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México: el disfraz del "Kimono"

Se trataba de aprovechar la Copa de las Confederaciones para reducir la distancia con respecto a las grandes potencias. México no vino a Brasil a ganar confianza y a preparar el partido contra Honduras del 6 de septiembre. La selección mexicana llegó en estado de emergencia y se fue con un respirador artificial sin abandonar aun la sala de terapia intensiva.

RÍO DE JANEIRO -- Disfrazar con un "kimono" el fracaso mexicano en la Copa de las Confederaciones no parece una postura valida. México vino a Brasil con una idea., con un sueño, con una pretensión. Se fue con las manos vacías...

No es una operación matemática, tampoco se trata de física-cuántica y podría tener algún rasgo de silogismo hipotético: la distancia resultante entre el futbol mexicano y el futbol de las grandes potencias internacionales es, finalmente, la línea de crecimiento que tiene México en materia futbolística.

Y a eso justamente vino el futbol mexicano a esta Copa de las Confederaciones: a reducir la distancia que tiene y seguirá teniendo con respecto a las selecciones más desarrolladas del mundo. A partir de ahí, es válido o no realizar un juicio sobre lo que México hizo y dejó de hacer en tierras brasileñas.

México no dejó nada aquí. Aunque en mal momento, llegó con ciertas expectativas y se fue con las manos vacías. Si algunos quieren, sobre todo los más optimistas, afirmar que ganó cierta confianza con vagos momentos ante Brasil y un triunfo ante Japón, está bien, pero nada más. Y si la Copa de las Confederaciones iba a ser utilizada para reconfirmar la idea de que puede lograr el boleto mundialista en la pobreza de la Concacaf entonces, me parece, un terrible desperdicio.

La selección mexicana no venía a Brasil con la idea de ganar la Copa Confederaciones, ni siquiera con la idea de un eventual paso a las semifinales. El sueño casi perene del futbol mexicano ha sido acercarse a los mejores equipos del mundo.

Entiendo -y supongo que todos lo entienden así- que el futbol es un deporte de momentos y el momento de México antes y después de esta Copa Confederaciones obedece a una crisis, a un marasmo futbolístico que no le permitió mostrar sus pocas o muchas bondades. México llegó mutilado al evento. Hizo poco o nada ante Italia, trató de luchar frente a Brasil y mejoró -de acuerdo con su propio nivel- ante la selección de Japón.

Los jugadores mexicanos llegaron por la puerta de atrás al aeropuerto del Distrito Federal la madrugada del lunes. No había ni sonrisas, ni festejos, solo un ligero atisbo de esperanza para una selección y un futbol que hoy en día sigue a la deriva, en la zozobra y a la búsqueda de una mejor calidad para, primero -y con carácter de urgente- clasificarse al Mundial y luego tratar de probar que pueden reducir esa línea imaginaria y poderosa, la distancia que existe con respecto a las grandes potencias de este deporte. Mientras eso sucede o no, yo diré y ratificaré, que lo que hizo aquí en Brasil fue un rotundo fracaso.

@Faitelson_ESPN