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¿La final soñada?

Brasil y España dieron el paso que todos esperaban que dieran. Puede que con falta de brillantez, de estilo y de condiciones, pero al final, definirán en Maracaná al campeón de la Copa de las Confederaciones del 2013

RÍO DE JANEIRO -- Sin la brillantez requerida o quizá esperada, Brasil y España se apuntaron para jugar el domingo la final de la Copa de las Confederaciones.

Para ambos, para el nuevo dueño del "Jogo bonito" y para el antiguo poseedor de esa etiqueta, fue un camino largo, atropellado, dramático...

Entre el sistema táctico italiano y el infernal clima de Fortaleza, el campeón del mundo y doble campeón europeo pudo haber encontrado su "Waterloo" en la Copa Confederaciones.

Y puede que España no merecía el boleto a la final de la Copa de las Confederaciones y puede que el futbol no merecía un espectáculo de tan baja dimensión entre los últimos dos campeones mundiales, pero había más de 30 grados centígrados y una humedad relativa cercana al 75 por ciento cuando el partido comenzó en "El Castelao".

Pero ni siquiera fresco, en los primeros minutos del partido, España pudo ejercer su futbol de toque y de combinaciones. Italia repitió la "tesis futbolística" de un año antes -no en la final, pero sí en la ronda inicial de grupos de la Eurocopa- donde había conseguido un empate a uno. Coloco dos líneas, una de cinco en el fondo y otra de cuatro en la media cancha y eso fue suficiente para cortar los circuitos españoles. Por primera vez en mucho tiempo, el mejor equipo del mundo era inoperante y el juego moría de aburrición, porque si bien Italia dominaba, no era capaz de concretar las oportunidades que generaba ante la portería de Casillas.

Con Xavi e Iniesta muriendo de calor, sin idea, sin imaginación, sin creación, el juego cayó en manos de los italianos que volvieron a recaer en algunos rasgos de su viejo vicio: "El catenaccio". El partido se adormeció, se jugó a un ritmo lento, muy lento para la época y para el estilo que España ha establecido como marca en los últimos años. Al final, en los tiempos extras, con más cansancio, más espacios, y siempre más deseos que calidad, España terminó siendo mejor, pero un poste, un manotazo o una mala decisión del ejecutor terminaron por forzar los tiros de penaltis.

Es una lástima que con tanto talento en la cancha, el finalista haya tenido que definirse en una serie de penaltis, situación que los dos equipos aprovecharon para mostrar su clase y determinación y que involucró, además, una gran carga de drama al final.

España jugará con Brasil dentro de 72 horas en el mítico Maracaná. Las huellas de Fortaleza podían haber marcado al campeón del mundo.

@Faitelson_ESPN