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El fracaso de Tigres es triunfo de México

LOS ÁNGELES -- Tigres fue humillado. Cierto. Vejado, cierto, por River Plate en todos los rincones salubres e insalubres de un juego de futbol.

Ultrajado y rebasado absolutamente en la Final de la Copa Libertadores de América. En el marcador. En futbol. En rudeza. En la actitud de sus jugadores con dignidad malbaratada. En la capacidad de su técnico, incapaz de improvisar como anfitrión y más incapaz aún como huésped. En la gallardía hormonal de sus futbolistas.

Y hasta en la estrategia barriobajera de River para amedrentar, confundir, desconcentrar para luego, genuinamente, jugar al futbol, mientras los Tigres, engañados, embobados, seguían sintiéndose Ronda Rousey.

Sí, River fue un tahúr perverso y pernicioso. Primero subió al ring y luego bajó a la cancha de futbol. La marrullería es el arte oscuro de engatusar a inocentes. River es un marrullero y Tigres es muy inocente. Y River atrapó con un anzuelo al tiburón.

Y en México, donde los 17 paternalistas corifeos farsantes e hipócritas arrullaron a los colonizadores regiomontanos que zarparon dispuestos a conquistar el Monumental, ya se habían arrancado la capucha, se habían despojado de sus máscaras y empezaron a pitorrearse ladinamente de la hecatombe felina, que debería regresar con uno menos porque su presidente Alejandro Rodríguez había prometido: "Si no traemos la Copa, no regreso". Suertudo, oportunista porque Buenos Aires es cautivante las 24 horas del día.

Pero esos 17 engalanados con la piel de Judas, esos 17 clubes que lanzaron pirotecnia al zarpar los pioneros del imperialismo en el futbol mexicano, enseguida se trasformaron en los más voraces y corrosivos arquitectos del sarcasmo y la infamia. Tigres ya sabe que a César no lo mató Bruto, sino la traición de sus incondicionales.

¿Y el futbol mexicano mejora? ¿Y el futbol mexicano se enriquece? ¿Fue mejor Tigres que las expediciones hundidas de Cruz Azul y Chivas, en su momento, para tratar de hurtar el Cáliz de la Libertadores?

En el futbol mexicano, ese que Decio de María -hablando de farsas y farsantes- llama La Familia (La Famiglia), las desgracias se inhuman en privado. Las tragedias se lloran en solitario.

Porque, quede claro, el fracasotototote de Tigres en la Libertadores no es el fracaso del futbol mexicano.

Por el contrario, el fracasotototote de Tigres en la Libertadores es el triunfo de todos los vicios, todas las corrupciones y todas las perversiones del futbol mexicano.

Cómo evoluciona un futbol que pisotea sus cunas, sus semilleros, sus fuerzas básicas y se dedica con fruición al comercio indiscriminado de piernas extranjeras de media o pobre calidad, en un negocio corrupto, con el cual se enriquecen promotores, directivos, terceros interventores en las negociaciones.

Un balompié en el que la tolerancia mercenaria de la FMF permite que se usurpen sitios de jugadores jóvenes mexicanos, cuando extranjeros, naturalizados, con doble nacionalidad, cuya calidad futbolística es generalmente de medio pelo, de media cuchara, de mediocridad absoluta.

Recurramos como referencia a la desgracia inmediata. ¿Marcaron Nahuel, Gignac, Sobis, Egidio, Pizarro, Guerrón, Damián y Juninho una diferencia en el 3-0 ante River?

Lo reportábamos en el texto inmediato a la Final de la Libertadores. La experiencia del técnico, el precio de la nómina y el poderío financiero de Tigres están tres veces por encima del técnico, la nómina y las arcas de River. Pero el 3-0 marcó otra historia en el termómetro final del resultado.

El juego sucio en una FMF, empezando por el mismo Decio, con un discurso de redentor apócrifo, que decide no aplazar los partidos de Tigres en la Liga MX, pero sí aplazar los de Monterrey para inaugurar su estadio.

Y ya por ocio, reiteremos que las televisoras boicotean la Libertadores porque no les pertenece. Y que la Multipropiedad se fortalece y que el Pacto de Caballeros es más sofisticado; y que dos promotores tienen secuestrado al futbol mexicano y uno de ellos, Guillermo Lara, despacha desde oficinas de privilegio en el edificio de la FMF.

Sí, insisto, el fracaso de Tigres no es el fracaso del futbol mexicano.

El fracaso de Tigres es el triunfo de todas las enfermedades, lacras, vicios y formas de corrupción del futbol mexicano.