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¿Quieres hablar de futbol? Porque en la cancha, Tata-tartamudeas

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Gerardo Martino alude a errores históricos de México en pelota parada (1:42)

El técnico del 'Tri' señaló que ante Colombia se hizo presente un mal de varias generaciones atrás en el futbol mexicano. (1:42)

LOS ÁNGELES -- Festinabas, Gerardo Martino, hace días, que alguien te hiciera, finalmente, después de casi cuatro años, una pregunta sobre futbol.

Tras las miserias, tras las exhibiciones ante Perú y Colombia, es claro que, tú, Tata y tu equipo, hablando de futbol, tartamudean. En realidad, enmudecen.

Si se valora estrictamente lo que México ha hecho en la cancha en los tres últimos años, y conforme a ello se cotiza tu erudición, Gerardo Martino, es evidente que hay más perorata que discurso; que hay más locuacidad que alocución, y que hay más monserga que discernimiento.

Por eso, Martino, no caigas en el cinismo de querer hablar de futbol, cuando queda claro que tu equipo y tus horas de trabajo, hacen mutis en la cancha. ¿Sufres del Síndrome de Demóstenes? ¿Hablas sólo de futbol con tus jugadores? Pues, o no te explicas o no te entienden. O ambas. Porque, Tata, tartamudeas y tu equipo también.

En las ruedas de prensa, posteriores a un juego, especialmente cuando México muestra una dislexia lingüista en temas de futbol, no se requiere hurgar, ni urdir, sobre exquisiteces tácticas, sino en autopsias urgentes, y ahí, tú, Martino, ¡oh, gran predicador del balompié!, te has vuelto aburridamente repetitivo y repetitivamente aburrido.

“Perdimos intensidad”. “Nos faltó intensidad”. “Caímos en desatenciones y descuidos”. “Me quedo con los primeros 45 minutos”. “Me quedo con la reacción de los jugadores”. Bazofia de verborrea. Porque son tres años de escuchar tus redundantes y cíclicos actos de escapismo. Si tienes el diagnóstico, ¿por qué no buscas la cura? Si semejantes resultados consignan las actas de defunción, desde las reiteradas humillaciones ante Estados Unidos y Canadá, ¿por qué no has encontrado una solución?

Yo discrepo, Tata, de quienes afirman que esa pregunta hecha al término del horror maquillado ante Perú, fuera “una pregunta sembrada”, un cuestionamiento consensuado para apagar el incendio. Lo dudo. Creo que era una curiosidad válida del informante. Lo digo, porque yo si vi, percibí, e identifiqué la forma en que sí fue manipulada, amañada, la conferencia de prensa posterior a tu fracaso con Argentina en la Copa América Centenario. Esa vez preguntaron tus abogados y no tus fiscales. Había una tribuna de prensa en llamas, pero sólo hablaron tus bomberos.

Sin duda habrá que felicitarte por tu teatralidad en esa rueda de prensa posterior a la pesadilla disfrazada ante Perú, que, vale la pena mencionarlo, ha sido una mala, deplorable, engorrosa, copia de las numerosas reyertas verbales de Marcelo Bielsa con los medios. Él es El Loco, no un desesperado orate.

Ojo, no pienses que soslayamos a tus jugadores, esos que, definitivamente, no han mostrado toda sus habilidades e intensidad en el terreno de juego. Esto te lo preguntaba directamente en Cincinnati, tras la felpa ante Estados Unidos, y, como tantas veces te escurriste, huidizo, por la escalerilla de emergencia de las obviedades, porque recordemos que hablar de futbol, es, necesariamente, hablar de todos los poderosos ingredientes que inciden en la cancha, uno de ellos, la intensidad, esa vieja mortaja con la que tanto te tapas en los insomnios del fracaso. No sólo de charlas de pizarrón vive el hombre.

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Más allá de que ensuciaste a Chucky Lozano, dudando de sus dolencias, que te parecían raras y que no entraban en el espectro miope de tu cuerpo médico (“no hallaron nada”), queda claro que muchos de tus presuntos generales, se han convertido en innegables desertores. Héctor Herrera se retiró ya del futbol, viviendo más en los jaripeos estadounidenses que en las canchas de la MLS, ante el desencanto del bobalicón Dynamo de Houston.

Ciertamente, en este arrejuntado de futbolistas que has elegido predomina la mediocridad. Son, hoy, estrictamente hoy, algunos, intrascendentes en Europa, más allá de los momentos memorables que Andrés Guardado pudo poner en el museo del PSV y del Real Betis, pero que hoy están momificados. ¿El resto? Jugadores cotizables, eso sí, en la Liga MX, pero solamente en la Liga MX.

Y claro, sin segregar a esa lista de segregados, de vetados, activos y pasivos, elaborada por las hormonas tuyas y de tu perrito faldero Jorge Theiler. Desde Javier Hernández, Carlos Vela, Carlos Salcedo, hasta los ninguneados como Johan Vásquez, o los “fantasmeados” como Ponchito González, e incluso Víctor Guzmán, entendible cierto, por ese asterisco del dopaje.

¿Te quedas Tata con el tartamudo equipo de los primeros 45 minutos ante Colombia? No se necesita ser un académico y docto parlanchín en los puntos finos del futbol para entender que jugaron con nueve en el primer tiempo, y que en cuanto salieron los sonámbulos James Rodríguez y Radamel Falcao, los colombianos se pusieron serios en la cancha, y tus tartamudos enmudecieron.

Y vale la pena recordar algo, Gerardo Martino: has tenido el privilegio de jugar como local. México tiene en Estados Unidos su patio trasero para intentar hacer futbol. Y el aficionado, villamelón, cautivo, nostálgico, acude dócilmente a ser esquilmado, engañado, y hasta a ser extorsionado, un término que te gusta mucho, tal vez porque estás por cumplir cuatro años haciendo lo mismo con los bobalicones de la FMF, Yon de Luisa y Mikel Arriola, y claro, los cobardicas miembros de la #YuntaDeDueños, dixit Sven-Göran Eriksson, otro ilustre técnico, menos locuaz que tú, pero con mayor dignidad porque supo negociar a tiempo su despido.

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Al final, entre tu cháchara y la de tus jugadores quieren engatusar a la afición, asegurando que la presión externa, el pesimismo colectivo, la desconfianza generalizada, serán catalizados al interior del Tri, para fortalecerse en plena Copa del Mundo. Sí, ese #MasSiOsare tan del mexicano como un homenaje a su resiliencia de raza, de Raza Cósmica, diría Vasconcelos.

Pero, sabes, Tata, tartamudeando de futbol no vas a poder despertar esa enjundia adormecida del jugador mexicano.