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La Mirada del Líder: Salvador Pérez, el caballo

Los Reales de Kansas City son como las Naciones Unidas. Los flamantes campeones de la Serie Mundial son una gran ensalada mixta con jugadores de disímiles latitudes, todos en función de un objetivo supremo: ganarlo todo y regalar un espectáculo inolvidable.

Los hay estadounidenses con diferentes orígenes étnicos, como los anglosajones Chris Young, Alex Gordon y Wade Davis, afroamericanos como Lorenzo Cain y Jarrod Dyson, Mike Moustakas, con raíces griegas, Luke Hochevar, con ancestros austríacos o Eric Hosmer, cubanoamericano de Miami.

De otros lares llegaron dominicanos como Edinson Volquez, Johnny Cueto, Kelvin Herrera y Yordano Ventura, venezolanos como Alcides Escobar y Omar Infante, el cubano Kendrys Morales o puertorriqueños como Alex Ríos y Christian Colón, héroe inesperado en el último partido.

Incluso desde Brasil, nación de fútbol, aportó Paulo Orlando, mientras que uno de los más entusiastas en el dugout, animando siempre a sus compañeros aunque no recibiera la oportunidad de salir al terreno, estaba el jovencito Cheslor Cuthbert, mostrando orgulloso su bandera de Nicaragua.

Y presidiendo esta ONU beisbolera con un liderazgo indiscutible estaba, de Venezuela, Salvador Pérez.

El cátcher de los Reales fue un titán, tanto detrás del plato, conduciendo a un cuerpo de lanzadores que en el papel no se veía tan poderoso y que él, con su maestría, supo hacer grande, como con el madero en la mano, con sus batazos oportunos y abundantes que le valieron el premio de Jugador Más Valioso de la Serie Mundial.

Pérez tiene la imagen de un niño grande, con una sonrisa perenne que suaviza sus seis pies y tres pulgadas de estatura y 240 libras de peso.

La sonrisa se trastoca en expresión de dolor cuando recibe una y otra vez duros golpes en su posición, la más difícil de todo el béisbol y que él ha llegado a dominar como pocos en todas las Grandes Ligas.

No por gusto suma ya dos Guantes de Oro (2013 y 2014) y está nominado para el galardón en el 2015.

Su presencia detrás del home es una garantía para su equipo, pues los serpentineros pueden lanzar la pelota con confianza plena, con la tranquilidad de que su cátcher detendrá cualquier envío, por desviado que sea, aunque para ello tenga que exponer su físico.

"Él nunca va a decir nada", dijo su manager Ned Yost, quien conoce bien los riesgos de la posición, pues jugó seis temporadas detrás del plato entre 1980 y 1985.

"Es tan duro como el que más, uno sabe que si incluso le preguntas, él te va a decir que está bien, así que no vale la pena preguntarle", añadió Yost sobre su estelar receptor.

A veces le toca recibir más golpes que una bolsa de boxeo, pero él sigue ahí, estoicamente, aguantando dolores y liderando con el ejemplo, para aquellos que creen que los peloteros de hoy sólo juegan por el dinero.

El venezolano, a pesar de su excelencia, es todavía un jugador mal pagado, según los estándares salariales de estos tiempos, pero con su entrega y resultados, va pavimentando el camino para grandes contratos en el futuro.

En el 2015 su salario fue de apenas un millón 750 mil dólares, una cifra inferior al sueldo promedio de las Grandes Ligas, que este año rondó los cuatro millones.

Pérez es, además, una advertencia y un freno para los corredores rivales que intenten alcanzar una base extra, pues la potencia de su brazo y la certeza de sus tiros cortan de golpe muchas amenazas.

La diferencia se vio en el clásico de octubre con su homólogo de los Mets de Nueva York, Travis d´Arnaud, a quien los jugadores de Kansas City le perdieron el respeto y le corrieron libremente por las bases.

A d´Arnaud le salieron siete corredores al robo en la Serie Mundial y todos llegaron a la siguiente almohadilla, mientras que con Pérez lo intentaron tres y dos murieron en el camino.

Eso es respeto, presencia y maestría. Eso es liderazgo, reconocido hasta por sus rivales.

"Él es un caballo", dijo el manager de los Mets, Terry Collins, tras concluir la Serie Mundial. "Pone sus números ofensivos, a pesar de estar detrás del plato en 150 juegos o más y eso es impresionante. Quiero decir, yo sé que él es un jugador fuerte y grande, pero ese cuerpo grande recibe muchos golpes. Ya había recibido algunos golpes fuertes en la primera parte de esta serie, lo que hizo preguntar a más de uno sí iba a poder volver. Y lo hizo. Es un caballo".