Rafa Ramos revela en su blog quién decidió que Guillermo Ochoa, Hirving Lozano, Raúl Jiménez y Henry Martín no fueran llamados por México a la Copa América.
LOS ÁNGELES -- El mensaje es claro, codificado, encriptado, si así se quiere ver, en medio de una verborrea innecesaria, pero ahí está: la Selección Mexicana renunció a la Copa América, la que, claro, nunca le perteneció realmente.
Entiéndase que aquellas promesas de “por lo menos jugar Semifinales”, hechas insensible, frenética e incoherentemente por Ivar Sisniega, Duilio Davino y Jaime Lozano, se redujeron este viernes a un simplón: “aspirar a lo máximo”.
¿Una decisión desesperada? ¿Necesaria? ¿Populachera? ¿Urgente? ¿Sabia? ¿Impuesta? ¿Calculada? ¿Inteligente? ¿Valiente? ¿Maquiavélica?
¿Hay detrás de esta decisión una mente maestra o una mente histérica o una mente desesperada o una mente confundida o una mente incapacitada o una mente usurpadora o una mente mercenaria?
Veamos. Porque, en la conferencia de prensa de la FMF (Davino, Lozano y Ricardo Cadena) se cachondearon algunas verdades y se maquillaron mentiras. Fueron los acicalados títeres del siempre oculto y oscurantista Juan Carlos Rodríguez.
Porque lo único cierto es que el cambio de rumbo ha sido una decisión estricta de La Bomba, consultada con Javier Aguirre, y palomeada puntual, y azarosamente, por Emilio Azcárraga Jean y su brazo derecho Bernardo Gómez.
La Bomba Rodríguez sólo le avisó al resto sobre la decisión de renovar al equipo y de marginar a Guillermo Ochoa, Hirving Lozano, Raúl Jiménez y Henry Martín. Jaime Lozano no tuvo ni voz ni voto, sólo se le pidió que vendiera su alma al diablo. Y aceptó.
1.- Mascarada. No se oficializó brutalmente la renuncia a la Copa América. Se le arrojaron cosméticos barateros con promesas de cambio, de un nuevo orden, de “un proyecto para 2030 y 2034”, y por supuesto la puntualización de que “hoy, lo más importante es el Mundial 2026”.
2.- Mentiras piadosas. En el anuncio de enfocarse estrictamente en el Mundial 2026 y correr riesgos hasta de un ridículo en la Copa América, sólo hizo falta sinceridad, audacia, valentía, responsabilidad. Es innegable que es un acto necesario y urgente, pero porqué avergonzarse de él. Ahí, falló La Bomba. Y arrastró al Jimmy y sus silencios.
3.- El hombre sin nombre. Se dio el respaldo total a Jaime Lozano. Llegará al Mundial 2026 –dice Davino--, ocurra lo que ocurra en la Copa América. Bien por él, bien para él. ¿Bien para el futbol mexicano y por el futbol mexicano? La duda se yergue poderosamente. Pero el Jimmy tiene tiempo y licencia y aval para equivocarse antes de la Copa del Mundo. ¿De verdad lo apoyarán ante un bombardeo de malos resultados como sí lo hicieron sospechosamente con Juan Carlos Osorio y Gerardo Martino? Difícilmente.
4.- Giro de 180 grados. Ya no hay el tal Consejo de Sabios con el que pomposamente se pavoneó Juan Carlos Rodríguez. Se fueron todos: Ricardo LaVolpe, Ricardo Peláez, Fernando Hierro, Rafa Márquez, Carles Puyol. La Bomba se quedó sin consejo y sin concejo. Sólo tiene el WhatsApp de Javier Aguirre. Si bien, Rodríguez ve en el futbol un Cubo de Rubik, pero con ojos de daltónico, toda su vida ha tomado riesgos sorprendentes e inesperados. ¿Sabían que –admirador suyo--, Jorge Vergara le ofreció que manejara a Chivas y a OmniLife antes de casarse con Angélica Fuentes?
5.- La limpia. En 2026, nadie deberá extrañar a Guillermo Ochoa, a Chucky Lozano o a Raúl Jiménez, más alguno otro que se irá agregando a la lista de descartes. Entiéndase, ni con ellos ni sin ellos, México aspiraría a ganar la Copa América o el Mundial. Ojo: si alguien llega a suspirar por ellos, significará que Jaime Lozano, Andrés Lillini y Ricardo Cadena, desperdiciaron esta tregua, esta prórroga, este impasse que se les ha dado. Y, claro, si fracasan, La Bomba se lavará las manos. Las ideas son suyas, pero las manos ejecutoras son ajenas. Aunque le pertenezcan.
6.- Pero aún hay decisiones con tufo a mentiras. Se habla de recambio, pero se insiste en Jorge Sánchez, cuando aparece Jorge Berlanga de Pachuca (segregado a la Sub 23), aunque, cierto, se bendice al Cotorro González, con más futuro que Gerardo Arteaga. ¿Qué hace ahí el inestable Luis Romo o un inconsistente Orbelín Pineda? ¿Por qué no esforzarse con Marcel Ruiz o Jordi Cortizo?
¿Quién hizo germinar esta idea de un cambio radical, drástico en el manejo de la Selección Mexicana en la cabecita siempre ociosa, alerta y peligrosa de Juan Carlos Rodríguez, incluyendo el veto no oficial sobre Lozano, Ochoa, Jiménez y Henry?
La gente cercana a él asegura que no hubo ningún Pepe Grillo cuchicheándole al oído. Afirma que habló con sólo unos pocos dueños de equipos, con el mismo Aguirre y Rafa Márquez, hasta tener una encerrona casi despiadada con Azcárraga Jean y Bernardo Gómez.
Lejos de llamarle proyecto, lo cierto es que la nueva ruta que toma la Selección Mexicana ha sido un chispazo, una ocurrencia madurada lenta y aisladamente por parte de La Bomba Rodríguez, y que, insisto, tras el fragor retórico con Azcárraga y Gómez, sólo les fue impuesta la nueva cartografía a Lozano, Davino, Sisniega, Lillini y compañía, con el consistente e inequívoco argumento de “¿lo tomas o lo dejas?”.
Ciertamente no incomodó a Jaime Lozano el trueque. La garantía –frágil, sin embargo— de tener chamba hasta el Mundial 2026, y la promesa –aún más frágil--, de continuar hasta 2030 y 2034, le llevaron a aceptar los riesgos.
Así pues, ya hay respuestas claras a las interrogantes iniciales. La decisión de un cambio de ruta, incluyendo el ninguneo relativo a la Copa América, fue, estrictamente, impuesta, obligada, urgente, desesperada, maquiavélica y populachera. Sólo el tiempo dirá si, esta nueva ocurrencia de La Bomba resulta tan sabia y fructífera, como las que tomó alguna vez al servicio directo de la televisora de Emilio.