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'Tecatito'... levanta muertos en siete segundos

SANTA CLARA, California -- México sufría. Vaya que sufría. Minuto 80. Venezuela erguía el edicto del 1-0 en la monumental pantalla del NRG Stadium.

Y el caos que se escondía detrás del caos de ese 1-0: desvirgar al invicto México de Osorio, enfrentar a Argentina, defraudar a 67 mil fanáticos, sembrar más dudas en un campo minado de dudas...

Y Venezuela no sólo se pertrechaba, sino que lanzaba en estampida a sus Cuatro Jinetes del Apocalipsis en vertiginosos contragolpes que ya habían convertido en héroe a otro Jesús, a otro Corona, al arquero...

Pero, en esos momentos cuando el desastre se quita la capucha y cínicamente se muestra, entonces, justamente entonces, aparecen esos llamados héroes incidentalmente accidentales o accidentalmente incidentales. La túnica no cambia el milagro.

'Tecatito' Corona toma el balón en ese sector donde los eruditos anhelan que se consumen las hazañas, ahí, en el último tercio de la cancha. Ahí, donde mueren los profetas oportunistas de los pronósticos.

La épica se consumó en siete segundos. Siete segundos y diez toques de balón. 80 minutos de impotencia del Tri, y a 'Tecatito' Corona le toma siete segundos. Pocas hazañas se han consumado en menos aleteos del destino.

Era una tarea para un superdotado. Y Corona no lo es. "Es un crack", lo bautizó en la pila del asombro Miguel Layún. Y sí, tal vez lo sea.

Pero suelen ser esas hazañas que en un día de desenfado consuman los etéreos, los divinos, como Pelé. Maradona, Messi, Garrincha. 'Tecatito' no es ninguno de ellos. Y no lo será jamás.

Pero al 'Tecatito' le basta y sobra con ser el 'Tecatito'. Es ya sublime ser una réplica perfecta de sí mismo, antes que una réplica defectuosa y contrahecha de cualquier otro, se llame Edson, Diego, Leonel o Mané.

Y 'Tecatito' fue 'Tecatito'. No fue ni la pantera de Pelé, ni el Barrilete Cósmico -dixit Víctor Hugo- de Maradona, ni el vértigo de video juego de Messi, ni el monstruo indescifrable con pata de palo llamado Garrincha. Con sangre de mayo y de yaqui, Corona se limitó a ser Corona.

Ahí, en ese último tercio, donde incuban los David ante la magnitud del Goliath, ahí, comenzó el que deberá ser el gol que salte de las meninges de la Copa América, a codiciar el Premio Puskas.

Ahí, 'Tecatito' explotó. Siete segundos. Con el pie derecho pacta un yugo con la pelota. La esclaviza. Recorta sobre la derecha. El primer soldado amarillo queda expuesto, y el segundo apenas alcanza a leer las placas del bólido en la camiseta. No lo olvidará ninguno de los dos venezolanos: comparsas suicidas.

Corona ya pisa el semicírculo. Ha acariciado ocho veces la pelota, para reorientarle la brújula hacia la Tierra Prometida de la red.

Tres mastines amarillos se asocian a su alrededor. Javier Hernández se ofrece de socio. Terminaría siendo 'Chicharito' el mejor testigo de la invasión de un solo hombre a la fortaleza venezolana.

Para entonces, cuatro segundos después, el balón extiende un cordón umbilical de gloria con el zapato derecho del delantero. Seis antimotines venezolanos lo atosigan, sin saber que en realidad lo escoltan en el pasadizo de la proeza.

Seis segundos y 'Tecatito' ha roto el cerco. Ocho veces ha acariciado a la dócil obesa. Está a dos pasos del manchón de las sentencias. Sólo dos guardianes lo contemplan. Cuatro han claudicado. 'Chicharito' hace aspavientos, una mímica desesperada. Ni él sabe si pedía el balón o si arengaba al compañero.

Por las dudas, Corona amaga y elude ese hoyo negro pintado de blanco, donde los penaltis son palurdas emboscadas. La superstición del goleador.

El décimo golpe al balón, siete segundos después, es el divorcio más solidario: la pelota irrumpe a la derecha del embelesado portero llanero. Dani Hernández reacomoda el desacomodado cuerpo de 1.87 metros. Queda vencido. Su rol en la leyenda será el más amargo: fue la séptima vida que 'Tecatito' le robó al gato venezolano.

Y después, el orfeón megadecibélico. El pandemónium de todos los estruendos. El estruendo de todos los pandemóniums. 'Chicharito' es el primero en levantarlo en vilo, y muestra al 'Tecatito' a la tribuna, que vive un momento de exultante liberación, cuando Venezuela se relamía los bigotes de la victoria merecida.

Pero cuando la tragedia se engullía la esperanza, surgió ahí, en ese último tercio, en siete segundos y con diez escarceos con el balón, uno de esos urgentes y emergentes llamados héroes incidentalmente accidentales o accidentalmente incidentales.

¿Debe 'Tecatito' Corona volver a la incidentalidad de la banca para cuando se le recurra con urgencia para la accidentalidad de los milagros? Juan Carlos Osorio y el dilema de las rotaciones.