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UEFA aplaza la Tercera Guerra Mundial

LOS ÁNGELES -- La Champions se guardó las armas nucleares. Aplaza la Tercera Guerra Mundial. Sólo bobalicones pontificaban que la UEFA iba a arruinar su propio circo. Los payasos pueden esperar. Y los magos también.

Y quien siga pensando que los sorteos son tan virginales y castos que deberían ejecutarse en el altar principal de la Basílica de San Pedro en el Vaticano, se pueden agregar a esa legión de bobos, bisoños e ingenuos.

La UEFA tiene ante sí a los gladiadores del morbo. Pero, sobre todo, tiene una generación de entrenadores y jugadores que pueden garantizar una fase de Semifinales que rozará la perfección en expectación y en expectativas, que no es lo mismo, obviamente.

¿Que viva, pues, que sobreviva, pues, la trampa de los fariseos del futbol?

De los emparejamientos, el Barcelona, ojo, para ser La Bella de la competencia, deberá ser La Bestia en la cancha. Porque enfrente tiene a una auténtica bestia: el Atlético de Madrid.

El Cholo Simeone ha consolidado y ha consumado el grupo más beligerante y versátil en una cancha de futbol. Sin la pelota juegan a la yugular. Con la pelota, son capaces de quitarse el delantal ensangrentado, y vestir de pipa y guante para hacer un futbol transpirado e inspirado.

Cierto, al Atlético de Madrid las horas de ajetreo, la guerra incuestionable de cada 90 minutos, le ha empezado a mancillar con vestigios de su inclemencia. Pero, los campeadores también se fatigan, pero no se rinden.

Y cierto también: en la aldea liliputiense del Barcelona, habitan algunos de los mejores futbolistas del mundo, con Messi como el sanguinario Napoleón Bonaparte, que si bien ha vivido sus Waterloos, con socios como Iniesta, Xavi y Neymar, a pesar de los caprichos de Tata Martino, el futbol no es una tarea, es un regocijo: no es una misión, es un acto de encantamiento, pero ellos mismos saben, porque lo han sufrido ante este mismo Atlético de Madrid, que les toca encerrarse en una jaula con una jauría de mastines hambrientos.

Y ese cándido sorteo de la UEFA –para los ignaros que aún creen en las ignotas fatalidades-, misteriosamente –o convenenciera y sabiamente- se reservó las conflagraciones más sangrientamente exquisitas para más adelante, aunque los partidos agendados mantienen un elevado grado de seducción.

¿Que viva, pues, que sobreviva, pues, la trampa de los fariseos del futbol?

El arrollador Bayern Munich es favorito sobre el Manchester United que debió consumar una épica de época para poder meterse a la elite de la Champions.

Pep Guardiola asegura que aún su proyecto con el campeón europeo vigente no se ha consumado, que el proceso de cambio, la metamorfosis, está en un proceso feliz. La gestación de victorias facilita la gestación y alumbramiento del nuevo proyecto. Todos se nutren felices en el mismo útero.

Borussia Dortmund sufre bajas serias. Ilkay Gündogan, Sven Bender, Jakub Błaszczykowski y Neven Subotic, están entre algodones de nuevo, y Marco Reus se resintió esta semana, en espera de la habilitación médica.

Sin duda lo deja mermado ante un Real Madrid en estado de gracia, con un Cristiano Ronaldo a plenitud, y con un cortejo de hambrientos, con una comitiva de ansiosos de recuperarse de los estragos morales de José Mourinho.

Y hablando del Diablo, Mou se apodera de la Liga Premier, en todos sentidos, y sabe que bajo sus reglas, bajo su intelecto, bajo su disciplina, bajo la complicidad leal de sus dirigidos, puede apoderarse de Europa, con recursos que pueden ser cuestionables por los puristas, pero que en la cuneta del reglamento, es totalmente lícito.

El París Saint Germain es un exuberante equipo de futbol, pero aparentemente será una Miss Universo vestida de Caperucita Roja, ante el lobo mouriñesco.

¿Habrá, al final, que agradecerle a ese tahúr promiscuo que es la UEFA el saber manejar las cartas marcadas de su baraja para su propio beneficio?

Porque al final, ese manoseo del presunto destino, de la supuesta fatalidad, nos preparan para unas Semifinales de sangre, sudor y lágrimas, sin que los Cuartos de Final se demeriten.

Jamás pensé decir esto: que viva, pues, que sobreviva, pues, la trampa de los fariseos del futbol.