pesa más en el criterio de los votantes de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA), si las estadísticas de lujo y su carismático liderazgo o los rumores y las sospechas de dopaje.

Aramis RamírezAP Photo/Jeffrey PhelpsEl dominicano Aramis Ramírez dejó a Miami tendido en el terreno

Yogi Berra, el mayor filósofo que ha dado el béisbol, dijo con razón que el juego no se acaba... hasta que se acaba.

Lo sucedido este martes en el Miller Park de Milwaukee es prueba fehaciente de ello.

Los Cerveceros de Milwaukee recibieron a los Marlins de Miami y le fueron pronto encima al venezolano Aníbal Sánchez, abridor por los visitantes.

El juego se fue de un solo lado y a la altura del sexto capítulo, los de casa ya ganaban 9-2, encaminándose a lo que parecía una fácil victoria.

Miami descontó tres en el séptimo, pero Milwaukee ripostó con dos en el cierre de ese inning, para poner la pizarra 11-5

Pero los Marlins, irreconocibles por la manera oportuna en que conectaron esta vez, fabricaron racimo de seis en el octavo para igualar el marcador a 11.

Por eso uno nunca debe tirar la toalla. Si un equipo es capaz de fabricar 11 carreras, ¿por qué el contrario no puede hacerlo?

Los peces forzaron el extrainnings y en el inicio del décimo episodio, el dominicano José Reyes le botó la pelota al relevista cubano Liván Hernández para darle ventaja de 12-11 a su equipo.

Pero las cosas increíbles que tiene el béisbol: tanto esfuerzo fue en vano. Los Marlins nadaron para morir en la orilla, pues en el cierre del décimo, el cerrador Heath Bell volvió a fallar y permitió bambinazo de dos carreras del quisqueyano Aramis Ramírez que dejó a Miami tendido sobre el terreno. Para Bell fue su quinto salvamento desperdiciado y su cuarta derrota del año, elevándose su promedio de efectividad hasta 6.39.

Pero el manager Ozzie Guillén insiste en mantenerlo como cerrador, a pesar de la mediocridad exhibida desde que arrancó la campaña, quizás porque hay que justificar de alguna manera los 27 millones que el equipo pagó por los Bell por tres temporadas.

Pues no se trata sólo de los juegos que echa a perder. Es que muchos de los 17 salvados que tiene, los ha logrado con el agua al cuello, dejando a los fanáticos al borde del infarto.

Increíble esta debacle de un hombre que viene de rescatar 132 partidos en las pasadas tres campañas, cuando jugaba para los Padres de San Diego. Y mientras Heath Bell estuvo infame en la lomita, el novato taiwanés Wei-Yin Chen fue la joya de la jornada.

Chen, de los Orioles de Baltimore, coqueteó con la perfección ante los Marineros de Seattle, cuyo abridor, el venezolano Félix Hernández, fue castigado con un racimo de cuatro limpias en el sexto.

El zurdo asiático estuvo lanzado juego perfecto hasta el séptimo capítulo, cuando después de un out, Casper Wells le botó la pelota para romper de un golpe la magia del no hit-no run.

Chen propinó nueve ponches en siete entradas y un tercio y salió del partido en el octavo, cuando luego de un out, soportó doblete de Michael Saunders.

El dominicano Pedro Strop entró al rescate, pero el remedio resultó peor que la enfermedad: permitió tres cohetes seguidos, propinó un pelotazo y regaló un pasaporte con la casa llena para permitir el empate a cuatro en la pizarra, malogrando la excepcional faena del abridor taiwanés.

Pero al igual que los Marlins, los Marineros nadaron y murieron en la orilla, porque en el inicio del noveno, Robert Andino bateó cuadrangular y Jim Johnson cerró el partido de 1-2-3, para que los Orioles vencieran 5-4. Es que ya lo dijo Yogi Berra: juego no se acaba&hasta que se acaba.

Ya se respira ambiente de Juego de las Estrellas, que este año se celebrará en el Kauffman Stadium de Kansas City, la casa de los Reales.

Ya se conocen los participantes, tanto en el partido estelar del martes próximo, como en el Derby de Jonrones, un día antes.

Y como siempre, existen controversias por ausencias para algunos injustas o convocatorias para otros inmerecidas.

Chapman
Chapman
Es que no son todos los que están ni están todos los que son, pero como decía la canción popular, "no hay cama pa' tanta gente".

Por eso resulta increíble la pataleta que Dusty Baker, el manager de los Rojos de Cincinnati, está metiendo contra Tony LaRussa, quien dirigirá el equipo de la Liga Nacional.

LaRussa, aunque ya retirado, se ganó el derecho de comandar al viejo circuito en el Juego de las Estrellas por su victoria en la pasada Serie Mundial con los Cardenales de San Luis.

Tres jugadores de los Rojos integrarán el equipo de la Liga Nacional: el primera base Joey Votto, el jardinero Jay Bruce y el relevista cubano Aroldis Chapman.

Cueto
Cueto
Pero Baker quiere más y está metiendo una perreta por el segunda base Brandon Phillips y el lanzador dominicano Johnny Cueto.

Sin intentar restarle méritos y calidad a sus dos protegidos, ya lo dijimos antes: no hay cama pa' tanta gente.

La protesta del manager de Cincinnati es ridícula. Bueno, Baker en sí mismo es un tipo ridículo, sin clase, con ese eterno palillo en la boca, como Groucho Marx con su sempiterno puro entre los dientes.

¿Qué más quiere? Tres representantes son más que suficientes. Sólo los Gigantes de San Francisco y los propios Cardenales tienen cuatro, apenas uno más que los Rojos.

Perfectamente LaRussa podría haber convocado a más jugadores de San Luis. A fin de cuentas, son sus gentes y otros managers que han tenido la oportunidad de dirigir en Juegos de Estrellas han halado más para los suyos que lo hecho ahora por el retirado mentor.

Beltré
Beltré
De hecho, Ron Washington, estratega de los Vigilantes de Texas, campeones de la Liga Americana, rompió los moldes de la decencia, al llamar nada menos que a cuatro de sus discípulos, quienes se unirán al cátcher Mike Napoli, el antesalista dominicano Adrián Beltré y el jardinero Josh Hamilton, quienes fueron escogidos por el voto del público.

Siete jugadores en total tendrán los Vigilantes, una cifra exagerada, si se tiene en cuenta que hay equipos con un solo representante, como los propios Reales, anfitriones de la fiesta.

Entonces, Mr. Baker, no patalee tanto, no vaya a ser que del disgusto se trague el palillo.

Greinke
Greinke
Quizás más justificada estaría la protesta de los Cerveceros de Milwaukee por la no convocatoria del derecho Zack Greinke, pero volvemos a lo mismo: no hay cama pa' tanta gente.

Con más victorias que Greinke y Cueto está el zurdo Madison Bumgarner, de San Francisco, tercero en ese departamento, con diez, aparte de lucir una efectividad de primera, con 2.85.

Greinke tiene un triunfo menos y efectividad de 3.08, pero ni siquiera Bumgarner fue llamado al partido estelar, como tampoco está el renacido A.J. Burnett, con cifras casi idénticas a la del derecho de Milwaukee.

Los Dodgers de Los Angeles rompieron una racha de siete derrotas consecutivas que les costó el primer lugar de la División Oeste de la Liga Nacional.

En esa cadena negativa, los bateadores de los Dodgers apenas fueron capaces de fabricar cinco carreras, en tanto que cinco de los siete reveses fueron por la vía de la blanqueada.

Pero lo increíble es que en ese lapso, el equipo eslabonó una seguidilla de 66 innings sin tener ventaja frente a sus rivales. ¡66 innings debajo siempre en el marcador o cuando menos, con igualada en la pizarra!

Rivera
Rivera
La racha se rompió en el sexto capítulo del domingo, cuando con la pizarra igualada a tres carreras, James Loney remolcó con rola al cuadro al venezolano Juan Rivera con la tantas veces esquiva ventaja. ¡Aleluya!

A partir de ese momento, pareció como si hubieran cambiado por completo al equipo, pues los azules se soltaron a batear y no pararon hasta fabricar ocho carreras frente al pitcheo de los Mets de Nueva York, una cantidad que no habían conseguido en casi un mes, desde que el 10 de junio vencieron 8-2 a los Marineros de Seattle en partido interligas.

El zurdo Clayton Kershaw fue el gran beneficiado con semejante despertar.

Kershaw trabajó siete capítulos completos, con nueve abanicados y una sola carrera limpia permitida, para apuntarse la victoria.

En sus dos aperturas anteriores, el zurdo ganador del Cy Young del pasado año en el viejo circuito había trabajado en total 14 entradas, con tres limpias y 15 ponches, a pesar de lo cual no pudo llevarse la victoria en ninguna de las dos oportunidades.

Darvish
Darvish
Por su parte, el japonés Yu Darvish sufrió en carne propia lo que es lanzar un partidazo y perderlo por falta de apoyo ofensivo de sus compañeros.

Darvish ponchó a 11 bateadores de los Atléticos de Oakland en siete entradas de faena, pero permitió tres carreras y los Vigilantes de Texas cayeron 3-1.

Desde la trinchera opuesta, Travis Blackley toleró una sola carrera en siete episodios y dominó a su antojo Josh Hamilton, Adrián Beltré y Michael Young, tercero, cuarto y quinto en la tanda de Texas, respectivamente, quienes se fueron de 9-0 ante el abridor y de 12-0 en total en el partido.

Y los Marlins de Miami, después de un mes de junio para el olvido, comenzaron julio con el pie derecho.

Los Marlins completaron la barrida en una serie de tres juegos ante los Filis de Filadelfia y ganaron su cuarto partido consecutivo, en lo que parece ser un signo de recuperación que pudiera meterlos nuevamente en la pelea por la postemporada.

Nolasco
Nolasco
Miami contó con efectivo trabajo monticular de Ricky Nolasco por siete innings y con cuadrangulares de Giancarlo Stanton, su 19, y de Hanley Ramírez, este con uno a bordo, su duodécimo.

Los peces llegaron a copar brevemente el primer lugar del Este de la Nacional en mayo, cuando ganaron 21 de 29 juegos.

Pero junio resultó fatal por tercer año consecutivo, al ganar sólo ocho encuentros y perder 18 que los llevó a ocupar por momentos el frío sótano de la división.

Con esta barrida sobre los Filis, le dejan a sus víctimas el último lugar, aún cuando los pronósticos pre-contienda señalaban a Filadelfia como el gran favorito para ganar la división. Son las cosas increíbles del béisbol.

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