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La mamá más famosa del Tenis

Judy Murray (viste de amarillo) no oculta la emoción que le causa hablar de su hijo @JuaniCeballos

CANCÚN -- Judy Murray va y viene por el hotel Iberostar Cancún. La mamá más famosa del mundo, la que le enseñó a jugar tenis al actual campeón de Wimbledon, es tal vez la cara más conocida de la 13ª Conferencia Mundial de Coaches que se está realizando aquí, en las playas mexicanas. Entonces, la escocesa reparte su tiempo entre presentaciones (ya lleva tres, en dos días), fotos y firmas de autógrafos, y reuniones personales.

Sus anécdotas sobre la carrera de su hijo Andy Murray, narradas durante las exposiciones, son perlas para los asistentes. "Recuerdo cuando a los 14 años, después de participar en un certamen europeo por equipos, Andy se fue a jugar racketball con Rafa", contó Judy en su primera ponencia. "Y Rafa le dijo que él entrenaba con Carlos Moyá, que no iba a la escuela, y que practicaba mucho. Entonces Andy volvió a casa y me dijo: yo estoy entrenando contigo y con mi hermano, nada más. Yo me quiero ir a España. Quiero prepararme allá. Yo sabía que ese momento llegaría. Pero lo clave fue que él lo quiso, y no fue una decisión de alguien más".

La filosofía de Mamá Murray ha sido reconocida durante estos dos días de conferencia. Aun cuando Judy tuvo una formación tenística empírica ("Yo aprendí a jugar al tenis jugando. Nadie me enseñó"), su postura es la que hoy prevalece en este deporte: "Mis hijos se volvieron buenos jugadores de partidos porque no les insistí mucho en la técnica. No era mi fuerte, lo que sabía. Pero para mí lo importante es aprender a jugar jugando. Estimularlos". Impulsar el entusiasmo, antes que los secretos de los golpes. De eso hablan hoy los especialistas. Y también se enfocan en el lado humano, que ella ha enfatizado en la formación de Andy y su hermano mayor Jamie. "En tanto veamos a los jugadores primero como personas, nos va a ir mejor con el tenista", dice la capitana del equipo británico de Fed Cup.

Los instintos de Judy han llevado lejos a Andy. Y su experiencia lleva una valiosa carga de aprendizaje para padres, entrenadores y hasta los mismos jugadores sobre los retos que se enfrentan quienes sueñan con llegar a la cima del Planeta Tenis.

-¿Es cierto que Andy pegaba con las dos manos de ambos lados cuando era niño?

-Él tenía cinco años y jugaba así, pegándole con las dos manos de ambos lados. Pero nunca llegué a decirle que dejara de hacerlo, porque suponía que una vez que tuviera más fuerza, naturalmente él mismo cambiaría, al menos en la derecha. Para mí, lo más importante es que aun siendo muy pequeño, tenía una gran coordinación ojo-mano. Y sobre todo, disfrutaba y se divertía con el tenis. No había necesidad de hacer muchas correcciones a esa edad. Ya cuando tuvo siete, dejó naturalmente de usar la mano izquierda en su forehand.

-¿Cuándo te diste cuenta de que él tenía ese talento necesario para llegar lejos en el tenis?

-Me había dado cuenta de que él era muy inteligente en la cancha. También era muy rápido. Tenía ojos veloces y una gran anticipación. Desde chico tenía la capacidad de leer muy bien el juego. Pero también sabía que eso que llamamos talento no era una garantía de éxito. Y me da gusto haberlo sabido, y de haber visto niños caprichosos a los que los dejaban ser así porque pensaban que serían exitosos. El talento es una cosa, pero a ello le tienes que agregar las oportunidades y el trabajo duro para maximizar tus cualidades. Y en un deporte como el tenis, yo creo que no saben cuáles son las reales posibilidades de alguien hasta que se cumplen 16 años.

-Eso es bastante más tarde de lo que muchos podrían imaginar

-A esa edad sabes si puedes manejar el estilo de vida de un tenista. Es que hay jugadores talentosos a los que no les gusta estar "on the road", 30 semanas fuera de casa, lejos de los amigos y la familia. Fue a los 16, cuando Andy ganó un par de Futures y venció a jugadores que eran 200 del mundo, que yo comencé a pensar: él tiene una chance de conseguirlo. Fue en ese momento que él se comprometió para irse a vivir a España y trabajar duro. Pero no hay garantías. Uno lo único que puede hacer es crearle oportunidades, y hacer las cosas correctas en el momento indicado. Luego está en manos del jugador aprovecharlo. Y él lo hizo.

-¿Cuán importante fue para la carrera de Andy su experiencia en España?

-Su mudanza a España fue absolutamente crítica, porque fue a un país que tenía una cultura de éxito en el tenis. Él era un pequeño pez en una gran pecera. Nadie lo conocía. Mientras que si se hubiese quedado en Escocia o inclusive en Gran Bretaña, habría sido el gran pez en un pequeño estanque, y eso crea una mentalidad completamente diferente. Él nunca fue un joven malcriado por el sistema o por sus seres cercanos. Y la experiencia española fue crucial.

-¿Y cuál fue la dificultad más grande que tuviste que enfrentar como madre de tenistas?

-El desafío más grande fue enfrentar la cuestión financiera cuando ellos tenían entre 15 y 18 años. Encontrar el dinero para que todo pudiera funcionar. Nosotros éramos una familia normal. A decir verdad, costaba más que Andy estuviera en España por un año de lo que yo ganaba como sueldo en ese año. También tenía a Jamie, su hermano mayor, que estaba terminando la escuela y también quería ser tenista. Pero a Jamie no le venía bien España: por su estilo de juego, a él le convenían las canchas rápidas. Entonces era un doble desafí. Cuando Jamie terminó los estudios, se fue a entrenar a Francia con Bob Brett. Y yo tuve que salir a buscar el dinero para los dos. Cuando tienes a dos hijos que son prometedores, no le puedes decir a uno que tendrá lo que necesita y al otro no. Durante tres años las cuestiones de dinero fueron muy, muy estresantes. Uno pide préstamos y no sabe cuándo podrá devolverlos. O si podrá hacerlo.

-¿Cómo manejabas el tema en la familia? ¿Andy sabía de estos desafíos financieros?

-Nunca supo nada. Ese era mi desafío: conseguir el dinero. No debe haber nada peor que tus hijos sepan que te generan problemas de dinero, porque eso los cargaría de una presión que no necesitan. Por el contrario, él sabía que era una oportunidad que tenía, y debía aprovecharla, trabajar duro, dar lo mejor y sacar lo máximo de lo que tienes. No había chances de que ellos supieran. Es sentido común.

Fue después de ganar el US Open Junior cuando Andy Murray se enfrentó a otra situación crítica en su carrera. El colombiano William "Pato" Alvarez, por entonces su entrenador, decidió que el escocés arrancaría el 2005 jugando Challengers y qualies de ATP en Sudamérica. "Yo dije: 'mmm, ok. Veamos'", cuenta Judy. "Andy no conocía a nadie. Jugó tres semanas y ganó solo un partido. Estaba muy deprimido, había perdido su confianza. 'Judy, Judy, confía en mí, el nivel de los Futures es muy malo. Confía en mí, confía en mí', me decía Pato. Andy ganó muy poco hasta mediados de 2005. Había jugado partidos muy duros en los Challengers. Pero vino la temporada de pasto, recibió algunos wild cards, y le fue muy bien. Pato estaba absolutamente en lo correcto. Le ayudó la experiencia en los Challengers. Y yo entendí que algunos jugadores con talento pueden saltarse etapas, y es para su beneficio".

Escuchar, ser abierta a sugerencias de gente que conoce tanto o más que ella, son características de Judy Murray como madre de tenista, y también como coach. Ocurrió en los inicios de su hijo, y también cuando Andy debió tomar la decisión de contratar al entrenador que lo llevaría a ganar su primer título de Grand Slam. "Nuestro plan era trabajar con Darren Cahill de manera permanente, pero sus compromisos lo impedían. Entonces Darren nos dijo: Ivan sería una buena opción. ¿Ivan? Dijimos. ¿No se dedica al golf ahora? Pero Andy tuvo un almuerzo con él, los dos solos. Trabajaron por tres días. Y cuando lo conocí eran tan increíblemente parecidos que eso hizo que todo pudiera funcionar. Él sabía cómo prepararse para un Grand Slam. Ese era el 1 o 2 por ciento de diferencia entre ganar y perder en uno de estos torneos".

-¿Cómo es la comunicación entre madre e hijo a la hora de tomar decisiones importantes, como la de Lendl?

-Andy tiene 26, Jamie tiene 27. Ya son más maduros, han estado por su cuenta durante largo tiempo, y es importante que ellos tomen sus propias decisiones. Pero cuando hay algo que es muy importante, seguramente involucrarán a su madre, porque quieres cerca a alguien que esté interesado en ti desde el fondo de su corazón. Con los tenistas pasa algo: casi siempre, quitando a la familia, están rodeados de gente que es su empleada. El tenista les paga, y sus trabajos dependen del jugador. Entonces si quieres una opinión imparcial, vas con tu esposo o tu esposa, o con tu padre o madre. Y yo siempre he tratado de ver las dos caras de las cosas. Pero como decía, es importante que ellos tomen sus propias decisiones. Y así ha sido, desde que decidió que se mudaría a España. Que tomen sus decisiones, y también que se equivoquen. Pero cuando ves algo que potencialmente será un gran error, es allí cuando apareces.

-Como madre, ¿piensas que Andy es un privilegiado de competir en esta época junto a Federer, Nadal y Djokovic? ¿O dices "por qué no le habrá tocado jugar hace diez años", sin enfrentar a estos monstruos?

-Pues mirarlo de esa forma, pero en todo caso, ¿qué logras haciéndolo, si eso no cambiará nada? Andy es un privilegiado por estar jugando hasta ahora en la era más grandiosa del tenis masculino. Y lo más increíble de ser parte de esta era de Federer, Nadal y Djokovic es que ha forzado a todos a elevar el nivel de su tenis. El nivel que han alcanzado es increíble. Y algunos de los partidos que él ha podido jugar, y que nosotros como familia hemos podido presenciar, han sido en los máximos escenarios contra los mejores jugadores que el tenis ha tenido. Qué gran privilegio. Los otros lo han ayudado a Andy a elevar su nivel. Por supuesto que podrías tener esa mentalidad de "oh, si hubiese nacido diez años antes, habría ganado más Grand Slams". Pero entonces no habrías tenido la suerte de ser protagonista de la mejor era de todos los tiempos.

-¿Y cómo pones ahora en perspectiva la carrera de Andy?

-Ha sido increíble hasta ahora. Y lo que sea que logre de aquí en adelante, ya se ha convertido en un maravilloso jugador. También ha aprendido del negocio. Ahora está apoyando a otros jugadores en cuestiones que involucran a la ATP, ya sea temas de prize money o de antidoping. Él está comenzando a tomar parte activa en su trabajo, y en el futuro del negocio del tenis. Y yo creo que eso es grandioso. Pero a pesar de todo él ha logrado mantenerse como una persona muy humilde, muy normal, muy accesible. Y como madre, esas cosas hacen que te sientas muy orgullosa. Él es una gran persona.