MÉXICO -- Hace varias décadas, cuando la Selección de México no daba el salto de calidad, para estar entre los representativos de élite, el sueño era demostrar que en nuestro país se jugaba uno de los "futboles" más importantes de América. Se demostró, precisamente, hace 20 años, cuando el técnico, Miguel Mejía Barón, llevó a uno de los combinados a jugar la Final de la Copa América en Ecuador, hecho que nos hizo considerar que dábamos el golpe de autoridad para que nos conociera el mundo.
Se cree que a partir de esa generación, México se puso muy cerca de la élite futbolística, pero no se pudo consolidar, ya que en Estados Unidos 94, por los famosos "cambios", el Tri quedó eliminado; luego, en Francia 98, con Manuel Lapuente, se quedó a la orilla al no saber "matar" a Alemania, cuando se tenía en la mano. La gran decepción es 2002 de la mano de Javier Aguirre, al caer frente a Estados Unidos 2-0.
Estoy seguro que millones de aficionados no pueden olvidar Alemania 2006. Ricardo La Volpe, a tumbos, llevó a México a tener contra la pared a Argentina, pero el gol de Maxi López no sólo frenó el ímpetu nacional, sino le cortó la posibilidad de llegar al quinto partido. La misma Albiceleste, que no brillaba por su gran calidad colectiva, le fue suficiente la calidad individual para volvernos dejar afuera en Sudáfrica 2010. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué no damos el salto de calidad? ¿Porqué la llamada generación cero o dorada no ha brillado, aunque sea un poco, como el cobre?
Hoy hace un año, México concretó uno de los sueños más caros de su historia, la consecución de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos del 2012 gritando su presencia, también lo hizo en juveniles Sub 17, en 2005, y en 2011. Sin embargo ¿qué ha dejado este logro olímpico para el balompié nacional, más allá del orgullo de colgarse un metal, que ni Brasil a podido lucir en su pecho?
La única verdad para México a un año es que hoy nada en medio de la incertidumbre y con el peligro latente de quedar fuera de Brasil 2014. Chepo, incluso, debió llamar dos jugadores naturalizados (Damián Álvarez y Chaco Giménez), para resolver un hueco que nadie a podido llenar que es tomar el liderazgo, cargarse al equipo y llevarlo donde tiene que estar.
Son siete medallistas olímpicos los que están en la última lista de la Selección para afrontar el juego ante Costa de Marfil, pero ninguno de ellos con el peso específico para asumir su responsabilidad. Incluso, por dos días de diferencia, un referente importante para la presea dorada, José de Jesús Corona, un año después se encuentra en el ojo del huracán, luego de que sus análisis de la Jornada 1 habría dado un analítico adverso por baja cantidad de clembuterol.
Ha sido un año difícil, complicado. Un semestre con números negativos para el Tricolor y su seleccionador. Hoy México no ha podido despegar, no obstante la hazaña de lograr una medalla histórica que se queda en los análisis de lo que ha conquistado México en su larga carrera de participaciones.
España lo hizo en casa. En 92, La Furia Roja alcanzó la medalla de oro, en su propio país, y a partir de ahí se generó un trabajo en conjunto que sigue dando mucho de qué hablar y encaramó a la Roja a estar en el territorio de los grandes. El problema es que en México, nos sabemos que plan existe o se lleva a cabo, para el crecimiento sostenido del combinado nacional.
Es seguro que lo haya, pero no se ha reflejado en la mayor. México tiene ante sí refrendar su grandeza en el área, pero tristemente parece que en vez de avanzar vamos como auténticos cangrejos. Ojalá que lo sucedido hace un año, no se eche en saco roto, seguimos esperando el brillo de México a nivel internacional, aunque entiendo y me ratifica, cada instante, que hasta el momento no todo lo que brilla es oro, pues este equipo mayor tiene que ver poco o nada con el último gran logro.
Aún así, felicidades nuevamente, a un año de que la gente volvió a reír y esperanzarse por un futuro mejor que el que tenemos actualmente en nuestro balompié.