<
>

El amanecer de un campeón mundial

Hay varias lecciones que son capaces de dejarnos ya como legado los protagonistas de esta gesta deportiva para México. Hay, también, por otra parte, varios peligros que el futbol mexicano afronta justo después de levantar el trofeo de la FIFA. Hoy, los jugadores, todo ellos, desde el capitán Briseño, pasando por Fierro, Espericueta, González, Sánchez y hasta el heroico Julio Gómez, y aterrizando en el entrenador Raúl El Potro Gutiérrez merecen todo el crédito de la hazaña.

LOS ÁNGELES, California -- Nacieron desprendiéndose de las ataduras del viejo "priísmo", en un país que, con sus tropiezos, empujaba al cambio. Nacieron en una nación de un peso devaluado que cada día valía menos, de una brecha social que todos los días se hacía más grande y abismal, nacieron y crecieron con las promesas de Fox, con el miedo en las calles y con la esperanza como escudo. Ellos eran y sigue siendo, "la generación del cambio", nuestra "generación del cambio".

El futbol mexicano amaneció este lunes con algo raro, inusual, totalmente anormal para su historia: Campeón del Mundo. Por segunda ocasión en los últimos seis años, un grupo de jugadores con menos de 17 años logró el trofeo de la FIFA demostrando que el talento existe, sobra y que el trabajo en equipo finalmente establece este tipo de resultados.

Hoy, los jugadores, todo ellos, desde el capitán Briseño, pasando por Fierro, Espericueta, González, Sánchez y hasta el heroico Julio Gómez, y aterrizando en el entrenador Raúl El Potro Gutiérrez merecen todo el crédito de la hazaña. Hay varias lecciones que son capaces de dejarnos ya como legado los protagonistas de esta gesta deportiva para México. Hay, también, por otra parte, varios peligros que el futbol mexicano afronta justo después de levantar el trofeo de la FIFA.

La primera lección me parece muy clara: El futbol mexicano ha demostrado que de ser un consumidor nato de jugadores para abastecer a su liga y a sus requerimientos domésticos también puede transformarse en un productor rico e insaciable de jugadores, de futbolistas, finalmente, la materia prima de este deporte, aquellos que meten y fallan los goles, aquellos que ganan y pierden sobre la cancha. Número dos: este equipo volvió a demostrar, al igual que el del 2005, que cuenta con la fuerza mental para lograr resultados, que pudo recuperarse de momentos complicados durante el torneo, que pudo convertir en positiva la presión de jugar como local y que se antepuso a cargas históricas (como la de eliminar a Alemania) que siempre terminaron afectando el paso de una selección mexicana en una competencia internacional. Y número tres, quizá la lección más importante: que con organización, apoyo, trabajo plantificado y un poco de continuidad se pueden lograr resultados deseados.

Los peligros también existen y están antes nuestros ojos: algunas portadas hablan hoy de "Niños Héroes", del "Triunfo en una Guerra" y de que finalmente se ha dado el paso largamente esperado para el nacimiento de una potencia futbolística. Mantener los pies en la tierra, no volar, no marearse, es importante. No confundirnos tampoco: México está atravesando por una situación social muy complicada, con un "guerra" que ha llegado a las calles y que ha afectado a nuestras familias. Hoy, cualquier tipo de información positiva es bien recibida, atesorada muchas veces exagerada. Cuidado con eso. Aprender del ejemplo del 2005, cuando después de Perú, México supuso que tenía el futuro resuelto. Recuerden como algunos jugadores -llámese Giovani o Vela- se desbordaron, recuerden que como se perdió la continuidad del entrenador -Chucho- Ramírez- recuerden como se hicieron planes para un mañana que resultó ser agrio y poco trascedente.

Hay que darle la justa dimensión a lo que estos chicos Sub-17 y a lo que su entrenador Raúl Gutiérrez han logrado. Ellos se merecen el crédito. Hay que seguir trabajando alrededor de este equipo, de todas las selecciones, hay que seguir produciendo jugadores porque hoy más que nunca queda claro que México tiene todos los elementos que se requieren para trascender en un deporte llamado futbol. Como siempre, no hay pretextos.